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viernes,
21 de
abril de
2006 |
Catástrofes naturales
y complots
La teoría de la desgracia natural y el complot político es esgrimida por Juan Carlos Romero, gobernador salteño. El mandatario acusó el miércoles último a "medios nacionales de mentir descaradamente" y de hacer "terrorismo con la gente" mientras hacían sus coberturas en Tartagal.
"Creen que hacer llover o no son cosas de gobernantes", remarcó. "Estamos ante un fenómeno meteorológico excepcional. La media histórica de lluvias en la región, entre noviembre y marzo, es de 800 milímetros, y en 2006 ya se superaron los dos mil", aseguró.
Desde su gobierno, Gustavo López Asensio -secretario de Medio Ambiente de Salta- resalta que de los 15 millones de hectáreas de bosque que tiene la provincia, sólo un millón fue desmontado y convertido en área productiva. Otros 2,5 millones son reservas o áreas protegidas. Pero, Noemí Cruz, coordinadora en el norte argentino de Greenpeace, aporta -coincidiendo con Stahringer- otro diagnóstico: "No hubo desmonte en la cuenca alta sino en la parte media y baja. Allí hay 3.166 hectáreas depredadas. Es decir que la superficie de los árboles que fueron talados en la cuenca es tres veces mayor que la superficie de la cuenca misma. Esto hizo que el curso del río, en vez de seguir encauzado, produjera anegamientos. Al aumentar las lluvias el río acrecentó su capacidad de carga y generó una erosión «retrocedente»". Es decir que la deforestación en la parte baja del río afectó hacia atrás a la parte alta, aunque allí no se hubieran hecho desmontes".
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