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 domingo, 18 de septiembre de 2005  
El policía acuartelado volvió a su casa con una promesa del gobierno

Tras pasar más de 24 horas atrincherado en el destacamento del Hospital Provincial amenazando con suicidarse, el cabo de la policía santafesina Sergio Falaschetti depuso su actitud ayer a la madrugada y se entregó. El suboficial, que pedía al gobierno revertir las sanciones contra los policías que participaron del autoacuartelamiento de abril pasado, bajó su arma reglamentaria pasada la medianoche del viernes tras obtener el compromiso del subsecretario de seguridad, Gustavo Peters, de elevar su petición. El vigilante fue trasladado a la seccional 1ª y, tras ser indagado por la jueza de instrucción Raquel Cosgaya, recuperó la libertad.

"Falaschetti está en su casa descansando. Está bastante deprimido pero no hay que olvidar que es un hombre que estuvo más de un día amenazando con matarse", explicó ayer por la tarde Eber Palermo, uno de los vigilantes del gremio de Apropol con pedido de cesantía por el acuartelamiento policial de abril pasado en Jefatura. "El lunes (por mañana) lo verá un médico psiquiatra que determinará si debe sacar carpeta médica y cuántos días debe estar fuera de servicio", dijo Palermo.

En mayo pasado, Falaschetti encabezó una denuncia contra los oficiales superiores de la Unidad Regional II por el robo de combustible en los móviles del Comando Radioeléctrico. El cabo también aseguró, en junio, que habían pretendido electrocutarlo en la seccional 30ª, donde prestaba funciones.

Esta protesta del cabo Falaschetti tomó forma el viernes a la madrugada cuando, tras presentarse a tomar servicio en su puesto del destacamento policial Nº16 que funciona en el Hospital Provincial (Alem y Zeballos), desenfundó su pistola Browning 9 milímetros y se encerró en una oficina diminuta. El suboficial, de 42 años y tres hijos, anunció a sus compañeros que se iba a suicidar si el gobierno provincial no reveía las sanciones contra los policías que participaron del acuartelamiento del 12 de abril pasado, ocho de los cuales tienen pedida su cesantía. "Si el gobernador no me atiende, me voy a pegar tiro por tiro para morir desangrado", gritó el vigilante quien dijo sentirse "defraudado" por sus superiores.

Falaschetti recibió el apoyo de sus familiares, de los tres policías que se habían encadenado al portón de ingreso a la Jefatura y por varios efectivos cordobeses que llegaron a Rosario para apoyarlo. Durante la tarde del viernes la jefa de la policía provincial, Leyla Perazzo, le ofreció una reunió al rebelde, pero éste la rechazó: "(Perazzo) nos traicionó. En abril prometió que no habría sanciones y sabemos lo que pasó", sostuvo.

Fue recién a la medianoche, ya con la amenaza latente de una orden judicial para desalojar el hospital, que Peters llegó al lugar. Tras reunirse con el sargento Roque Palermo y el subcomisario José Arce, ambos dirigentes de Apropol, se firmó un acta compromiso en el que se solicitaba cuatro puntos: la revisión de los pedidos de cesantía que por resolución solicitó la jefa de policía; la no aplicación de sanciones para los ocho uniformados a los que se le pidió el despido; una mejora en la política salarial y que se le brinde atención médica y psicológica a Falaschetti.

En el acta Peters se comprometió a elevar el pedido al Ministro de Gobierno, Roberto Rosúa. "La firma de este documento es muy importante ya que es la primera vez que Apropol logra esto", explicó Eber Palermo.
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El viernes se intentó sin éxito que depusiera su actitud.

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