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domingo,
26 de
febrero de
2006 |
Panamá comenzó a disfrutar con las "mojaderas"
El carnaval de Panamá se inició ayer con mojaderas (guerras amistosas con agua entre vecinos), desfile de comparsas en los barrios populares y murgas o compañías de músicos callejeros.
En la céntrica Vía España, en la capital, orquestas nacionales e internacionales crearon un ambiente festivo desde anteayer, en la víspera de la fiesta del Rey Momo.
En un mensaje a la población, el presidente de la República, Martín Torrijos, garantizó la seguridad en los cuatro días de carnaval, a través de la asignación de más de 15 mil unidades de policías en las calles.
A diferencia de otros años, hubo dificultades en la preparación de la farsa en la capital, que originalmente iba a ser desarrollada en el malecón de la Bahía de Panamá. Los detractores de la idea adujeron que muchos podrían caer ebrios al mar y ahogarse.
En la nueva ruta de la fiesta fueron instaladas tarimas, puestos de venta de cerveza, viandas y refrescos, así como potentes altoparlantes para difundir música de salsa, merengue, reggaeton y otros ritmos bailables.
Con los primeros repiques del carnaval, un grupo de presos organizó un motín en las cárceles de la Joya y La Joyita, en ciudad de Panamá. En la refriega uno de ellos murió, dos resultaron heridos y cuatro lograron escapar.
Turistas con ropa ligera, cámaras y atuendos estrafalarios, así como algunos atrevidos, deambulaban ayer en áreas metropolitanas en busca de emociones fuertes relacionadas con el jolgorio.
Autoridades de Salud insistieron en el sexo seguro para prevenir el contagio del VHI/sida, mientras oficiales de Tránsito recordaron a los conductores que lo mejor de la rumba es "vivir para contarla".
En medio del bullicio, la organizadora del carnaval capitalino, Mingthoy Giro, invitó a las orquestas a tocar "hasta más no poder", sin que importe el tiempo utilizado por los músicos para deleitar al público concentrado en las aceras.
Sin embargo, la Iglesia Católica exhortó a la población a "divertirse sanamente" y alejarse de los peligros mundanos, generados por el abuso del alcohol y el desenfreno. Miles de personas continuaban ayer el éxodo al interior del país, donde el carnaval tiene una expresión vernácula. Mujeres desfilan sobre carros alegóricos y presiden la celebración, en medio de fuegos artificiales.
En las ciudades centrales de Las Tablas y Chitré, grupos de tunantes saloman y tararean canciones de doble sentido, dirigidos por una cantalante o mujer con potente voz, que guía al coro, mientras retumba el cuero de los tambores.
La diversión se extiende a las costas del Caribe y el Pacífico, donde la gente inicia las mojaderas con agua de mar, y ofrece a los visitantes exóticos paisajes, la venta de ron, pescado frito y dulces de coco.
En la fiesta en áreas marítimas y portuarias se combinan los ritmos afrocaribeños, como el calipso y el reggae, con la cumbia ejecutada por acordeonistas, trompetistas y tamborileros.
El carnaval panameño concluirá el miércoles con el el entierro simbólico de la sardina, una ceremonia pagana, en la que los extenuados danzantes fingen el llanto, tras el fin de la parranda. (DPA)
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