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domingo,
12 de
marzo de
2006 |
Cuatro poemas
A un desconocido
Lenta apoyo en tu mano semibárbara
mi mano palidísima.
Breve, casi inmaterial,
la insólita caricia
debió asombrarte porque tu mirada
buscó a la extraña mujer desconocida.
Aún estremece mi muñeca exangüe
una piedad que no comprenderías.
1939
Retrato
Palidez casi impúdica i
lento mirar de ojos entrecerrados;
un cigarrillo arde en la comisura
de su boca de escándalo.
Dice cosas audaces, con una voz dormida
de desperezo largo
que atenúa la cruda libertad de la frase
como si la dijera soñando.
Nocturna luz le enciende en la pupilas
verde clima malsano i
el perfume que usa la define
tanto como sus labios.
Viaje
He aquí mi mar nocturno
en el que viajo absorta,
viajera inmóvil,
tibio ovillo de sombra.
Cómo brilla la luna de diciembre
en el movible espejo de las olas
tan al alcance de mi mano yerta
i de la brasa de mi boca.
Afuera el alto cielo, el viento triste
en mi terraza silenciosa.
1940
A un extranjero
Acabo de leer tu libro, oh extranjero,
a quien no veré nunca.
Y aún estoy escuchando, estremecida,
tu voz de olvido i de aventura.
Tu roja voz cargada del terrible
atractivo de las cosas inseguras.
Así tu verso lúcido, que se torna
/evasivo
sin que yo logre asir su esencia oscura.
Así tu rostro claro, que de golpe,
se me enturbia.
Has encendido un fuego en la tiniebla
i huyes sin defender su llama pura.
Sé que me voy a dormir en esta noche
de cautelosa lluvia:
Tus ojos i tus versos me han traído
la pena más absurda!
1940
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Fotos
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Hugo del Carril, en una ilustración de Bertolé para la revista Sintonía.
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