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 domingo, 18 de septiembre de 2005  
Historias de la noche. Una original opción que combina dos sensaciones inigualables dentro de un mismo lugar
El auge de comer en los moteles seduce a amantes cada vez más exigentes
Los albergues transitorios ofrecen menúes sofisticados

Pablo R. Procopio / La Capital

No sólo de sexo viven los moteles. También se han convertido en ámbitos privilegiados para degustar los más variados menúes gastronómicos. Lo que antes requería ir a dos sitios diferentes, ahora se resuelve en uno solo. Es como matar ambos pájaros de un tiro. Los moteles han adaptado sus cocinas que ya igualan a las de los restaurantes, mientras en las habitaciones se mezclan dos sensaciones inigualables.

Según un relevamiento hecho por La Capital, cada alojamiento transitorio parece tener su propia impronta. En algunos simplemente se preparan comidas estándar, en otros platos de moda o que buscan originalidad, y hasta se pueden disfrutar los menúes más sofisticados.

"Servicio de mozo" dice el cartel que se enciende (con luz roja) justo en el momento en que llega el plato solicitado. Entonces, sólo hay que dirigirse hacia el pasabebidas (una compuerta que impide ver la cara del mozo o la mucama) y retirar la bandeja que incluye panera y cubiertos, además de la hielera, las copas y las botellas; en el caso de que no hayan sido solicitadas antes.

La comida está a punto y se evidencia que la receta ha sido respetada al pie de la letra: no faltan los detalles típicos de una refinada decoración gastronómica.

Ahora, sólo habrá que encontrar un lugar para saborear el pedido. Pero cuidado, que no sea la cama si el colchón es de agua.

En general, para el caso de las habitaciones base, los moteles de la ciudad pueden tener una pequeña mesa o una barra; sitios apropiados para el almuerzo o la cena.

Un llamado telefónico desde dentro de la habitación bastará para acceder a este nuevo placer que hoy se anexa al de siempre y lo convierte en las dos caras de una misma moneda. Vasija de hielo con langostinos como entrada, por ejemplo, seguida de un exquisito salmón rosado, es una de las opciones de Las Brujas (avenida de Circunvalación y Juan B. Justo). O, quizás, lo que se anuncia como "sugerencia del chef": carré de cerdo en croute de especias (con tarteletas de puerro y chucrut de dos colores). El postre, higos sobre bizcochos al oporto (con crema inglesa de cacao y salsa multifrutal).

"Yo a la cocina, la llamo el quirófano (porque está impecable)", dijo su propietario, Angel Annoni; un empresario que no deja de innovar a la hora de ofrecer más servicios a sus potenciales clientes. Tanto es así que considera que su negocio es "una sucesión de pequeñas cosas". Es que el público es cada vez más exigente y hoy en día busca, en los alojamientos transitorios, permitirse actividades impropias en una mesa tradicional (ver aparte).

Aquí, la posibilidad de satisfacer el estómago va aún más allá. En efecto, Las Brujas ofrece, en ocasiones especiales, combos muy puntuales: "San Valentín", "Afrodisíaco", "Halloween" o "Navideño", obviamente relacionados con lo que indican sus nombres.

Para la propietaria del albergue Ava Miriva (Circunvalación y Rondeau), Ruth Zentner, los clientes buscan "diversidad". En este sitio, está de moda acompañar un relación sexual con "nachos y cerveza", expresa antes de agregar que la gente "viene especialmente a pedirlos". Desde hace un tiempo, el comercio fue incorporando propuestas "intermedias entre los platos elaborados y los snacks", agrega. Pero esto obedece exclusivamente al perfil del lugar donde asiste un público joven, "de entre 25 y 30 años que se preocupa por su figura y su salud", remarca, y da más ejemplos: "Pronto sumaremos las recetas inteligentes de la clínica del doctor Máximo Ravena (discípulo del nutricionista Alberto Cormillot), un especialista en bajas calorías".

Así, cada target impone un producto. En Las Brujas son parejas de mayor edad y poder adquisitivo las que van a comer. En tanto, en el motel Stop (ruta 33 y las vías del ferrocarril), prefieren no marcar grupos etarios, aunque sí perfiles. "Las comidas se sirven más que nada al mediodía porque es el horario en que el personal de las empresas hace un alto" en su trabajo y busca relajarse en todo sentido, según su propietario, Fernando Salvalaggio. Buena idea.
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