Perú: El camino del imperio andino

Contrasta bosques, desiertos, montañas y llanuras. Los recorridos por la naturaleza exuberante se mezclan con los rastros aún vigentes de la historia precolombina

La belleza de Perú es su riqueza natural, monumental y humana. Los amantes de la naturaleza encuentran diversidad de ambientes y paisajes. Un contraste agudo entre bosques y desiertos; quebradas y montañas nevadas en la sierra andina; pendientes con arboledas densas e inmensas llanuras de tupida vegetación en la selva amazónica.

Los admiradores de los vestigios del pasado encuentran testimonios magníficos de una civilización de seis milenios de antigüedad, de perfil cultural inconfundible. Las evidencias de un pasado esplendoroso se han resistido a desaparecer como si hubieran sido levantadas para abolir el tiempo y legar al futuro lecciones de sabiduría y organización.


Las ciudades imperiales
El Cusco, "ombligo del mundo" en la lengua quechua, fue la capital del Tahuantinsuyo, el imperio andino que concibió Machu Picchu, una de las maravillas del mundo. Llegar a esta ciudad, caminar por sus calles y disfrutar sus paisajes es transportarse directamente al pasado, algo en su atmósfera origina vivencias de profunda fascinación.

Culturas anteriores legaron también colosales muestras de su elevado desarrollo cultural y prodigios urbanísticos como el templo Chavin de Huantar, el oráculo de Pachacamac, la ciudadela de Chan-Chan y los valles de Sican y Tucumbe con sus pirámides y tumbas erguidas al cielo; son algunos de los mejores ejemplos (en pintura, escultura y arquitectura), de la fusión de las culturas americanas e hispánicas.

De generación en generación, conocimientos milenarios son empleados en distintos lugares del territorio peruano para lograr la armonía del cuerpo y del espíritu. Los encargados de estas actividades son los médicos tradicionales, chamanes o curanderos, quienes han heredado una riquísima sabiduría que vincula las fuerzas elementales de la naturaleza con las espirituales procedentes de los Apus o montañas tutelares, de lugares energéticos y de herramientas de poder.

Por ser un crisol de razas, en este país se aprecian múltiples manifestaciones de sus pueblos a través de su artesanía y de las festividades con sus imaginarios simbólicos, cuya música y danza evoca su propia historia, en el Perú se celebran mas de 1000 fiestas populares al año. La mayoría se organiza en torno al santo patrón, ya sea al pie de los nevados en la celebración de Señor de Qoyllur Ritti, en el corazón de las ciudades, como la procesión del Señor de los Milagros, en Lima o el Inti Raymi en Sacsayhuaman a 2 kilómetros de Cusco.

La fiesta tradicional peruana es un espacio de confluencia en el que lo sagrado y lo profano se integran en una sola manifestación de orgullosa vitalidad y alegría.

Las comunidades ofrecen la posibilidad de convivir con ellos para participar en sus actividades cotidianas para compartir sus vivencias.


Deportes
Estos espacios naturales sirven también de marco para la práctica de los deportes de aventura. Los aficionados al mismo pueden desafiar elevadas olas (de hasta 10 metros en Pico Alto, Lima), sobre todo en los meses de abril y junio.

Este ambiente precolombino también invita al trekking. El Camino del Inca hoy es considerado como el principal destino de aventura del mundo. En parapente se puede sobrevolar el templo de Pachacamac (Lima) y se puede hacer canotaje en los increíbles rápidos de ríos caudalosos como el Colca, Cotahuasi y Apurimac, que califican para el circuito mundial de canotaje.

Los paladares exigentes encontrarán variedad y calidad en la gastronomía peruana, que goza de fama universal. Es posible probar un plato diferente cada día del año. El encuentro entre lo europeo y lo andino, e incluso entre lo africano y lo chino, han creado una mixtura culinaria que constituye parte del folclore peruano.

Cada una de las 25 regiones a lo largo del país tiene platos con características e ingredientes propios: el cebiche de pescado limeño, la papa a la huancaina, el arroz con pato chiclayano y la incomparable pachamanca serrana de tres carnes, son apenas una muestra de la variedad de platos que hacen de la gastronomía peruana una de las mejores del mundo.

Todas las edificaciones de Cusco llevan tejas.