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domingo,
18 de
septiembre de
2005 |
Entre luces y sombras
"Lo volvería a elegir", confiesa Marisa sobre su marido a quien conoció desde siempre en Patagones pero logró "enganchar" con su ternura. "Es muy entrador", se distiende. Minutos antes había llorado por su hijo Fede, expresando su preocupación por los compañeros de su hijo. Después, habló de las responsabilidades. "Si mi hijo está dentro de una escuela, la escuela es responsable de la seguridad de mi hijo", sostuvo convencida.
"Cuando digo escuela -precisa-, incluyo a todo aquel que le atañe, el preceptor, el profesor, el director, el ministro de Educación y los que haya en el medio. Hay un gabinete en la escuela que tiene que detectar problemas, no serán psicólogos, no podrán tomar determinaciones... ¿Hasta cuándo no pueden tomar determinación o indicar o dejar de ver? Yo supongo, siento, creo y debería ser así. Son totalmente responsables".
"Y si uno tiene un hijo -avanza- y es miembro de una fuerza y tiene un arma sobre la cual el reglamento dice que el hijo no debe saber dónde se guarda. Sabe además que ese hijo tiene un problema, y sabe que puede atentar contra su vida, uno es responsable de ese hijo y de sus acciones. Eso fue así, y si además deja el arma con tres cargadores y desde el día anterior se la roba y no se da cuenta... Hay responsables".
Entonces advierte. El padre de Junior después del arresto "va a seguir con el arma en su casa, formando a otro chico (por el hermano de Junior de 12 años), y ¿cómo lo están formando esos papás?".
Y va más allá. "Junior después de los estudios que le van a hacer ahora en la clínica psiquiátrica donde está puede llegar a volver al hogar -ironiza-, porque la familia es lo mejor para él. La familia que formó a este asesino, que le dio todo lo que necesitaba para concretar lo que hizo. ¿Es lugar para que este chico esté? Y por supuesto el arma de Prefectura la va a seguir teniendo a su alcance. Pero bueno (suspira), esa es nuestra lucha".
La lucha de los Ponce y de los demás familiares de los chicos muertos, y de los alumnos del por entonces 1º B de Islas Malvinas es pedir luz, es por la vida, por la seguridad que permita libertad en las escuelas y por la Justicia. Por eso lanzan pequeñas velas en el río todos los 28 con la certera ilusión de que llegarán al mar.
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Las dudas. La mamá de Fede se pregunta por el destino de Junior y su familia.
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