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sábado,
21 de
mayo de
2005 |
Refelexiones
La integración y el desarrollo son nacionales
Elías Soso
"La Nación es una categoría
que integra, y armoniza en su
universalidad a todas las regiones"
Arturo Frondizi
La tarea de consolidar la unidad nacional requiere:
1"Integrar la geografía económica de la Nación, desarrollando armónicamente las fuerzas productivas de todo el territorio, de modo de crear un solo dispositivo económico nacional en el que funcionen en perfecto ajuste y correlación las actividades agropecuarias, extractivas, industriales y comerciales".
2"Integrar las instituciones federales, provinciales y comunales en un solo dispositivo jurídico basado en el respeto a la Constitución y las leyes y en el fortalecimiento del Estado nacional como expresión de una colectividad nacional fuerte, unida y dinámica y como instrumento indispensable para obtener la emancipación económica".
3"Integrar los grupos sociales, políticos e ideológicos haciendo compatible la diversidad de una ideología e intereses que deben ser respetados y protegidos por la ley con la vocación nacional unificadora que los canalice y coordine en el cumplimiento del programa de desarrollo nacional. Estas tres integraciones darán las bases económicas, jurídicas y sociales de la unidad nacional para librar la lucha emancipadora". Esta magnífica síntesis (Frondizi-Frigerio. "Las condiciones de la victoria" 1959), a la que suscribo, expresa con claridad que no son las regiones las que a partir de su integración generan el desarrollo sino que a la inversa: se requiere, de "un solo dispositivo económico nacional" y de "un solo dispositivo jurídico" que apunten a producir el desarrollo económico que no se concibe como una expresión singular de una parcialidad geográfica sino que contiene la universalidad de todo el territorio nacional. Un territorio que debe ser puesto en marcha a partir de un Estado que planifique, oriente y conduzca un proceso de expansión económica, explotación e industrialización de las riquezas dormidas, potenciando a través de incentivos de naturaleza impositiva, fiscal y crediticia que transformen a toda nuestra geografía como el lugar ideal para producir todo aquello que el plan de desarrollo califique como de interés nacional. Para ello se debe elaborar un orden de prioridades al estilo del que la Argentina intentara en el hoy añorado y respetado período del gobierno de Frondizi. Otros son los actores, otros los tiempos, otras son las prioridades pero no es otra la filosofía para producir el crecimiento económico más justicia social. Es decir, desarrollo económico que como dijo Juan Pablo II es el nuevo nombre de la paz.
Las integraciones exitosas han partido siempre entre iguales. Europa es el ejemplo a imitar. Sólo cuando las naciones alcanzaron un grado de desarrollo similar se sentaron a negociar las condiciones de lo que hoy es la Unión Europea.
La fórmula aplicada al Mercosur no es la más aconsejable y el resultado está a la vista: tiene la estabilidad de "un chancho arriba de un tapial". Es la permanente puja que genera el subdesarrollo de la región. Se trasladan beneficios y maleficios. ¿Cómo vamos a pensar en integrar provincias si aún no hemos integrado ciudades? (léase Santa Fe-Rosario, Concordia-Paraná, Córdoba-Río Cuarto). ¿Para qué integrar provincias? ¿Para ser competidores de Buenos Aires? ¿No es eso dilapidar esfuerzos y equivocarse en el diagnóstico? ¿Es Buenos Aires el enemigo a derrotar? ¿O es el subdesarrollo el enemigo común de las ciudades, de la provincia, de la Nación y de América? Me inclino por este último. El subdesarrollo es el enemigo a vencer.
Integremos la Nación. Elaboremos entre todos un plan de desarrollo nacional que debe ser tenido como política de Estado y no como patrimonio de un partido. Hagámoslo nuestro como el voto secreto y universal (ya no es más radical, es de todos) como la justicia social (ya no es peronista, es de todos), como el desarrollismo (ya no es más frondicista, es de todos).
(*) Presidente de la Asociación
Empresaria de Rosario
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