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 sábado, 18 de marzo de 2006  
Vinos
Más nuevos que nunca

¿Se imaginan si todos los meses apreciáramos en el mercado 45 etiquetas de cerveza nuevas, o si nos llegáramos a la góndola del súper y encontráramos 500 ó 600 gaseosas diferentes? Sería divertido, pero no. Sólo el vino expone tantas marcas, que a la vez representan estilos, regiones, gustos, sabores e innumerables atributos que nos obligan a interceder con nuestros sentidos y guardar en la memoria. De eso se trata, de aprovecharnos de la oferta y convertirnos en consumidores inteligentes y astutos.

Hoy no sólo encontramos en el mercado miles de vinos nuevos, también la forma en que se comunican las marcas a través de la imagen publicitaria, hace la elección más difícil. Así es fácil que caigamos en los viejos vinos de tradicionales bodegas que no se quedan atrás en este aspecto (por lo general con más de 3 generaciones en el negocio), que introducen en el mercado todos los años nuevas etiquetas que traen nuevos sabores en diferentes segmentos de precios, ocupando nuevos nichos destinados a diferentes consumidores.

Son estas las que proponen la mayor cantidad de etiquetas, sobre todo en precios prohibitivos. Sustentados en una trayectoria que les permitió una espalda ancha de cultura, pero sobre todo económica, pueden permitirse sembrar el mercado de vinos de alto costo de elaboración y largos lapsos de tiempo en bodegas antes de llegar al mercado.

Codo a codo y con sus propios recursos, más culturales que económicos, las nuevas bodegas tratan de comunicar sus vinos. Las hay pequeñas (de no más de 250 mil litros al año), medianas (de 500 mil a 2 millones de litros) y casi grandes (hasta 6/7 millones de litros). Algunas, de familias de viticultores que hoy embotellan su propio vino. Están las que son de inversiones francesas, italianas, españolas; las que siempre fueron argentinas y las que pasaron a manos extranjeras.

Acercándonos a la copa de vino probé algunos nuevitos de la tradicional Trapiche, perteneciente al grupo inversor estadounidense Donaldson, Lufkin & Janriette Merchant Bankig que controla al gigante Trapiche-Peñaflor, Michel Torino, Santa Ana, Las Moras y Andean (sólo exportaciones), hoy el grupo vitivinícola más grande del país.

Con la también tradicional etiqueta Fond de Cave, tres varietales reserva (Tempranillo, Cabernet Franc y Petit Verdot) con 15 meses de crianza en barricas de roble, Trapiche consolida una marca que siempre fue sinónimo de excelente relación precio/calidad ($26/$28).

El Tempranillo, de profunda e intensa coloración morada-violácea, casi negra. En nariz, frutal, con notas evidentes a madera nueva, me recordó a aserrín de cedro nuevo y moras en dulce. En boca, pleno e imponente, muy "vinoso", extractado y potente, final de chocolate y café.

El Cabernet Franc habría que agradecérselo (aunque lo paguemos) porque realmente trae identidad y diferenciales de sabor. En nariz, mucha reducción de frutas rojas y negras, pimienta y madera. En boca, pleno, untuoso y de taninos presentes y elegantes.

Un escaloncito chiquito por encima, el Petit Verdot, por lo sofisticado de sus aromas frutales combinados con la madera y las flores nítidas en boca.

De las nuevas bodegas del mercado, están los varietales Malbec, Cabernet Sauvignon, Merlot y Chardonnay, de Bodega Telteca. Este es un emprendimiento que lidera el grupo Cartellone asociados desde el 2000 a Marubeni Corporation, uno de los grupos comerciales más importantes de Japón. Esta sociedad particularmente hace fuerte la presencia de Telteca en los mercados externos más exigentes.

La materia prima la obtienen de viñedos propios ubicados en el departamento de Lavalle, provincia de Mendoza, al pie de la cordillera y en suelos pobres y rústicos (como le favorece a la vid) con clima semidesértico y bajísima pluviometría (menos de 250 mm al año). De los frutos obtenidos de estas vides, José Pedro Gómez, winemaker de la bodega, elabora esta línea de varietales y tres líneas más que pronto estarán en el mercado. Estos varietales hoy se pueden encontrar por ahora sólo en importantes restaurantes de Rosario y Buenos Aires.

Los tintos se destacan por una muy buena tipicidad varietal y frutosidad intensa de buen caudal aromático y mejor expresión en boca, matizado por acidez refrescante que lo hace fácil beber. Mientras que el Chardonnay de vibrante presencia a frutas cítricas y ananá en nariz, posee un elegante paso en boca.

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