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 domingo, 11 de diciembre de 2005  
La ceremonia fue en la seccional 9ª
Dieron el sí tras las rejas de una comisaría
El novio está detenido y espera sentencia, pero igual ayer los casó el pastor de una iglesia evangélica

No hubo vestido blanco ni arroz, pero tampoco faltó emoción a la ceremonia. Después de varios años de casados por civil, Germán Campos y Liliana volvieron ayer a dar el sí, esta vez frente a un pastor de la Iglesia Evangélica Comunidad Cristiana y en un escenario especial: la seccional novena de policía, donde Germán espera sentencia desde hace 11 meses. El ejemplo de la pareja contagió a varios. Otros cuatro detenidos ya solicitaron al religioso que los case.

Sin dudas, el trajín habitual de la seccional 9ª, en la zona norte, se vio totalmente modificado durante la mañana de ayer. Liliana llegó temprano con sus dos hijas y algunos familiares que fueron testigos del casamiento de la pareja. Lo mismo que la mayoría de los 26 detenidos que están alojados en la seccional y el personal y autoridades de la comisaría.

"Realmente fue una ceremonia emocionante. Simple y sencilla porque el espacio era pequeño, pero pudimos cantar alabanzas y agasajar a los novios", asegura Adolfo Román, uno de los pastores encargados de casar a la pareja.

Esta fue la primera vez que el religioso celebró un casamiento en una seccional policial. Pero, según parece no será la última. Entusiasmados por la experiencia de Germán y Liliana otros cuatro presos le pidieron que los una en matrimonio.

"Algunos llevan tiempo juntos, otros ni siquiera están casados por civil, así que tendremos que ver si un juez de paz puede acercarse a la comisaría", se entusiasma Román.

Por sus años de trabajo en dependencias policiales, el pastor sabe del valor que el matrimonio tiene para los reclusos. "Lógicamente, muchas relaciones se resienten mucho debido al encierro. Por eso estas uniones son muy sentidas", explica.

Pero el matrimonio entre Germán y Liliana no fue el único oficio que celebró el pastor en la seccional 9ª. Como corolario de las reuniones semanales que la iglesia realiza en el seccional, unos 16 reclusos recibieron el bautismo y, según remarcó Román, "tomaron el compromiso de renunciar a su forma de vida anterior y reconocieron que necesitaban que su nueva fe transforme su existencia".
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