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sábado,
21 de
mayo de
2005 |
Vivir con
los padres
He leído en La Capital del 19 del corriente pasado un artículo titulado "Vivir con los padres". Esa nota me preocupa mucho. Cuando una potencia con ánimo de dominar un país ataca, primero trata de destruir la base de ese país, que es la familia. Las familias de una sociedad son los ladrillos con los que se construye el edificio social. La familia genera raíces; quien no tiene familia le da lo mismo vivir en un sitio u otro, sólo le interesa su bienestar, no tiene por quién preocuparse ni por quién velar, no tiene a "los suyos". ¿Cómo puede llamar individualista al que quiere compartir su vida con sus padres? Individualista es el que se corta solo. ¿Cómo puede llamarse a esa persona narcisista? Narcisista es quien se ama a sí mismo, piensa en él solo, no quien quiere a su familia. Romper la familia es disgregar la sociedad. Si la sociedad se disgrega, es fácil que se la domine. Por eso cualquier ataque a la familia es dramático. Que los responsables de un diario opinen que es malo que los hijos vivan con los padres es grave para la patria. La unión es buena, la desunión es mala. Si los hijos quieren vivir en una misma casa con los padres, ¿cómo se va a considerar eso malo? Sólo un enemigo puede decir que la convivencia en una misma casa de padres e hijos es mala. Incluso si el hijo se casa y viven juntos padres e hijos en una sola casa -se supone que con comodidad- es bueno. Dice el artículo que el hijo pierde libertad si vive con los padres. Eso es falso y tendencioso. La libertad no tiene que ver con la convivencia. Como dijo Aristóteles, el hombre es un ser gregario, social. No puede vivir aislado. La primitiva sociedad es hombre y mujer y luego los hijos. A medida que se agranda la familia y nacen los hijos se va conformando una sociedad más grande y mejor. De todo ese grupo social se forman las naciones. La ruptura que significa irse es funesta, sólo hay que romperla si no hay otra solución. Pero que haya quien aconseje que es mejor la desunión que la unión es tan grave como evidenciar el estado último y terminal de la vida de la patria. Es la misma línea de pensamiento destructivo que actualmente se ve en el país: destrucción de la familia, unión de homosexuales, aborto, educación sexual, destrucción de las Fuerzas Armadas, policiales; destrucción de la economía, de la moral, de la educación, etcétera. Son todas armas foráneas de guerra para ataque y destrucción del país. La guerra no sólo se hace con armas. ¿Tenemos anticuerpos para resistir el ataque o somos una sociedad con sida social?
Doctor Facundo Daniel Romano
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