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sábado,
15 de
abril de
2006 |
La destacada de la semana
Atacar la pobreza, no a los pobres
En el transcurso de esta semana se destacó en distintos medios de comunicación la inseguridad que se vive en el barrio Ludueña. Esta "movida" fue protagonizada por docentes y padres de alumnos de la Escuela Nº1.027 Luisa Mora de Olguín, y vecinos de la zona. Agradecemos el haber sido prontamente escuchados. La inseguridad está en el centro del debate y la opinión pública la instala como herida social, como un desafío para los gobernantes y como una preocupación creciente en los ciudadanos. Los que trabajamos y/o vivimos en contextos de extrema pobreza advertimos que si bien los hechos de violencia con distintos matices nos atraviesan a todos, las principales víctimas son los pobres. ¿Por qué esta afirmación? a) Por los innumerables hechos delictivos y de violencia que sufren; b) Porque no se satisfacen sus necesidades básicas; c) Por el discurso y discriminación a que son sometidos en la asociación pobreza-delito. La culpabilización de la pobreza y la relación entre marginalidad social y marginalidad de la ley es una actitud perversa que como sociedad nos debería avergonzar. Vamos al encuentro de estos marginales con la fuerza de la penalización para combatir la inseguridad, como si fuera simplemente una cuestión de descarriados y de inadaptados sociales. Una postura más reflexiva nos permitiría ver que para combatir el delito deberíamos atacar a la pobreza, no a los pobres. Decía un autor que "la pobreza es una frustrada experiencia humana" en la que "el hombre asiste a la destrucción del vínculo privilegiado que lo constituye como persona". Esta situación vivida por tantos conciudadanos debe movilizar a las organizaciones sociales, instituciones educativas y religiosas, y fundamentalmente a los políticos de turno a defender la vida de los pobres con asistencia social y oportunidades superadoras. Como escuela en un contexto de riesgo agradecemos la "seguridad" brindada por agentes de la policía, pero sostenemos que esto no basta. Nuestra seguridad no depende sólo de estos "cuidados". Reclamamos una estructura social justa y el reconocimiento de que los pobres también son gente. Como escuela solidaria con las necesidades más sentidas del barrio solicitamos la intervención de quien corresponda para: apertura de calles y urbanización; viviendas dignas; programas de acción social y educativos con planificación conjunta entre los entes gubernamentales y los destinatarios; control de abusos por trabajos en negro y trabajo infantil; intervenciones inmediatas y eficaces en situaciones de violencia familiar y abuso sexual; y optimización en la atención de la salud y también en lo concerniente a la atención de problemas psicológicos y fonoaudiológicos. Que la conciencia y responsabilidad de quienes toman las decisiones opten por actos transformativos porque, como dicen nuestras madres en la escuela: "¡Así, no se puede vivir más!".
Ana María Cazzoli
(directora Escuela Nº1.027)
[email protected]
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