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 sábado, 28 de enero de 2006  
Incomunicados. El principal accionista de al empresa instalada en el Gran Rosario es de capitales uruguayos
Batlle: "Nunca vi una protesta en Capitán Bermúdez"
El ex presidente oriental dijo que los argentinos no se quejan por las papeleras ubicadas sobre el río Paraná

El ex presidente de Uruguay Jorge Batlle recurrió ayer a la ironía para sumarse a las voces que cuestionaron duramente al gobernador de Entre Ríos, Jorge Busti, en el marco del conflicto por el proyecto de Montevideo de instalar dos papeleras en la fronteriza ciudad de Fray Bentos.

"A uno le llama poderosamente la atención que el amigo Busti, que tiene una provincia que, por un lado, está frente al río Uruguay y, por el otro, al río Paraná, no haya hecho jamás una protesta similar ante los efluentes de (la planta de) Capitán Bermúdez. Me parece que es una cosa medio exótica", disparó.

El ex mandatario uruguayo destacó que a su juicio la curiosidad del reclamo se profundiza "si se tiene en cuenta que en Argentina hay siete, ocho o nueve plantas sobre el río Paraná, unas buenas, otras regulares, otras en vías de mejorar".

El antecesor del presidente Tabaré Vázquez rechazó terminantemente la sugerencia lanzada meses atrás por el mandatario entrerriano acerca de presuntas coimas pagadas por las empresas encargadas del proyecto al gobierno de Montevideo.

"Las papeleras aquí, por cierto, ni en el gobierno que yo tuve el honor de presidir, ni en el gobierno anterior tuvieron que hacer ningún tipo de aporte de ninguna naturaleza; al contrario, ni siquiera se le planteó", enfatizó.

"El que habló con los finlandeses permanentemente fui yo", aclaró en alusión a los propietarios de la empresa Botnia. La otra firma encargada de la construcción de la segunda papelera es la española Ence.

"En los países del Mercosur existen masas forestales, en Argentina, en Brasil, en Chile, que se están transformando desde hace mucho tiempo en empresas que se dedican producir pulpa de papel, algunas sobre el río Paraná", inició su explicación.

En ese contexto, agregó que no vio "a nadie, ni al gobernador Busti, ni a Greenpeace hacer lo mismo para tratar de que la planta de Capitán Bermúdez, que es hoy propiedad de capitales uruguayos, esté cumpliendo con las normas medioambientales que se le están exigiendo, que nosotros exigimos y el mundo exige a todas las plantas nuevas que se instalen".


Protesta e investigación
La afirmación de Batlle es rigurosamente cierta, salvo por un detalle. En diciembre de 1998 una delegación de Greenpeace inspeccionó las sustancias que vertía la empresa Celulosa Argentina SA, emplazada en Capitán Bermúdez, y denunció a la firma por verter sustancias contaminantes en el Paraná.

Según un informe al que ayer accedió La Capital, luego de analizar los efluentes de Celulosa Greenpeace identificó numerosos contaminantes, muchos de los cuales persisten en el ambiente y se bioacumulan en los organismos vivos.

"Se sabe que muchos de los contaminantes hallados en los efluentes son sumamente tóxicos y no se degradan fácilmente, por lo que su presencia en el agua, los sedimentos y los organismos acuáticos resulte una amenaza que se prolonga durante años", resumió la organización ecologista en su informe.

Greenpeace tomó muestras de los vertidos y de los residuos sólidos arrojados al río y los analizó en su laboratorio de la Universidad de Exeter (Inglaterra).

Entre los compuestos presentes en las muestras se encontraron cloroguaiacoles o metoxifenoles clorados, dicloro y tricloro fenoles, metoxifenol, alquilbencenos, sulfuro de dimetilo, una serie de hidrocarburos de cadena larga y el compuesto volátil cloroformo (triclorometano).

"Muchos de los compuestos identificados son típicos de los efluentes de las plantas de pasta y papel que emplean cloro elemental o reactivos que contienen cloro", concluye el informe.

Pero uno de los datos más sorpresivos que pudo encontrar La Capital, es que la planta celulósica que opera en Capitán Bermúdez es de capital uruguayo y se llama Fanapel.

Esta empresa, fundada en 1898, es hoy la papelera más importante de Uruguay. En el año 2000 adquirió la mayoría del paquete accionario de Celulosa Argentina SA, constituyéndose en una empresa con fuerte presencia regional.

Lo curioso del dato causó estupor en las organizaciones ecologistas de Uruguay. Una de ellas, la ONG Grupo Guayubira, aportó jugosa información sobre el accionar de Fanapel cuando comenzó a alumbrar el conflicto entre ambos países a mediado del 2004 por la instalación de las factorías en Fray Bentos (ver aparte).

"No creemos que nuestros gobernantes blancos y colorados (que siempre han estado muy vinculados a los Zerbino de Fanapel, al punto de que sus propietarios han sido ministros en distintos gobiernos) les estén pidiendo a las ONG y gobiernos locales argentinos que se movilicen en su contra. Aquí empieza el efecto bumerán y no creemos que los directivos de Fanapel estén muy contentos con este escrache involuntario", se puede leer en el documento que hizo circular el grupo ambientalista uruguayo.
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En 1998 Greenpeace protestó frente a la planta de Celulosa.

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