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sábado,
21 de
mayo de
2005 |
Efemérides
Guillermo Zinni
Charles Lindbergh realiza el primer cruce del Atlántico en avión. Charles Lindbergh nació el 4 de febrero de 1902 en Detroit, Michigan, EEUU, y fue el único hijo del hogar formado por Charles Lindbergh y Evangeline Land Lindbergh. Su padre, abogado, político y banquero, le inculcó desde temprana edad valor e independencia: le permitió utilizar un hacha cuando apenas tuvo la fuerza para levantarla, caminar detrás de él con un arma cargada a los siete años y manejar su automóvil Ford por toda la ciudad a los doce. A cambio, lo único que siempre le demandó fue responsabilidad. Estudió ingeniería mecánica en la Universidad de Wisconsin, carrera que abandonó para convertirse en aprendiz de una compañía de aviación en Nebraska. Poco después comenzó a realizar giras con un grupo de acróbatas del aire, con los que aprendió a caminar sobre las alas de los aviones y a realizar arriesgados saltos en paracaídas. En 1923 se alistó en la aviación, donde dos años después obtuvo el grado de teniente segundo. En 1926 el magnate hotelero Raymond Orteig ofreció 25.000 dólares al aviador que realizara el primer vuelo directo entre Nueva York y París. Lindbergh se dejó tentar y logró el apoyo de un grupo de inversionistas, los que compraron un avión Ryan monoplano al que llamaron "Spirit of St. Louis" y le pusieron la matrícula NYP (New York - Paris). Hubo también otros pilotos que fueron atraídos por el premio de Orteig, como René Fonck, quien chocó en el despegue perdiendo la vida dos miembros de su tripulación. También el famoso comandante Richard E. Byrd estaba dispuesto a partir en un Fokker; pilotos de la armada acondicionaron un bombardero Keystone para la travesía y desde Francia otro as de la aviación, Charles Nungesse, se preparó para realizar el crucero pero en sentido contrario. Lindbergh partió la madrugada el 20 de mayo de 1927 con los tanques llenos y bajo una leve llovizna. Dentro del Ryan el espacio era mínimo y su única compañía en la cabina fue una mosca que se embarcó con él en Nueva York. Superando el cansancio, la incomodidad y el sueño, después de 33 horas de vuelo ininterrumpido vislumbró las luces de París y en un giro cerrado rodeó la torre Eiffel. Cuando el "Spirit of St. Louis" se posó en suelo francés la muchedumbre histérica ovacionó al hombre que no sólo acababa de obtener el premio Orteig sino que se había convertido en el primer héroe del siglo XX, personificando la esperanza, el valor y el espíritu de aventura.
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