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 domingo, 18 de septiembre de 2005  
Panorama político
Santa Fe, el aura y la reelección

Mauricio Maronna / La Capital

El conflicto docente es para Agustín Rossi un barrilete que en su interior lleva una bolsa de piedras. Alejándose del "discurso de las armas", Hermes Binner logra que las huelgas de los maestros y el paro de los médicos pongan en segundo plano (al menos por estos días) la relativa bonanza de la cual goza buena parte de la provincia de Santa Fe merced a la política económica.

El primer tiempo del partido "provincialización vs. nacionalización" le ofrece el plus al ex intendente rosarino de recorrer la bota sin demasiado barullo, rodearse de figuras prestigiadas en Latinoamérica (como el ex ministro de Economía de Patricio Aylwin y actual senador, Carlos Ominami), y hasta permitirse la aparente contradicción de que el demonizado ex vicepresidente Carlos Chacho Alvarez haga base en Rosario para apoyar su figura nada más ni nada menos que dando cátedra sobre "políticas para una gestión eficaz". Solamente la falta de reflejos que sigue dominando al PJ (hoy Frente para la Victoria) puede dejar pasar semejante contradicción.

El ex vice de Fernando de la Rúa puede ser un analista lúcido, un hombre honesto (de los poquísimos que se fueron de la función pública sin haber engrosado su patrimonio) o un personaje querible, pero jamás un ejemplo de "eficacia" a la hora de la gestión. "Juguemos en el bosque mientras el lobo no está", parece decir la coalición socialista-radical.

Ahora bien, lejos de demonizar la lucha docente (jamás habrá un país normal con maestros mal pagos y con 4.000 educadores de más de 60 años cumpliendo funciones a desgano y pensando más en una jubilación pobrísima que en capacitarse para estar actualizados al frente de las aulas), los gremios santafesinos deben saber que hay una delgada barrera que separa a las reivindicaciones justas de la huelga por la huelga misma.

Sin sentido común, cualquier estrategia, más temprano que tarde, se convierte en un bumerán. Y esto sirve tanto para el gobierno como para los sindicalistas. La administración Obeid atraviesa un incontrastable problema para imponer la agenda. Desde su propia esfera (por ejemplo la vicegobernación) se hizo trascender desde hace meses que esto era "culpa de una mala comunicación". El tiempo pasó y los conflictos persisten.

A esta altura de los acontecimientos, es hora de que el Ejecutivo replantee su estrategia y de que Amsafé ofrezca una tregua. Ser líder de un gobierno o de un sindicato representa una tensión dinámica entre lo que creen esos personajes y lo que desea la sociedad. La osadía o el capricho no son acciones de liderazgo sino de arrogancia pretenciosa. Lo demás es una carrera marcada por consignas cuyo final no es otro que el hartazgo social.

Pero volvamos a la política electoral, ahora que el 23 de octubre aparece en el horizonte como una meta cercana. El presidente Néstor Kirchner paseó su aura por la Asamblea de la ONU sin el mínimo miedo escénico y se plantó en el estrado neoyorquino como si estuviera frente a un escenario del conurbano bonaerense.

Más allá de las exageraciones de los enviados especiales de los matutinos porteños que acceden a un lugar en el Tango 01 con la condición de repetir a coro lo que susurran en sus oídos las fuentes oficiales, el santacruceño no hace más que repetir un axioma de aquella entrañable oficinista que protagonizaba Antonio Gasalla: "Primero pague y después proteste".

Como explica el consultor Rosendo Fraga, el discurso duro contra el FMI hace aparecer a Kirchner como nacionalista y antiimperialista. Detrás del palabrerío, Argentina es el país del mundo que más dinero ha desembolsado al Fondo en los últimos años. Sin embargo, esto que, curiosamente, es criticado por los pretendidos líderes de la centroderecha (tales los casos de Ricardo López Murphy y Mauricio Macri) es un buen signo para sacar al país del escalón del infierno que aún quema los talones.

Imagínese el lector al bravío santacruceño dejando una retahíla de deudas sin saldar, regresando al default o pidiéndole plata irresponsablemente al organismo supranacional para acicatear a los tenebrosos barones del conurbano para que sigan emigrando de las filas duhaldistas. A la hora de hacer juicios apresurados contra el presidente habría que detenerse en el escaso espesor de sus adversarios, que con tal de ganar algunos centímetros en los diarios no reparan en sus severas contradicciones.

Un fantasma empieza a recorrer los pasillos de la Casa Rosada: la reelección del presidente. El núcleo duro de la pingüinera (integrado por Carlos Zanini en Balcarce 50, Marcelo Guinle en la Cámara de Senadores y Carlos Kunkel en los laberínticos terrenos del conurbano) insiste en que dos obsesiones recorren el pensamiento del hombre que llegó del sur. Esto es, reducir a un dígito la tasa de desempleo, desendeudarse con el Fondo y romper amarras con el odiado De Ratto.

"Si logra un triunfo importante en las legislativas y despeja la cuestión económica, el Flaco renuncia a la reelección y va por la historia", dijo a La Capital un actual funcionario que compartió años de militancia con el jefe del Estado. La mayoría de los dirigentes descree de este planteo en un país donde la alfombra roja parece apunar y en el que cada ocupante del Sillón de Rivadavia se siente predestinado a refundar la Nación.

En los Estados normales los ex presidentes se dedican a escribir libros, dictar seminarios en el extranjero y no taponar las arterias para no impedir los saltos de calidad institucional. Aylwin lo hizo en Chile, José María Aznar en España y tantísimos otros en Estados Unidos y los países escandinavos.

Las patéticas escenas de un cronista (no menos patético) del programa pseudotransgresor CQC (gozando por las golpizas periódicas que le propina Kirchner) chicaneando al ex mandatario español por "dedicarse a escribir libros" es todo un ejemplo de la Argentina vulgar y chapucera.

Lo que nunca hará Kirchner es dejarle el camino despejado a Roberto Lavagna, el único ministro que ha logrado bajar los decibeles del volcánico sureño en sus periódicos choques con los funcionarios. "Si le dejamos el lugar al Pálido no volvemos más. Esto es un matrimonio por conveniencia y con fecha cierta de disolución del vínculo", advierte la fuente con relación al jefe de Hacienda.

Si Kirchner no se va, habrá que encontrarle un vice. La semana pasada recrudecieron las versiones sobre Carlos Reutemann, dueño de un estudiado segundo plano en el periplo estadounidense. El saludo de George Bush con el Lole en pleno reducto de la ONU dejó estupefacto a un cronista que fue testigo del episodio, pero que rápidamente recibió el pedido de "no darle demasiada entidad" a lo que dialogaron.

"Yo soy un soldado y el jefe es el presidente", dice el Lole, quien descree de un renunciamiento reeleccionista y se ríe cuando le comentan lo que se escribió en medios porteños: si finalmente el presidente se guarda para el 2011, la fórmula con Cristina sería un hecho consumado.

"Si la primera dama supera con creces la prueba de fuego bonaerense dará pelea por la Gobernación, en un esquema de Kirchner a la reelección. En ese panorama, Lole sería una figura destacada a la que se tendrá en cuenta como compañero de fórmula. Si bien el rol de Felipe Solá en la campaña es de mayor envergadura, Kirchner no termina de confiar en él. ¿Y si K le dice que no a un segundo período? Allí vuelve Reutemann como hipotético delfín y con Cristina como compañera del binomio, esto es Reutemann-Kirchner" (Urgente 24, 2/09/05). "Eso es papel mojado", se desentiende el ex gobernador.

En el reutemismo creen que estas lucubraciones son operaciones montadas desde algún despacho de la Rosada para sacarlo de Santa Fe y, ante un triunfo legislativo de Binner el 23 de octubre, despejar el camino socialista hacia la Gobernación. Por otro lado, si el ganador es Rossi, el ex intendente rosarino desaparecerá del escenario y en la provincia comenzará a hablarse del posreutemismo.

"Lole, hacé lo que quieras, pero lo único que te pido es que desde acá hasta el 23 de octubre no te pongas la campera roja", le dijo un legislador nacional del PS que se cruzó días atrás con Reutemann detrás de las cortinas del recinto de sesiones.

Los números del penúltimo domingo del mes próximo comenzarán a escribir el trazo grueso de una historia que por ahora se susurra entre bambalinas.


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