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 viernes, 21 de abril de 2006  
Manejo de recursos. Un bosque absorbe casi el 80 por ciento de una lluvia
Reclaman frenar los desmontes para moderar las inundaciones en el norte
Las crecidas ya afectan a 50 mil personas en el Chaco. Aconsejan un ordenamiento del uso del territorio

Alfredo Montenegro / La Capital

Las inundaciones que anegaron al norte de Salta también provocan desbordes de los ríos Bermejo, Teuco y varios afluentes en El Impenetrable chaqueño. La creciente del Bermejo en el noroeste chaqueño es la más importante de las últimas décadas y afecta a unas cincuenta mil personas debido al gran caudal de agua proveniente de Tartagal.

Ayer, unas mil familias estaban aisladas y 1.300 eran los evacuados en la localidad de Bermejito (amenazada además por el río Bermejito), pero el temor a inundaciones mantiene en alerta a Fortín Belgrano, El Espinillo y Sauzalito. Además, unas 150 mil hectáreas de una reserva indígena es la zona con mayores problemas.

El gobernador chaqueño Roy Nikisch aseguró ayer que el impacto de las inundaciones hubiese sido menor de no haber existido un "desbosque sin control", a la vez que advirtió sobre el avance en el cultivo de soja porque es uno de los que "más rápidamente empobrece a la tierra".

Por su parte, el ingeniero rosarino Guillermo Stahringer señaló que "un bosque no tocado tiene capacidad para absorber entre un 75 y 80 por ciento de una lluvia. Es cierto que hay más lluvias, pero con los montes intactos, el efecto se reduciría mucho".

"En Salta se destruyó gran parte de la selva de yunga de las montañas del norte, en las nacientes de los ríos, lo que hace que el agua no sea retenida por la tierra y escurra con mayor velocidad y caudal. Los desbordes en el Chaco son consecuencia del agua que se arrastra desde las nacientes del Bermejo. Esa cuenca ha sido desmontada en las dos costas y así se perdió el efecto esponja que hacen los bosques", dijo a La Capital el especialista de 65 años, radicado en Rafaela.


Los desbordes se van a repetir
El director general de la Fundación Vida Silvestre Argentina, Javier Corcuera, fue más allá: "Las lluvias y los desbordes fluviales se va a repetir. Es muy importante que los gobiernos -provinciales y nacional- no piensen sólo en canalizaciones e infraestructuras, sino también en un ordenamiento del uso del territorio alrededor de Tartagal. Esto también tiene que formar parte de la solución", aseguró.

Según Stahringer "en el Chaco fueron desmontadas dos millones de hectáreas; en Santiago del Estero barrieron un millón de hectáreas en seis años. Por otra parte, el descenso de los bosques santafesinos ha sido muy grande en los últimos 40 años y rapidísimo en los últimos 10. En el noroeste provincial se sacaron un millón de hectáreas en diez años, en Villa Minetti, Tostado y en la zona de la frontera con Santiago y Chaco", aseguró.

También resaltó que "las actuales crecidas en el norte son parecidas a las sufridas en Santa Fe por el desmonte de la cuenca del río Salado, al sacar el monte el agua inunda todo", explicó Stahringer. "La tierra destinada a la agricultura rinde durante unos cinco años y luego pierde su fertilidad y queda incultivable ese terreno que el monte tardó centurias en formarlo", añadió.

También recordó otro las modificaciones efectuadas por la actividad petrolera. "Las compañías, durante sus cateos, utiliza explosivos que debilitan y desprenden la tierra".

Dijo que la legislación que protege a los montes "es buena, pero los gobiernos no controlan porque no pueden o no quieren. Además, la falta la capacidad de control se presta a maniobras. Una empresa desmontó 40 mil hectáreas sobre el Bermejo. Además, de no ser por la protesta de ecologistas, el gobierno salteño hubiese entregado en propiedad privada la reserva provincial Pizarro".

El especialista que trabaja en el Instituto de Cultura Popular (Incupo) y en la Red Agroforestal, una institución que desde 1992 agrupa a unas diez organizaciones no gubernamentales de la región del Chaco argentino, sostiene que hay propuestas sobre manejo alternativo para producir con criterios de sustentabilidad. De esa forma se cuida el monte y el trabajo se hace en forma racional.

Por su parte, Emiliano Ezcurra -jefe de campañas de Greenpeace- coincidió en que "mientras no haya una política para frenar los desmontes se van a repetir inundaciones en esa zona".


Descontento en Tartagal
Las obras para frenar las crecidas iniciadas en Tartagal, el 15 de enero, comenzaron recién el 6 de abril, luego que el presidente Kirchner firmó el acuerdo de asistencia. Así se destinaron 40 millones de pesos para trabajos en Tartagal, Mosconi y Embarcación. "Pero la gente no está conforme y no se aprobó la ley de emergencia. Hay 140 personas sin casas y aunque el gobierno las edificará, no estarán hasta dentro de ocho meses", dijo Rafael Bruno, periodista FM Del Sol, Tartagal. "La bronca es contra el gobernador, quien sólo puso las máquinas luego que la Nación firmó la ayuda".
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Según investigadores, la tala deja grandes porciones de tierra sin el "efecto esponja".

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