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 domingo, 19 de marzo de 2006  
El golpe. Los empresarios locales frente a la política del Proceso
"Todos sentimos el efecto de la tablita"
El presidente de Fisfe, Carlos Garrera, analiza el papel de la industria santafesina durante la dictadura

El gremialismo empresario es muy particular: atomizado, celoso y cerrado. José Ber Gelbard, ministro del gobierno justicialista, pudo romper esa dinámica y creó la Confederación General Empresaria (CGE) que unificó a todas las cámaras y federaciones. Para eliminar ese proyecto, la dictadura tomó una medida drástica: todas las entidades fueron intervenidas y los sectores se movieron sin permiso y, muchas veces corrieron riesgos.

Carlos Garrera, actual presidente de la Federación Industrial de Santa Fe (Fisfe) era un empresario joven entre 1976 y 1983. Sin embargo, formaba parte de la Asociación de Industriales Santafesinos y desde allí tomaron contacto con la Unión Industrial Argentina (UIA) y otras asociaciones como la Confederación General de la Industria y la Federación de Entidades Industriales.

De todas estas, la UIA era la institución más cercana al poder de decisión de la dictadura. Guillermo Khol, directivo de la UIA, fue ministro de Industria del Proceso.

Entre los dirigentes destacados de la Asociación de Industriales se encontraba el mítico José Censabella quien, merced a los buenos contactos con la curia, pudo formar dirigentes en esa "clandestinidad" de bares, hoteles y números. "Hubo grupos que se modernizaron tecnológicamente entre el 76 y el 78, compraron máquinas y el tipo de cambio los favoreció", recordó Garrera.

"En una primera etapa este dólar subvaluado permitió esto, pero al mantenerse y con las sucesivas devaluaciones, esto se volvió insostenible", sostuvo el titular de Fisfe, quien acotó que "junto a esto entraron muchos productos importados, era difícil competir y muchos se fundieron, igual que en la década del 90", comparó.

"En ese momento cayó una parte importante de los talleres y del cordón industrial. Los ganadores de este proceso fueron sectores que saltaron tecnológicamente como los autopartistas, alimentos y sectores químicos y plásticos. Pero al fin, todos sentimos el efecto de la tablita y de algunas políticas erradas", dijo.

Paradójicamente, la Federación Industrial de Santa Fe fue creada en 1978 y según su actual presidente fue "un grupo que se formó para recibir a Jorge Videla y lograr una interlocución directa, ellos sabían que nosotros no lo recibiríamos", dijo.

Garrera recuerda distintas presiones sufridas por los industriales de las otras entidades de las que él formaba parte. "Una vez hicimos una reunión desde la Asociación Industriales y salimos en el diario. Al otro día fuimos citados por el Ministerio del interior y nos pedían que nos retractáramos de los dichos. No lo hicimos y fue un momento difícil", recordó.

A la distancia y después de 30 años el dirigente supone que "los viejos hombres del industrialismo incorporaron a los jóvenes y sirvieron de paraguas frente al poder avasallador de la economía procesista".

Recuerda que desde la asociación que representaba se mantuvieron alertas y permanentemente solicitaban a la UIA una postura más agresiva. "Todo se caía y la gente nos reclamaba hacer algo", puntualizó.

El gobierno militar tenía clara la política económica a implementar y desde el sector industrial sólo se pudieron parar las privatizaciones y detener, de alguna manera, la "gran invasión de producto extranjeros", reflexiona Garrera.

"La resistencia era fuerte, al menos se logró que no devaluaran salvajemente. La estrategia era aparecer en todos lados, para evitar desaparecer. Eso lo vimos años después y creemos que fue un plan creado por nuestros dirigentes mayores", argumentó Garrera.

De todos modos, el dirigente está convencido de que los dos primeros años del proyecto del Proceso entusiasmaron a los industriales. "Si no lo hubieran estado no habrían invertido en sus plantas", disparó.

Las discusiones principales de ese momento eran el tipo de cambio y la famosa tablita, que con el paso de los meses, deterioró la capacidad industrial. "En cuanto a lo político teníamos algo por seguro, debía recuperase la democracia, fuera de esto no había grandes discusiones ideológicas en nuestras reuniones", rememora.

A mediados de los 80 se formó la Convocatoria Nacional de Empresas (Conae) con el propósito de sentar una lógica de la resistencia en el sector. "El proceso abrió la economía irrestrictamente, con una moneda que no te permitía competir y se daba un aumento de costos. En aquel momento había mucha participación y logramos un lock out patronal, algo inédito", dijo en referencia a la protesta convocada en febrero de 1981 como "Día del Reclamo Nacional para el Cambio".

El dirigente recuerda que en los tiempos de Domingo Cavallo al frente del Banco Central muchos se vieron beneficiados a partir de la "nacionalización de la deuda privada, que evitó que varios quebraran".

Garrera recuerda que fueron años de discusión que tomaron otro cariz cuando de manera masiva todas las entidades apoyaron la Multisectorial que en 1981 hizo público su programa de apoyo a la salida democrática. "Eramos conscientes de que con la dictadura no se avanzaba", definió.

La historia pos Proceso llevó a que hoy el sello de Fisfe sea el que aglutine a los industriales. "En los 80 se creó la Unión Industrial de Santa Fe y seguimos funcionando con 3 entidades y hace 5 años nos unimos la Unión Industrial y Fisfe y de esa manera evitamos la gran atomización". Paradójicamente es Fisfe la Federación madre, algo que los que la crearon nunca hubieran supuesto.
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