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 domingo, 18 de septiembre de 2005  
Desarrollo infantil
Como cuidar a los más pequeños

La Argentina tiene el más alto índice de siniestralidad vial del mundo: un promedio de 30 muertos por día. Pero ya mucho antes de salir a la calle, en la infancia, las cifras también son escalofriantes. Se calcula que los accidentes son la primera causa de muerte en los chicos de entre 1 y 5 años, y la tercera entre los bebés de menos de 12 meses. Además, el 10% de las internaciones pediátricas corresponden a niños mordidos por los perros guardianes de sus respectivas casas o por canes sueltos y mal alimentados.

Al respecto, la película nacional "La ciénaga", dirigida por Lucrecia Martel y que ha recorrido el mundo, muestra la falta de atención en la prevención y la muda aceptación del accidente como destino. "Prácticamente, no existen medidas generalizadas para cuidar a los niños muy pequeños ni tampoco hay respuestas sistemáticas y organizadas desde instituciones educacionales y/o sanitarias estatales, como es responsabilidad de esos sectores", sostienen desde un reciente trabajo publicado las doctoras Iris Schapira, Enriqueta Roy y María Rosa Cortigiani del consultorio de Neurodesarrollo e Intervención Temprana de la Maternidad Sardá de Buenos Aires.

La obra "Desarrollo normal y prevención de sus trastornos en menores de dos años. Cuidados para evitar accidentes" es una guía para la evaluación sistemática del desarrollo psicomotor y social, y fue premiada por el Comité Argentino de Educación para la Salud (Caespo). Asimismo, contiene pautas de intervención para acompañar y favorecer el desarrollo y prevenir trastornos y un capítulo final con consejos para evitar accidentes.


Intervención oportuna
Las autoras sostienen que todos los niños tienen posibilidades de crecer y aprender. "Cada uno a un ritmo particular desarrollará sus capacidades en formas y tiempos distintos unos de otros. No es adecuado que los papás estén ansiosos en que su hijo alcance un alto nivel de desarrollo. Puede ser contraproducente confundirlo y sobreexigirlo con estímulos inadecuados. Cada función debe aparecer a su tiempo. Sólo necesitan la oportunidad, y está en nuestras manos esa hermosa responsabilidad, que a su vez, significa un aprendizaje para los adultos", afirman.

No obstante, Schapira hace hincapié en las pautas de intervención oportuna. Propuestas que incluyen el juego, el mimo y las caricias no requieren de un tiempo adicional, se incluyen en las actividades de la vida diaria al cambiarlo, bañarlo y darle de comer. Desde ese ángulo, afirman que no es conveniente que el bebé mire televisión. Aunque parezca que se entretiene, es una especie de hipnosis. El niño no está preparado aún, pues los nervios de los ojos son inmaduros. También desaconsejan el andador, "causa frecuente de traumatismos de cráneo por la frecuencia de caídas", que además les impide estar de pie sobre las plantas y los obliga a prolongar la postura de "puntas de pie".

Los accidentes se incrementan cuando el niño aprende a desplazarse. Las autoras afirman que la prevención requiere de prudencia para prever los posibles peligros a los que está expuesto; tiempo para vigilarlo y disciplina para que aprenda hasta dónde le está permitido llegar. Entienden que si bien debe existir un equilibrio entre protección y educación, durante el primer año de vida, la protección es casi absoluta. Pregonan enseñar con el ejemplo, "con disciplina firme, pero cariñosa".

Respecto de los accidentes, sostienen que más allá de la actitud curiosa del niño, es importante desarrollar el sentimiento de autoconservación que depende pura y exclusivamente de los padres. "De la valoración y amor que sientan por sus hijos, de la orientación en el mundo externo y el control de ansias peligrosas, harán que se vaya perfilando el autocuidado, delimitando su propia identidad individual", afirman. Asimismo, postulan que los niños que se agreden a sí mismos o a los demás, tienden básicamente a sentirse despreciados y no amados. Creen que carecen de lo necesario para establecer y mantener el interés de otras personas, y que "con el fin de desviar la ansiedad, la ira y la depresión relacionadas con su personalidad menospreciada, adoptan una actitud de desinterés, postura que suelen reforzar con actividades antisociales".


Evaluación sistemática
Estudios realizados en Argentina, Uruguay y Chile han mostrado que el déficit en el desarrollo psicomotor de los menores que crecen en sectores pobres alcanza cifras cercanas al 40% en el grupo de 2 a 5 años -afirma desde el prólogo del libro la psicóloga chilena María Isabel Lira-. De no mediar una intervención temprana de alta calidad, parte de estos niños estarán condenados al fracaso escolar, a un futuro laboral precario y, consecuentemente, a la pobreza. A la vez sostiene que, como contrapartida, otros niños de su misma edad, que crecen en sectores aventajados, se inician en el uso de la computadora, realizan experimentos científicos, desarrollan su pensamiento matemático, aprenden un segundo idioma, gozan progresando cada día y afirman su autoestima.

"Los niños que crecen en la pobreza aprenden a molestar lo menos posible y repiten día a día actividades poco desafiantes", sintetiza. Sin embargo, las carencias económicas y culturales no siempre son tan decisivas. El desarrollo infantil en los primeros años depende del grado de aceptación con que los padres reciben al niño, de la calidad de la relación que establecen , de su destreza para captar lo que necesita, de su disponibilidad, de su capacidad para plantearle desafíos, de su presencia en las dificultades, de su calidez, de su empatía y de su paciencia.

Las autoras sostienen que los niños pueden ser ayudados en su desarrollo desde la visita al consultorio. El problema, para ellas, radica en que los déficit no suelen ser evidentes, salvo en condiciones severas, a menos que se haga una evaluación formal y específica que permita establecer con seguridad si el desarrollo está siguiendo o no su curso normal, identificar causas de desvíos y modificar pautas.

Las especialistas se apoyan en la inconveniencia de separar lo físico de lo psíquico, y reconocen lo que la investigación ha aportado respecto de las relaciones entre depresión y disminución de la capacidad inmunológica, entre tensión y colon irritable, entre angustia y problemas cardiovasculares, o entre "rechazo materno" y mala absorción de los nutrientes.

Cristina Susana Gozzi

www.consultoriodeneurodesarrolloe

intervenciontemprana.com.ar
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