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sábado,
18 de
marzo de
2006 |
Entrevista
Mi otro yo
La arquitecta María Eugenia Bielsa cuenta su relación con su verdadera vocación, su pasión por la docencia y el vínculo incondicional con la profesión
Aníbal Fucaraccio / La Capital
No duda de su vocación. Nunca lo hizo. Sabe que en la política es un ave que está midiendo la longitud de su paso. Más allá de que las circunstancias, su temperamento y sus inquietudes la llevaron a convertirse en vicegobernadora de Santa Fe, ella tiene sus raíces firmemente implantadas en su profesión y sabe que hacia allí apuntará algún día su regreso. El otro lado de María Eugenia Bielsa, quizás el que la gente menos conoce, es el de la arquitecta comprometida y visceral que asegura con naturalidad que "no podría haber sido otra cosa".
Esta arquitecta de 46 años, lleva más de 20 como docente en la Facultad de Arquitectura, incluso sigue dando clases en la UNR a pesar de las obligaciones que actualmente le representa la política. Está casada con un arquitecto, que era profesor suyo cuando estaba en quinto año de la universidad. Y ambos tienen un hijo de 19 años, que también estudia arquitectura. Evidentemente, en la familia todo gira alrededor de la misma pasión.
-¿Qué la llevó a ser arquitecta?
-Tengo la sensación de que la idea de ser arquitecta estuvo siempre en mí. Nunca me imaginé como otra cosa y cuando tuve que elegir la carrera universitaria nunca dudé. Siempre sentí una enorme preocupación por el modo de buscar los espacios, la situación de cobijo que brinda la arquitectura, la diversidad de la disciplina y la tecnología que la asiste.
-¿Cómo fue la reacción familiar ante la decisión de estudiar esa carrera?
-Vengo de una familia de abogados. Por eso mi decisión no tuvo que ver con una impronta familiar. Era una cosa que tenía que ver conmigo.
-Y como todos los Bielsa terminó haciendo lo que quiso.
-En mi casa había una regla que era que había que ser universitaria. Mi papá quería que yo sea contadora para ganar plata y mi mamá que sea universitaria. Y en realidad, ninguna de las dos cosas hoy son garantía para tener dinero.
-¿Cómo fue como estudiante?
-Regular. Hice la carrera en seis años. Era buena alumna en las materias de proyecto y como toda mujer siempre fui muy dedicada.
-¿Con qué arquitectos conocidos compartió su etapa formativa?
-Con muchos de los que hoy están trabajando en la Municipalidad, como Mirta Levín (secretaria de Planeamiento), Ricardo Kingsland (ex director del Plan Director), Pepe Gutiérrez Márquez, Gerardo Caballero, Rubén Palumbo y Roberto Monteverde. Pertenezco a una generación de profesionales que tuvo protagonismo sobre las ideas que transformaron la ciudad.
-En etapas anteriores los arquitectos no tenían esa inserción en los lugares de decisión.
-En el caso particular de Rosario, creo que la arquitectura ha tenido en los últimos años un protagonismo interesante ya que se jerarquizó el área de Planeamiento. Y eso pasó también en Buenos Aires y Córdoba. Los arquitectos empezaron a opinar sobre la ciudad. Los dirigentes se dieron cuenta de que esta profesión -junto con el urbanismo- le agregan a la gente un plus de calidad de vida muy interesante.
Vocación docente
-Más allá de ser funcionaria, usted sigue ejerciendo el cargo de jefa de trabajos prácticos en la cátedra de Introducción al Urbanismo, de Isabel Martínez de San Vicente. ¿Por qué nunca dejó la facultad?
-Porque es un lugar que me mantiene activo el intelecto. Primero porque tengo una enorme vocación docente y segundo porque no me quiero alejar de la disciplina. De lo único que estoy absolutamente segura, es que nunca voy a volver atrás en mi decisión de ser arquitecta. Si me preguntan qué soy, primero digo eso. Ese es el lugar donde nunca me confundí y además es una de las cosas que más alegría y placer me da.
-¿Cómo es la relación y la reacción de los alumnos con la profesora-vicegobernadora?
-En la facultad es el único espacio en el que no admito que me hablen de nada que no tenga que ver con la arquitectura. Además, muchos ni saben que soy vicegobernadora porque no les interesa la política y los que lo saben me toman como una profesora. Está creado el hábito de verme como una profesora de la facultad de hace 20 años. Me da placer ser docente, es un lugar que me estimula mucho intelectualmente. Y me estimularía más si logramos que la universidad sea un lugar donde el pensamiento se fortalezca.
-¿En qué cambió la facultad que vivió como estudiante a la de ahora como profesora?
-Cambió mucho. Hice la carrera en la dictadura y la facultad no le daba lugar a la diversidad. Y aunque algunos profesores todavía siguen en sus cargos, las prácticas eran distintas. Después hubo un florecimiento intelectual, democrático, ético y de valores en los primeros años de los 80. Luego, la facultad entró en una especie de meseta que tiene que ver con la falta de expectativas y de apoyo al conocimiento que generó la década del 90. Y ahora están apareciendo cosas interesantes como el financiamiento de la ley educativa y la duplicación del porcentaje que se le destina al Conicet. Pero fundamentalmente, lo que le falta a la universidad es debate político. Existe un buen nivel disciplinar pero se nota una ausencia de compromiso social e ideológico.
-¿Por qué cree que hay tan pocos concursos?
-Me parece que en el Estado hay una suerte de prejuicio acerca de que los concursos son costosos, lerdos y poco efectivos. Para mí es todo lo contrario. Probablemente hay que efectivizar los procesos para que el Estado pueda encontrar en los concursos mayor agilidad. Además creo que tenemos excelentes arquitectos locales que puestos en un concurso podrían producir cosas muy interesantes sin tener que buscarlas afuera.
-¿Puede nombrar tres obras contemporáneas que le gusten de Rosario?
-Me gusta el implante de la obra de Alvaro Siza en el Distrito Sur, aunque me parece que tiene problemas de importación porque se compró tecnología para la cual aquí no existían cualidades técnicas. También me gustan algunas obras que hizo Rafael Iglesia y aunque parezca pequeño, me parece interesante su preocupación sobre el núcleo sanitario del parque de diversiones del Parque Independencia. La tercera obra serían las buenas decisiones en el tratamiento de la vialidad.
-Luego de su paso como funcionaria, ¿cree que la gente va a decir que la arquitecta pudo limpiar la imagen de la política o que la política llegó a manchar las intenciones de la temperamental arquitecta?
-Ninguna de las dos cosas. Yo no vine a la política para limpiar nada sino para conservar lo que soy.
-Eso no debe ser fácil.
-Probablemente no, pero cuando encuentre un límite que signifique una barrera ética, será el tiempo de mi retiro.
-¿Qué va a hacer cuando deje la política?
-Volveré sin problemas a ser arquitecta. Ese es mi plus en la política.
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Fotos
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Bielsa afirma que su profesión es su "plus en la política".
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