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 domingo, 12 de febrero de 2006  
Qué es y cómo funciona esta herramienta que la gente elige cada vez más
Centro de mediación: una isla donde naufragan dramas sociales
Los pedidos a la institución que funciona en la Defensoría no dejan de crecer. Trabaja un equipo interdisciplinario

Claudio González / La Capital

Dos hermanos sexagenarios peleados por más de tres años se endilgaban la muerte de su padre. Ambos decían que los ahorros de su progenitor, destinados a un tratamiento médico, se lo había gastado el otro. Ninguno de los dos estaba en lo cierto: el abuelo se había consumido la plata con una novia y recurría a sus hijos para comprar los remedios, con el argumento de que su dinero se lo había prestado a su otro hermano. Para estas personas hubiera sido complicado desatar el nudo del conflcito, salvo una azarosa coicidencia, sin la intervención de un mediador comunitario que contribuyó a unir las partes y, a través del diálogo, desentrañar el curioso episodio que motivó la separación familiar.

Para que este conflicto tuviera un final feliz, y como en tantos otros casos, algunos muy graves y otros que desnudan diferencias sociales más profundas, hizo falta la intervención del Centro de Mediación doctor Pablo Benetti Aprosio, que hace más de 10 años busca soluciones cuando afloran conflictos comunitarios, y funciona en la delegación local de la Defensoría del Pueblo, frente a la plaza Pringles.

El organismo fue creado con la intención de coadyuvar en los procesos de recontrucción del diálogo frente a las diferencias diarias de los ciudadanos. Desde julio de 1995, interviene en problemas vecinales, comerciales, de violencia escolar, reclamos de servicios públicos, familiares y laborales, en un arco tan amplio de hechos como la dinámica social va imponiendo.


Crecimiento
Y el centro no deja de crecer. Tal como lo consignó La Capital en su edición de ayer, durante 2005 tuvo un 36,7 por ciento más de consultas que en 2004, y sólo en enero de este año las solicitudes de mediación treparon un 61 por ciento con relación al mismo mes de 2005. La gente, está claro, elige cada vez más este mecanismo para resolver sus diferencias.

También el organismo vivió un cambio en cuanto a la naturaleza de los conflictos, con un incremento de los problemas entre vecinos que los llevó a ocupar el 34 por ciento de las mediaciones (en 2004 eran el 30 por ciento), y a desplazar del podio a los problemas comerciales (que bajaron de un 34 a un 31 por ciento). En orden decreciente, le siguen los conflictos familiares y las dudas por las prestaciones de las empresas de medicina prepaga, entre otros.

Y un párrafo aparte lo merece el crecimiento de los niveles de agresividad en las escuelas, que tiene como protagonistas a alumnos, padres y maestros.


Un tercero imparcial
"En la mediación aparece un tercero imparcial que intenta ayudar a las partes para que ellas por sí mismas arriben a una solución. No se trata de un juez, un consejero, o un psicólogo. La idea es descubrir la verdad y que los protagonistas indaguen sobre los verdaderos intereses que tienen más allá de lo que dicen, y en base a ello intenten llegar a un acuerdo. En la medida que esto se dé, sentirán la solución como un producto propio y con la necesidad de cumplir lo que pactan", explicó el coordinador del área, Víctor Jaef.

El procedimiento de la mediación es una reunión informal donde se explica las reglas: respeto, informalidad, voluntaridad y confidencialidad de todo lo que se hace o dice. Este último aspecto permite que la gente se sienta mucho libre para hablar, sabiendo que nadie conoce sus dichos.

Se diferencia del "arbitraje o el mismo proceso judicial, donde hay soluciones impuestas desde afuera, que siempre genera rechazo en alguna de las partes o en ambas. Aquí esa sensación desaparece y aflora lo que llamamos ganador-ganador, porque vienen con diferencias que parecen insalvables y se van diciendo «me llevo lo que vine a buscar»", explicó Jaef.


En equipo
A decir verdad, el ámbito no parece una repartición pública. La estructura orgánica está aceitada y con bases teóricas muy firmes. En esta isla se trabaja interdisciplinariamente con cerca de 40 mediadores debidamente adiestrados. Llamativamente colaboran un profesor de teatro, una profesora de literatura y un psicólogo. "Todos aportan conceptos desde su perspectiva para que la comunicación sea efectiva y la mediación logre sus objetivos", indicó el coordinador.

Una cartilla, un papel explicativo y la invitación forman parte del pack que reciben los interesados en resolver sus problemas con un tercero. "Mandamos el instructivo del procedimiento por carta. Lo invitamos, porque a diferencia de la citación, la persona no está obligada. Lo hace si realmente tiene ganas. Queremos quitarle toda idea de imposición y resaltar la voluntariedad del procedimiento", argumenta el conductor de la oficina.


Frente al descontento
Este método antiguo comenzó a reformularse en 1976 en Estados Unidos, cuando el poder judicial de ese país atravesaba una profunda crisis y reinaba un descontenato generalizado en la sociedad. Por estos tiempos tal vez en Argentina se viva un panorama similar y por ello las mediaciones hallan encontrado tantos clientes.

Contrariamente a lo que se pudiera pensar, los aportes teóricos para los avances de la disciplina lo brindaron las ciencias matemáticas, la antropología, la psicología y la sociología. El Derecho se sumó después. "Acá se respeta la legalidad, pero las soluciones van más allá de lo que la ley puede prever. Las relaciones humanas escapan al encuadre legal. En casi todos los casos entran a jugar las emociones, algo que la ley no puede contemplar", teorizó Jaef, un abogado preparado en la Universidad de Harvard (EEUU).

Con más de 15 delegaciones en todo el territorio de la provincia, el trabajo no se circunscribe solamente a Rosario. También se deben atender casos en otras ciudades santafesinas. Lo cierto es que la demanda de soluciones en el Centro de Mediación Pablo Benetti Aprosio sigue creciendo. Los factores son múltiples: malestar, falta de diálogo, descontento social por la necesidades básicas insatisfechas y reglas de mercado poco claras.
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