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domingo,
04 de
diciembre de
2005 |
Un corredor que comunica a dos culturas
Jorge Levit / La Capital
"Desaparecidos..., desaparecidos. Déjeme pensar... ¡Aha!, sí, sí... Eran esos que los militares argentinos tiraban al mar desde los aviones, ¿no es cierto?". Un veterano referencista de la sala de lectura del Instituto Iberoamericano, con un muy fuerte acento alemán, decodificó la palabra en español que hizo tristemente célebre a la Argentina durante la última dictadura y no demoró más que unos segundos en indicar dónde estaban todas los libros sobre esa temática.
Sobre la amplia avenida Potsdamer, a pocas cuadras de donde comenzaba la ex República Democrática Alemana, un moderno edificio dividido en dos sectores contiene millones de libros en español, portugués y alemán. En el ala izquierda se ubica la biblioteca estatal y en el de la derecha el Instituto Iberoamericano. Cada uno tiene entrada independiente y podría casi decirse que muy pocos recorren el largo corredor interno que conecta las dos bibliotecas y que une dos mundos y dos culturas diferentes separadas apenas por unos pocos metros. Es algo parecido a la magia de las novelas latinoamericanas.
El Instituto es una isla iberoamericana en pleno Berlín por donde todos los años decenas de becarios latinoamericanos consultan sus obras, investigan y encuentran -casi increíblemente- textos que a veces no consiguen en sus países de origen. Tan arduo de comprender como el propio idioma alemán.
Esa mixtura cultural se expresa inequívocamente en el origen del personal científico del Instituto, mayormente germano pero con vasto conocimiento de Latinoamérica, un perfecto español y además -en algunos casos- el dominio de lenguas indígenas precolombinas como el quechua y el aimará.
Un mundo casi irreal que acerca más a Iberoamérica con la cultura teutona.
Jorge Levit fue becario
del Instituto Iberoamericano
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