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 domingo, 19 de marzo de 2006  
Granos, puertos y política en los años duros

El proceso económico impulsado por Martínez de Hoz fue una buena etapa para la Bolsa de Comercio de Rosario, que venía atravesando a fines del primer quinquenio de 1970 un complejo mecanismo de precios que ahogaba al sector. Si bien la institución fue blanco de tres bombas entre 1976 y 1978, Juan Carlos Silvestri, corredor y actual vicepresidente de la entidad, sostiene que esa casa se mantuvo alejada de las decisiones en los tiempos de plomo y sólo tomó contactos con el poder para prender luces rojas, con la tablita de Martínez de Hoz.

Entre 1972 y 1976, el presidente era César Bertotto y según Silvestri "sufrió los peores momentos". El directivo señala que "había un precio regulado, el gobierno monopolizó el comercio de cereales, era el único comprador de todas las cosechas. Llegó un momento que el campo no tenía referencia ya que habían eliminado la cadena de intermediarios y se llegó a no poder cobrar ninguna cuenta: la Junta Nacional de Granos (JNG) no pagaba", relató Silvestri. Para el veterano corredor de cereales esos tiempos de violencia previos al golpe "le hicieron muy mal a la Bolsa".

La nueva dirigencia, que tuvo que pilotear los destinos de la Bolsa entre 1976 y 1980 asumió el 9 de abril de 1976. Su presidente era Víctor Cabanellas y Silvestri su secretario. "Todo estaba intervenido, la JNG era comandada por un coronel, nada sabía del tema pero unos cuantos funcionarios lo informaban del negocio. El Estado tenía problemas financieros graves y volvimos al tema anterior: la JNG no pagaba", recordó.

Silvestri apuntó que Martínez de Hoz venía seguido a la Bolsa y los dirigentes le comentaban lo necesario para salvar sus intereses. "El Proceso tomó dos iniciativas importantes, restableció el comercio libre de granos y, con la ley de puertos, se posibilitó la instalación de las terminales privadas", señaló. Por otro lado, "la tablita nos mató", contó con amargura.

Según el corredor, la Bolsa "siempre fue independiente y tuvo buena relación con los gobiernos de turno". Así, el presidente de aquellos años, Víctor Manuel Cabanellas, fue el último intendente de facto.

Entre las anécdotas de esos años, Silvestri recuerda con precisión las dos bombas que estallaron. "La primera fue hasta graciosa. Estábamos cenando con el titular de la JNG, le pedíamos que pagaran y nuestro secretario salió un momento del restaurante Mercurio y vino con una gran noticia: les informo que la Junta está pagando", dijo. En ese preciso momento volaron todos los vidrios del salón. "Che, está bien que estén contentos, pero no es para tanto", dijo el interventor de la JNG.

En el año 1977 pusieron tres bombas en la entidad. "Somos un ícono de la ciudad, muchos no nos conocían en ese tiempo y no nos querían demasiado", rememora. Como anécdota Silvestri no puede olvidarse de un episodio sucedido en Nueva York. "Fuimos a hacer con otro funcionario de la Bolsa una pasantía a Chicago y estando en Nueva York encontramos en el Waldorf Astoria a un antiguo interventor de la JNG, le preguntamos si paraba en ese hotel, pero quedamos como ridículos ante la respuesta. "Sí, vivo en este hotel", dijo Silvestri que les contestó ese funcionario del Proceso. "Se ve que tanto negoció que se quedó a vivir en el Waldorf", reflexionó con bronca.
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