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 martes, 28 de junio de 2005  
La apelación del caso fue rechazada por la Corte Suprema. Protesta de medios periodísticos
Dos periodistas estadounidenses irán a prisión por no revelar sus fuentes
Son reporteros del New York Times y la revista Time. Enfrentan una condena de hasta 18 meses de cárcel

Washington. - El Tribunal Supremo de Estados Unidos rechazó una apelación de dos conocidos periodistas que se niegan a revelar sus fuentes, por lo que ambos informadores se enfrentan ahora a una condena de hasta 18 meses de cárcel.

La decisión de la alta corte allana el camino para que el tribunal de Washington que se encargó del caso dictamine, incluso esta misma semana, cuándo y dónde deberán cumplir condena Judith Miller, una periodista de The New York Times, y Matthew Cooper, que trabaja para la revista Time. Los periodistas se negaron a declarar acerca de la filtración de la identidad de una agente encubierta de la CIA.

Los abogados de los reporteros habían pedido a la Corte Suprema reexaminar una cuestión que se discutió por última vez hace más de 30 años: si reporteros pueden ser encarcelados o multados por negarse a revelar sus fuentes.

Treinta y cuatro Estados y varias organizaciones periodísticas pidieron la intervención de la Corte Suprema, indicando que la preservación de fuentes confidenciales es esencial en la recolección de noticias. "Información muy importante se perderá ante el público si los periodistas no pueden garantizar de manera confiable que las fuentes no serán identificadas", dijeron organizaciones periodísticas en una presentación ante el tribunal supremo.


Dudas y decepción
Matthew Cooper y Judith Miller se negaron a revelar las fuentes como parte de una investigación en la cual fue divulgado el nombre de la funcionaria de la CIA Valerie Plame. El nombre de Plame fue difundido en el 2003 por el columnista pro gubernamental Robert Novak, quien atribuyó la información a fuentes no identificadas del gobierno del presidente George W. Bush. La columna apareció luego de que el esposo de Plame, el ex embajador Joseph Wilson, escribió un artículo en The New York Times en el que criticaba al gobierno por asegurar que Irak había intentado adquirir uranio en Níger.

Wilson, en su condición de ex embajador en ese país africano, aseguró que una minuciosa investigación sobre el caso dio resultado negativo, algo que contrariaba los propósitos de la administración Bush, por entonces empeñada en convencer al mundo de que Saddam Hussein poseía armas de destrucción masiva.

Wilson dijo que el gobierno difundió el nombre de su esposa como parte de una campaña para intimidar a quienes se oponían a la invasión de Irak. Revelar la identidad de un agente encubierto de inteligencia es un crimen federal. Además, daña irremediablemente la carrera del agente, en este caso la esposa de Wilson. El gobierno lleva dos años investigando el asunto y no se han formulado aún acusaciones.

Cooper informó sobre Plame, en tanto Miller recolectó material para un artículo acerca de la funcionaria de inteligencia, pero nunca escribió la nota. El año pasado, un juez federal acusó a los reporteros de desacato por no querer revelar sus fuentes. Lo curioso es que el juez nunca convocó a Novak, autor de la primicia y quien, presumiblemente, debería tener la fuente original. Cooper y Miller sólo escribieron notas de "seguimiento" sobre el caso.

En una primera reacción, Miller, de 57 años, declaró estar "extremadamente decepcionada". "Los periodistas no pueden hacer su trabajo si no prometen a sus fuentes que no serán identificadas", escribió la informadora. Por su parte, el director del New York Times, Arthur Sulzberger, dijo en un comunicado: "Resulta increíble que Judy esté a punto de tener que cumplir una condena de cárcel por reunir de manera rutinaria informaciones sobre un caso público relevante, cuando en sus informaciones ni siquiera citó al agente de la CIA".

Los abogados propondrán que los periodistas cumplan con un arresto domiciliario, en lugar de ir a prisión a la cárcel de Columbia. En diciembre, un reportero de televisión de Rhode Island, Jim Taricani, fue sentenciado a seis meses de arresto domiciliario por negarse a revelar la identidad de una fuente en la investigación de un caso de corrupción gubernamental. Pero la situación de Taricani es diferente, porque el periodista vive con un corazón trasplantado.

Los casos de Miller y Cooper son una prueba importante respecto de los derechos de los reporteros que se niegan a identificar sus fuentes confidenciales en una investigación por un delito federal. Los abogados de los dos periodistas dijeron que las cortes alrededor del país estaban divididas respecto de ese tema desde la última decisión de la Corte Suprema en 1972, cuando se dictaminó que un periodista que presencia un delito puede ser llamado a testificar ante un gran jurado.
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Judith Miller y Mattew Cooper.

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