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domingo,
19 de
marzo de
2006 |
[Un sobreviviente de la represión]
Claudio Tamburrini: "Estoy en paz con mi historia"
En 1977 lo secuestraron en el Gran Buenos Aires y lo llevaron a un centro clandestino de la Fuerza Aérea, de donde logró escapar. Un caso que ahora llega al cine
Lautaro Ortiz
Claudio Tamburrini tenía sólo 23 años y era arquero de primera división del club Almagro cuando un grupo de tareas lo secuestró de su casa, en Ciudadela, el 23 de noviembre de 1977 confinándolo al centro clandestino conocido como "Mansión Seré", "Atila" o "La casa del terror", un edificio oscuro (en la calle Blas Parera 48) que había sido cedido por el entonces intendente de Buenos Aires brigadier Osvaldo Cacciatore, al Estado Mayor de las Fuerza Aérea.
Tamburrini estuvo secuestrado en ese lugar durante cuatro meses, soportando golpes y torturas, hasta que milagrosamente logró fugarse el 24 de marzo de 1978 por una ventana junto con otros tres compañeros. Toda su historia fue relatada durante el Juicio a las Juntas y, luego, escrita por el propio Tamburrini en su libro testimonial "Pase Libre" (Continente), que ya lleva varias ediciones.
Desde Suecia, donde alterna su carrera en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Estocolmo (trabaja sobre un proyecto de mejoramiento genético de la especie) con la escritura de libros literarios, Tamburrini conversó con Señales y se refirió también al inminente estreno de la película basada en su libro, "Crónica de una fuga", dirigida por Adrián Caetano y protagonizada por Rodrigo de la Serna y Pablo Echarri.
-¿Qué reflexión hace a 30 años del golpe?
-Para mí, significa, además de todo el impacto político y social de la efemérides, la necesidad de adoptar ópticas renovadas para interpretar y tomar posición ante los hechos. El paso del tiempo implica, sin duda, la necesidad de reveer el análisis hecho anteriormente sobre la realidad.
-Muchas cosas han cambiado en la sociedad argentina, por ejemplo la conquista de haber roto con el miedo a contar la verdad. ¿No cree que ese cambio tiene como unas de las puntas del ovillo a la literatura que se ha escrito sobre la dictadura, me refiero a libros como el suyo?
-Espero que así sea, es justamente con ese fin que un autor escribe. En ese sentido, no se puede dejar de resaltar la importancia del juicio a las Juntas que se llevó a cabo en 1985, y que a mi juicio ha sido dejado un poco de lado en el análisis de la reinterpretación del pasado vivido durante los años de la última dictadura militar. Sin ese juicio, no hubiera habido tanto conocimiento de lo sucedido, hubiera sido mucho más difícil establecer la responsabilidad penal por ciertos hechos tantos años después, y lo relatado por muchos autores en novelas testimoniales no hubiera tampoco podido ser incorporado a un contexto político más amplio, brindado por el juicio.
-Ya terminó de filmarse la película basada en su libro. ¿Cómo vive la experiencia de llevar al cine una parte importante de su vida?
-Con excitación y mucho entusiasmo. No se puede prescindir del hecho de que, en medio de todas las rememoraciones de hechos tristes de nuestra historia política reciente (o tal vez ya no tan reciente) que se producirán en ocasión del 24 de marzo del 2006, los hechos que se relatan en "Pase Libre" (tanto en el libro como en la película) son, al menos en gran parte, para festejar. Lamentablemente, hubo dos compañeros en nuestro cuarto que están todavía desaparecidos. Esa es la pérdida a lamentar. Pero para el resto de los compañeros, la fuga fue -literalmente- la vía a la libertad. Para nosotros cuatro, por razones obvias. Pero también para los compañeros que se quedaron en la casa la noche que nos fugamos. Unos pocos días después de la fuga, la casa fue vaciada y luego quemada. Todos los compañeros fueron puestos a disposición del Poder Ejecutivo Nacional en establecimientos penales, o por lo menos "blanqueados" en comisarías aledañas, presumiblemente por temor a que los fugados denunciaran la existencia de la casa ante organismos internacionales de derechos humanos -lo cual, además, hicimos tan pronto como tuvimos oportunidad. Eso llevó a que todos ellos, aún los que no se fugaron esa noche (porque se encontraban en otros cuartos), salvaran sus vidas. Eso, es importante recalcarlo, no sólo es digno de festejo, sino que debe ser festejado, a pesar de las pérdidas que el Proceso dejó para muchos. Es importante afirmar los pequeños y grandes triunfos de la vida, en toda ocasión posible.
-Ese festejo por la vida que señala, ¿también tiene que ver con la manera en que logró sobreponerse a las sombras de la Mansión Seré?
-Desde ya. Aunque mire, en lo personal continúa el vínculo potente con la historia de Mansión Seré, y su manera de influir en mi vida. Le cuento que en diciembre de 1984 volví al país por primera vez, luego de la restauración de la democracia. Terminé prestando testimonio ante el Tribunal que juzgó a las juntas militares, y luego pasé a formar parte del equipo del fiscal Strassera. Al volver a Suecia en marzo de 1985, tenía ya media tesis doctoral escrita, sobre la justificación moral del castigo, que defendí algunos años después en la Universidad de Estocolmo. Ese hecho sentó las bases de mi carrera profesional futura. En la facultad, además, conocí a mi mujer. Muchos, muchos años después, cuando decidí "reiniciar" mi contacto con la historia, publiqué "Pase Libre", que diversificó aún más mi panorama profesional. Desde entonces, no escribo solamente libros técnicos de filosofía moral, sino también literatura. Y ahora la película, una nueva "vuelta de tuerca" de mis vivencias en la Mansión, que me lanza al ámbito de la producción de guiones cinematográficos. Cada tanto, con cierta periodicidad, el tiempo que transcurrí en la Mansión Seré me vuelve a meter por sendas nuevas que, muy probablemente, ni se me hubiera ocurrido transitar de no haber sido por el impulso movilizador de esa historia. A veces me pregunto cómo hubiera sido mi vida sin esos 120 días en la Mansión... ¿Sería hoy la misma persona? ¿A qué me dedicaría? ¿Qué familia tendría? Mi vida fue en gran parte moldeada -y lo sigue siendo todavía- por los 120 días en la Mansión Seré. Estoy en paz con esa historia. Es parte de mi vida. Y mi vida es una vida feliz.
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Por todos los medios. Tamburrini contó su detención y su fuga en un libro, "Pase libre", adaptado al cine por Adrián Caetano.
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