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domingo,
10 de
julio de
2005 |
Laclau: "La denigración del populismo operó no sólo en Argentina"
El sociólogo no ocultó su optimismo por Kirchner
Isolda Baraldi / La Capital
Ernesto Laclau es optimista con el rumbo que imprimió el presidente Néstor Kirchner al país. El sociólogo y analista argentino vive en Inglaterra hace más de 30 años, sin embargo cuando se refiere a la Argentina se incluye y habla de "nosotros". La semana pasada estuvo en la ciudad donde disertó ante más de 600 profesores y alumnos de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Es considerado uno de los más importantes teóricos posmarxistas y lleva sobre sus espaldas un currículum por demás de vasto. En su último trabajo, "La razón del populismo", el académico se dedicó a encuadrar ese modo de articular la política y sacarlo del pozo peyorativo en que estuvo durante años. "Si Kirchner triunfa en esta gestión probablemente tengamos el gobierno más democrático que la Argentina haya conocido", asegura sin titubeos. Es más, asegura que vive el momento más optimista de los últimos 30 o 40 años de su vida.
-¿Por qué fue tan crítico con la consigna "Que se vayan todos" durante la crisis de 2001 y 2002?
-Porque me parece una consigna suicida. Plantear "que se vayan todos" es decir que se quede uno y si ese uno no es elegido por nadie posiblemente no será alguien muy apetecible. Me parece que en el 2001 se dio una enorme expansión horizontal de la protesta social, una manera tan nueva de protesta que no tenía canales institucionales o de expresión dentro del sistema político. Entonces se llega a las elecciones y las cosas se resuelven bien porque resultó elegido Kirchner; y lo que el presidente trata de hacer es no reprimir la protesta social, como piden algunos sectores, sino de establecer un diálogo de modo que la misma se integre verticalmente al sistema político. Si tiene éxito en esa gestión, probablemente podamos llegar a tener el sistema político más democrático que la Argentina haya conocido.
-Usted asegura que si Kirchner logra la construcción de un movimiento populista...
-Aclarando por supuesto que para mí populista no es un concepto peyorativo.
-Sí, está claro. Pero ese concepto es el que usan muchos analistas, periodistas y políticos para criticar la gestión del presidente y advierten la renovación del fenómeno como algo terrible para el país.
-He tratado de demostrar que la denigración del populismo operó no sólo en Argentina, sino en la teoría política desde la psicología de masas del siglo XIX se planteaba a las identidades populares como algo vago, difuso, parcialmente ignorante y sobre todo se oponía como concepto contra una administración racional. Y esta idea (de administración racional), no pasa por la construcción de una identidad de masa; por el contrario, siempre fue un pensamiento elitista de la teoría política. Empezando por Platón que quería el gobierno de un filósofo. Lo que choca entre sí es la concepción de la política como gobierno de los expertos con la concepción de la política basada en la movilización.
-¿Es una de las razones de su optimismo?
-Sí, quizá este es el momento más optimista de mi vida en los últimos 30 o 40 años y me parece que hay bases para serlo. Tradicionalmente la Argentina tuvo un sistema político que no funcionaba, porque o bien el peronismo estaba en el poder y en ese caso nadie podía ganar una elección; o estaban en el poder los otros, entonces el peronismo directamente estaba proscripto de forma sistemática. Un sistema que opera de esa manera va a tener una historia traumática. Creo que después de la última dictadura estas circunstancias han tendido a confluir, y esa es una de las bases de mi optimismo.
-¿Piensa que esta situación argentina tiene su réplica en América latina después de 15 o 20 años de neoliberalismo a ultranza?
-El neoliberalismo ha tocado fondo. Llegó a ser una fórmula generalizada y que se aplicó a todos los campos. En Argentina tuvo su expresión más alta en el menemismo, pero hoy día nos estamos apartando de esta tradición. Esto no significa que los mecanismos del mercado dejen de existir, pero lo que es importante es que haya regulación estatal presente, esto se está hablando en toda Latinoamérica. Por ejemplo el gobierno argentino ha tomado una actitud muy firme frente al Fondo Monetario Internacional (FMI); además hay gobiernos progresistas en Chile, Uruguay, y a pesar de las últimas noticias, también en Brasil. Del otro lado está el modelo de (Hugo) Chávez en Venezuela, que es otro tipo de populismo. Yo apoyo la experiencia de Chávez, porque un país donde había masas vírgenes que estaban desde mucho tiempo en una situación de exterioridad del sistema político, ese sistema es adecuado; pero no en el sur donde tenemos un sistema institucional más diversificado y la sociedad civil es mucho más capaz de autorregulación que en el norte.
-¿No piensa que la sociedad argentina reaccionó tardíamente en el 2001 cuando el derrumbe se veía venir desde mucho antes?
-Creo que en los 90, en las elites dirigentes había una fe real en el neoliberalismo y se aplicó indiscriminadamente en todos los campos. Se reestructuró la educación y la salud por ejemplo, y eso casi destruyó al país. El FMI casi destruyó la economía argentina a través de sus fórmulas. Evidentemente en los 90 hubo un desgaste del sistema político y un desencanto de la gente, por muchas razones no exclusivamente por la corrupción menemista sino del modelo en general.
-Insisto, ¿no llega tarde la protesta social?
-Es difícil decirlo. Argentina pasó por un primer momento a comienzos de los 80 de recuperación democrática y esa fue la cuestión fundamental. Después vino la tecnificación del discurso económico con el menemismo, y creo que nunca fue muy popular como fórmula, pero sí se produjo un momento en que la gente pensó que Domingo Cavallo (cuando fue ministro de Economía), iba a ser un milagro en Argentina y vea en qué terminó. Me parece que hoy la sociedad no está dispuesta a soportar otra situación similar.
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Ernesto Laclau afirmó que esta gestión puede ser una experiencia única.
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