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 domingo, 18 de septiembre de 2005  
"El modelo chileno fue idealizado", aseguró un senador trasandino

Walter Palena / La Capital

El senador chileno Carlos Ominami pasó el fin de semana por Rosario con dos objetivos a cuestas: apoyar la candidatura a diputado de Hermes Binner y explicar la experiencia de la Concertación, que ya lleva 16 años a cargo del gobierno trasandino. "Hay una idealización del modelo chileno", aclara, sin embargo, el dirigente, quien fuera ministro de Economía en la primera etapa de la transición que comandó Patricio Aylwin. En esa etapa, comenta, Chile tenía un nivel de pobreza que alcanzaba al 40 por ciento de su población y hoy lograron reducirla al 18 por ciento. "Nuestra meta ahora es erradicar la indigencia, que está entre el 5 y 6 por ciento, pero debemos hacer las cosas bien", sostiene.

Ominami trató en todo momento de dejar en claro que no se puede trasladar automáticamente el éxito de la experiencia chilena al ámbito argentino. "Hay algunos compatriotas que andan por la vida dando lecciones, lo que le ha ocasionado un gran daño al país porque no cuentan la verdad y entregan una visión arrogante, soberbia de Chile", dispara.

El prestigioso intelectual y ex ministro, ahora convertido en senador, brindó -en una entrevista a La Capital- algunos detalles que explican la "bonanza" que goza Chile, producto de una ingeniería política y económica armada por el Partido Socialista y la democracia cristiana, dos fuerzas que se enfrentaron fieramente en el pasado y que hoy son ejemplo de cohabitación política en Latinoamérica a través de la Concertación. "De gobierno a gobierno, tenemos una excelente relación con el presidente Néstor Kirchner, pero como partido (el socialista) nos interesa estrechar vínculos con las fuerzas progresistas de Argentina", dice ante la atenta mirada de Binner, sentado a su lado y asintiendo cada concepto jugoso que lanza el chileno.

-La campaña política para elegir presidente en Chile es muy tranquila, todo lo contrario a lo que sucede en la Argentina. ¿A qué se debe?

-Chile está viviendo un momento excepcional. Hace dos años cualquiera hubiera dicho que la experiencia de la Concertación estaba agotada, pero hoy todo indica que hemos sido capaces de renovarnos; la derecha no es opción y la próxima presidenta va a ser Michelle Bachelet (la candidata oficialista). Es tranquila porque no hay misterio. El único misterio es saber quién va a salir segundo y quién liderará la oposición en el próximo período.

-Me refería a que no hay agravios, descalificaciones personales...

-Creo que uno de los méritos de Chile es haber hecho del dolor un aprendizaje. Cada sector sabe que tiene límites de los cuales no se puede pasar porque se pone en riesgo el sistema. Tenemos una suerte de autorregulación. Ya pagamos muy caro las competencias que se desbocaban y las campañas extremadamente confrontacionales del pasado.

-Pero la Argentina también sufrió una dictadura brutal y la transición no fue tan ordenada.

-Hay dos diferencias muy marcadas. En Argentina el régimen militar se desplomó producto de una derrota militar (Las Malvinas), en cambio nosotros derrotamos a los militares políticamente y dentro de la propia legalidad que generó el régimen. Eso nos permitió iniciar un proceso de transición sin derramamiento de sangre, pero también nos puso una camisa de fuerza que tardamos mucho en romper: por primera vez en 16 años la Constitución chilena no llevará la firma de Pinochet.

-Costó tiempo acorralar a Pinochet.

-Para algunos fue un proceso lento, pero hoy Pinochet es un personaje liquidado. Hasta hace cinco años era intocable para la sociedad, y ahora termina sus días cuestionado en todas las líneas. Como gobernante cometió graves violaciones a los derechos humanos. También termina cuestionado como "soldado valiente" dado que alegó demencia para evadir a la Justicia y bajo el peso de acusaciones de corrupción.

-Cuando se está mucho tiempo en el poder se habla del desgaste. ¿Cuál es el secreto de la Concertación?

-Gobernar bien. Hemos sido capaces de demostrar que se puede crecer económicamente en democracia y avanzamos mucho en la lucha contra la pobreza. Cuando asumimos, el 40 por ciento de los chilenos vivía en la pobreza, y la hemos bajado al 18 por ciento. La indigencia está entre el 5 y 6 por ciento, por lo que la próxima meta es erradicarla en seis años, pero debemos hacer las cosas bien.

-¿Observa algún correlato de esa experiencia política en Argentina?

-Seguimos muy de cerca la evolución política de los países vecinos, y la relación con Argentina es de vital importancia. Siempre hemos procurado tener buen trato de gobierno a gobierno, pero como partido también nos interesa establecer un vínculo con el progresismo argentino. Con Hermes Binner tenemos una relación muy antigua, y a nosotros nos parece importante que gente como él, con trayectoria y con gestiones exitosas en el ámbito local, juegue un papel destacado. Creemos que es propio de los partidos estrechar relaciones. Nosotros no somos parte de los chilenos que andamos por la vida dando lecciones en materia previsional, económica... Muchos de ellos han hecho un gran daño al país porque no cuentan la verdad, y han entregado una visión arrogante, soberbia de Chile. Yo tengo mucha distancia de eso: contamos nuestra experiencia, y lo hacemos con la mayor franqueza; destacamos nuestros avances, pero también nuestras limitaciones. Hay una cierta idealización del modelo chileno.
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