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miércoles,
19 de
abril de
2006 |
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Charlas en el Café del Bajo
-Me ha conmovido una carta que recibí de una joven de 27 años, Maribel. He leído y releído el texto y me he lamentado mucho, no sólo por la amiga, sino por muchos jóvenes a quienes les sucede lo mismo. Me ha dado pena, desde luego, esta sociedad insensible y he sentido pena por mí pues he advertido cuán poca cosa estoy haciendo, como adulto, por estos chicos. Me ha dado pena, también, advertir que hemos tenido razón cuando dijimos tantas veces aquí que hay una gran parte de la juventud a la que le corren una y otra vez el norte, como suele decir un amigo mío. Lea la carta, Inocencio.
-"Hola, mi gran amigo y querido Candi: le escribo porque en realidad, no me siento del todo bien. He hecho una observación de mi estado anímico, y lo he comparado dialogando con gente joven, aproximadamente de mi edad (27). Y observo que no soy la única que se siente así; entonces mi pregunta es: ¿qué nos está pasando a los jóvenes que nos sentimos desacreditados en esta vida? (Obvio que esto no excluye a la gente más adulta, sólo que al tener ventaja en la vida con sus experiencias, han vivido lo suficiente comparado con lo que nos toca a nosotros). En estos tiempos observamos: mayor violencia, desempleo, cuesta mucho proyectar (y hasta soñar) en un futuro, poder formar una familia estable, lograr que los futuros hijos puedan tener un hogar, madre y padre (aclaro porque hoy se ve a padres disociados, separados, divorciados, juntados); terminar una carrera y trabajar con ella, etcétera. A los jóvenes nos invaden preguntas (profundas y a veces sin respuestas): ¿A dónde voy? ¿Qué será de mi vida? ¿A dónde debo viajar para alcanzar mis objetivos? ¿Por qué debo viajar para alcanzar mis objetivos? ¿Si existe un Dios, por qué no escucha? ¿Por qué tener que viajar tan lejos para encontrar las respuestas que se encuentran dentro de uno? ¿Por qué tanta era de la comunicación, si en definitiva no nos vemos las caras unos a otros, y no le preguntamos al de al lado: cómo te sentís? ¿Por qué tanta seudotecnología si no sabemos hacer uso, sino más bien, abuso de ella? Candi, no encuentro un cierre para esta nota, me estoy inflando de odio y nostalgia, quizás estoy errada, la verdad es que ya no sé más nada. Perdón pido por haberlo angustiado con esta carta, y agradezco su paciencia, un fuerte abrazo. Maribel". Su reflexión, Candi.
-Antes que nada debo decirle a Maribel que de ningún modo permita, ni por un instante, un sentimiento de odio en su interior. Sé que dice esto por su gran enojo y que de ningún modo alberga en su intimidad tal sentimiento que lejos de terminar con la injusticia destruye a quien lo posee. En segundo lugar diré, como siempre, que se permita un poco de nostalgia, pero sólo un poco, la suficiente para comprender cuál es la verdad en la vida, que tome la enseñanza que le ayude a crecer espiritualmente y que después le diga a ese sentimiento: "Gracias, pero ya puedes irte, seguramente ya habrá tiempo para que me visites nuevamente". Lo que quiero decir es que no se permita la nostalgia crónica. A continuación le regalaré a Maribel y a quien sienta lo mismo que ella algo que decía Séneca: "Nadie me parece más desgraciado que el que nunca experimentó una desgracia" y seguidamente le recomendaré que reflexione sobre lo que el mismo filósofo le expresaba a su discípulo acongojado: "Piensa que entre los males que parecen tan terribles, no hay ninguno que no podamos vencer; ninguno sobre el cual no hayan triunfado los grandes hombres. ¡Sepamos triunfar también nosotros sobre algo!".
-¡Qué buen pensamiento!
-Ahora, dicho esto gritaré hoy y seguiré mañana: ¿qué están haciendo señores gobernantes, señores empresarios, señores operadores económicos, señores poderosos de todos los ámbitos y todos los niveles con nuestra juventud!? ¿Para quién crece la economía? ¿Por qué si es cierto que todo va tan bien hay gente tan abatida y sufriente? ¿Por qué me quieren hacer creer que 3 millones de personas viajando en la Semana Santa son la gran Argentina? ¿Por qué me quieren tapar por diversos medios y de distintas formas la otra Argentina que se quedó hambrienta, desocupada, humillada, triste orando por un pedazo de pan o por un salario más digno o por condiciones de vida justa? Seguiré mañana.
Candi II
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"Los aborígenes son los más humildes de la villa"
Padre Joaquín Núñez
Director de Asuntos Indígenas de la provincia
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Instantáneas del Nunca Más
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