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domingo,
18 de
septiembre de
2005 |
Editorial
La Sinfónica merece otro trato
El atípico paro protagonizado por los integrantes de la Orquesta Sinfónica Provincial de Rosario se sumó a las múltiples protestas de asalariados que son noticia central por estos días. En este caso el fundamento de la medida se relaciona con la precaria situación de la agrupación, que no puede ser resuelta por intermedio de parches.
El conflicto social, tal cual se lo comentó en esta misma columna el pasado domingo, se ha vuelto la tónica informativa dominante en el transcurso de estos días. Y si bien su cotidiana puesta en escena puede ser irritante y hasta injusta con la sociedad -tal es el caso de la huelga docente, que victimiza a los chicos, y también el de la medida de fuerza protagonizada por el personal de salud-, en el trasfondo de estas protestas, como ya se lo afirmó, se vislumbra un legítimo y justo deseo de recobrar un status perdido. El caso del paro llevado adelante por los integrantes de la Orquesta Sinfónica Provincial de Rosario podría ser subestimado desde una óptica crudamente materialista, que ignorara la importancia crucial que posee el ámbito de la cultura para el desarrollo social. La verdad, por cierto, es muy otra: se trata de un hecho que justifica la preocupación ciudadana.
El panorama que describen los músicos dista de ser el ideal para el cumplimiento de su tarea: de acuerdo con su versión la mitad de ellos se encuentra en situación irregular -interinos, reemplazantes, contratados o mal categorizados- y el sistema de sustituciones brilla por su ausencia, lo cual hace que cuando uno se enferma, nadie pueda cubrirlo.
Otro de los reclamos esgrimidos se relaciona con la vacancia de cargos aparentemente "perdidos" en la compleja maraña de la burocracia santafesina. La consecuencia de tales "pérdidas" es la disminución de la plantilla orquestal, que ha provocado incluso cambios en la programación a partir de la imposibilidad material de ejecutar ciertas partituras.
La reacción del gobierno provincial ante la emergencia descripta y el paro planteado fue veloz, pero según los instrumentistas, insuficiente. La partida adicional de veinte mil pesos que se envió funciona a modo de parche pero no resuelve las deficiencias estructurales que constituyen el núcleo del reclamo. Y a pesar de que los músicos se comprometieron a cumplir con el resto de la programación del año, su pedido es que se le otorgue a la agrupación un presupuesto fijo en lugar de esporádicos subsidios.
En el marco de un sistema donde tantas veces se concede prioridad a lo frívolo, y cuando el contexto general entrega señales tan contundentes de una mejoría, resulta escasamente comprensible que no se le dé a la Sinfónica el trato que su importancia merece. Tal vez sea la hora de fluidificar los canales de diálogo y encontrar la solución definitiva para poner término a una precariedad que asusta.
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