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sábado,
15 de
abril de
2006 |
Libertad de pensamiento
Así como podemos transformar la madera, el metal y otros materiales en un instrumento musical para producir sonidos capaces de deleitar, así también podemos transformar el entendimiento en un instrumento mental con placenteras sonoridades, como las nobles ideas. Con el tiempo ambos instrumentos _musical y mental_ se gastan, deterioran, inutilizan o se pierden; pero la música y los pensamientos quedan para dar notas cada vez más altas y más bellas, e instrumentos nuevos, sucesivamente perfeccionados y mejor afinados. Aunque es la primera y la más grande de las libertades humanas, para quien no sabe valorarla y usufructuarla, la libertad de pensamiento es como un instrumento musical para el que no ama a la música ni sabe tocarlo; y del cual no podría obtener otros beneficios que los producidos por su venta o empeño. No podemos disfrutar realmente _ni aún saber apreciarla_ de la libertad, sino en la medida en que sepamos defenderla en los otros. En la medida en que esté indefendida por quienes no saben estimarla y gozarla, la libertad de pensamiento seguirá siendo pisoteada por los ambiciosos del poder y los sátrapas, siempre empeñados en arrebatar libertades para construir y fortalecer su despotismo.
Carlos Alberto Parachú
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