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domingo,
12 de
febrero de
2006 |
Angustia posvacaciones: Volver al trabajo
Cada año el reintegro al mundo del trabajo luego del período de vacaciones implica una suerte de adecuación que redunda en un sobreesfuerzo físico y mental. Los especialistas lo llaman estrés posvacacional, otros sindrome posvacacional y los más escépticos dirán que no es ni sindrome ni postvacacional, y que el punto desencadenante de la tensión no radica en las vacaciones sino en el trabajo. Lo cierto es que a pesar de las posturas terapéuticas, la sensación de la vuelta o comienzo de la rutina laboral requiere de mecanismos tanto reactivos como adaptativos casi inmediatos para recomponer la capacidad necesaria de sintonización con el ambiente posterior al período de relax.
Los indicadores más frecuentes del sindrome se caracterizan por la fatiga, sentimiento de tristeza y añoranza del tiempo pasado, falta de apetito, molestias estomacales, pérdida de interés y motivación, procesos de pensamiento lentificado y reiterativo, falta de concentración y creatividad, disminución del deseo y frecuencia de prácticas sexuales, trastornos del sueño ya que hay una modificación del ritmo circadiano, irritabilidad e intolerancia, en un período que no debería exceder los 10 ó 12 días.
Numerosos estudios han demostrado que existen sectores laborales de mayor incidencia de este padecimiento. Ellos son los trabajadores cuya profesión se ligue a la educación, ciencias de la comunicación, de la salud, y todos quienes se vean expuestos al trabajo con semejantes. En este sentido también habría que tener en cuenta el rasgo particular subjetivo de cada persona, no obstante, la mayor vulnerabilidad se observa en aquellos con patologías subyacentes que tienden a polarizar sus estados de ánimo (de la depresión a la ansiedad).
También no se deben perder de vista los factores ligados a situaciones inherentes al puesto laboral caracterizadas como poco gratificantes, un ambiente de trabajo poco o nada deseado, expectativas casi nulas y mala remuneración.
Frente a todo esto será importante considerar que no es más que un estado pasajero, posible además de ser tanto prevenido como superado. En tal sentido algunas alternativas radicarían en que antes de la vuelta al trabajo y desde la perspectiva que nos da el período de ocio, dedicar una reflexión acerca de nuestra situación laboral. Revisar qué cosas valoraríamos como positivamente gratificantes, agradables, contributivas a la propia esencia y cuáles negativamente.
Es importante reconocer en quienes podemos depositar confianza para relajarnos y descansar en ellos, y a quienes debemos reservar sólo un trato de cumplida cordialidad y respeto que nos garantice relaciones adecuadas y saludables. Esto retornará en un sentimiento más estable emocionalmente, con menos sensación de vulnerabilidad haciendo que disminuya en grado considerable la ansiedad.
Algunas alternativas para superar el sindrome son:
En lo posible no concentrar las vacaciones en un solo bloque temporal.
Reconocer que las vacaciones no son la solución a los problemas laborales. Dejar pendiente los conflictos para resolverlos al regreso es como irse a dormir peleado con quien convivimos.
Intentar no hacer coincidir el reintegro con el día de regreso o inmediatamente, ya que concederse unos días en casa es más recomendable antes de emprender "el lunes".
Y sobre todo, permitirse pensar que antes que el fin de las vacaciones es mejor descontar los días para las próximas, de manera de vivir el pasaje por la cotidianeidad mentalmente más confortables.
Juan J. Carabajal
Psicólogo - Docente e investigador de la UNR
[email protected]
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