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 domingo, 19 de marzo de 2006  
En la Palabra de Dios. El avance de los "hermanitos" no se detiene: hay quienes lo elogian, aunque otros tiemblan
Los evangelistas llenan las cárceles y comisarías
Ocupan casi 4 pabellones en Coronda, 2 en la Unidad 3 y en 7 seccionales de Rosario ya son el 80% de los presos

Silvina Dezorzi / La Capital

"Si fuera por los pastores, Coronda ya tendría sólo internos evangélicos", dispara el director del Servicio Penitenciario, Fernando Rosúa. Sin embargo, el alerta que parece encender la frase se disipa cuando también cuenta que en los pabellones de las cárceles exclusivamente ocupados por evangélicos reinan pautas de convivencia que fijan los propios presos -muchos convertidos en pastores dentro del penal- y hacen la vida carcelaria un poco más llevadera: mejor trato entre los "hermanitos", como se llaman a sí mismos, reglas claras sobre lo que pueden o no hacer y un clima más tranquilo que los agentes penitenciarios celebran. "Para decirlo brutalmente: ahí hay menos riesgo de que te maten o te violen", sostiene una fuente cercana al trabajo carcelario.

Pero el avance de "la Palabra" entre los presos no sólo se da en grandes cárceles: siete de los hacinados penales que funcionan en las 31 comisarías de Rosario ya se declararon evangélicos, con un 80 por ciento de "hermanitos" entre los internos. Sin embargo, ese avance que pastores y buena parte de los policías celebran preocupa a muchos otros, que advierten un riesgo de "privatización encubierta" del servicio carcelario (ver aparte).

Como fenómeno social, es apasionante. En muy pocos años, quizá unos 10, el crecimiento de los credos evangélicos -sobre todo pentecostales, pero de múltiples denominaciones- explotó en la vida dentro de la cárcel.

Según recuerda Antonio Tesolini, de la Coordinadora de Trabajo Carcelario (CTC), el proceso cobró singular intensidad cuando a fines de los 90 las condiciones de vida en el penal de Coronda empeoraron drásticamente por una "política de mano muy dura". Con la cárcel virtualmente dividida en dos, "los pabellones destinados a garantizar una supuesta máxima seguridad empezaron a ser foco de conflictos durísimos y permanentes", dice Tesolini.

Fue entonces cuando los grupos evangélicos comenzaron a operar con más fuerza dentro de esos pabellones para producir conversiones, entre otras razones porque varios de sus internos ya se habían transformado en pastores. "Eso fue lo que les abrió la puerta y en realidad en ese momento nadie de todos los que trabajábamos en la cárcel lo vio mal, porque indudablemente los tipos llegaban y tenían algún tipo de predicamento", rememora el integrante de la CTC.

El avance nunca se detuvo. Al contrario, cobra cada vez mayor intensidad. Si no, basta ver estos números: en Coronda ya hay dos pabellones completos y otros dos parcialmente ocupados por evangélicos (al menos, por quienes afirman serlo o por quienes aceptan pagar el diezmo), lo que implica unos 270 internos sobre un total de 1.200.

En la Unidad 3 (Riccheri y Zeballos), se abrió hace unos meses el primer pabellón evangélico, el 2. Y a los meses vino el segundo, el B, por reclamo de otra iglesia. En total, unos 150 hermanitos. "Y no sólo eso -cuentan los de la CTC-, hace 20 días, en la visita de toda la unidad y en pleno patio, un pastor empezó a predicar" sin decir agua va, situación que le fue planteada "con dureza" a Rosúa.

En las seccionales rosarinas, mientras tanto, cada vez hay más presos evangélicos visitados varias veces por semana por los pastores, cuyo proselitismo ya corrió bastante de escena a la Iglesia Católica (pese a que tiene capellanes en las cárceles) de esa tremenda realidad social. Sintéticamente: siete penales de comisarías se declararon evangélicos porque el 80 por ciento de sus internos se convirtieron a esa fe e integran el programa "Misión de libertad", mientras que en todas las otras comisarías y subcomisarías los porcentajes varían entre el 20 y el 50 por ciento.

Y los efectivos policiales, ¿por qué se van a quejar? En las comisarías 18ª y 19ª (en esta última el miércoles pasado recibieron el bautismo evangélico 46 presos) dicen que allí es buena la convivencia, sin motines ni incidentes.

El comisario de la 5ª, Néstor Ljumberg, que hace dos años se fue de la seccional y ahora está de regreso, no puede creer el cambio después de una conversión masiva. "Mejoró el trato entre ellos y con los agentes, suelen dialogar mucho más, comprenden más las cosas. Desde adentro vemos que eso los beneficia, los hace pensar en otra cosa y no en hacer diabluras, al margen de lo que ocurra cuando salgan".

En términos ciertos nadie lo sabe aún (ver página 10). Pero, por supuesto, los pastores admiten que el gran desafío es la salida del penal y en gran medida atribuyen los resultados a si el ex preso mantiene su compromiso con la congregación evangélica. Para que ocurra, intentan ofrecerle una densa red de contención que incluye asistencia espiritual, contacto y evangelización del entorno familiar, ayuda económica y hasta oferta de empleo.

"Nosotros decimos que, sobre la población que sale de la cárcel, hay mínimo un 70 por ciento que se sigue congregando, testifica y permanece en la palabra de Dios", dice el coordinador de la Confraternidad de Líderes Cristianos, el pastor Carlos Ahubán. "Es importante que al salir el ex convicto esté acompañado por la familia y que tenga un lugar donde no sea discriminado y donde reciba acompañamiento y contención", agrega.

No es lo mismo que, en off, sostienen funcionarios y miembros de organizaciones sociales: "Afuera, muchos aguantan poquito como evangélicos", admiten.


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