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domingo,
15 de
mayo de
2005 |
Para festejar y pensar
Central Córdoba venció a un desdibujado Italiano
Los charrúas ganaron 3 a 1 en barrio Tablada
Mariano Bereznicki / Ovación
Para los fieles exitistas del tablón, los triunfos siempre se imponen con autoridad y otorgan prólogos sin trámites previos para alcanzar el nivel deseado. Atrás queda el análisis minucioso en materia individual y colectiva. De lo único que se termina exponiendo por los pasillos del estadio y en sus inmediaciones es de la victoria y de lo que podría venirse. Y algo similar a esto sucedió ayer en barrio Tablada. Central Córdoba venció 3 a 1 a Sportivo Italiano. Y el inconsciente de la masa exteriorizará en su primera lectura que los charrúas fueron superiores a los azzurros. Pero la realidad marca que los tres puntos quedaron en la zona sur por varios motivos: los anfitriones acertaron cuando pudieron y, de yapa, la visita colaboró en demasía para que todos se fueran contento del Gabino Sosa.
Empezó el encuentro. Movió Córdoba. Avila emprende una veloz carrera por el sector derecho. Acompaña Conocchiari. Diego juega de primera con el ex Newell's, este se la devuelve, el ex Mitre se abre y saca un potente centro al segundo palo. Aparición fantasmal de Paredes y gol charrúa. Este no es ningún relato imaginario de un hincha local. Fue lo que sucedió ni bien comenzó el cotejo.
Con esta impensada ventaja, los locales les hicieron subir más de la cuenta la adrenalina a los tanos. A tal punto que en medio de la desesperación visitante, Wilson Paredes volvió a estirar las cifras. Esta vez con un golazo.
Si bien Italiano recién reaccionó sobre el final, hay que destacar que Juan Heredia se comió el empate. La primera que tuvo se la regaló a Ignacio Ozafrán. Y en la segunda la pelota terminó pegando en el horizontal. Córdoba exhibía fisuras en varios puntos. Y de no haber sido este el rival, otra podría haber sido la historia.
En la segunda etapa los charrúas continuaron exhibieron una baja performance. En la defensa, sólo se mostraba seguro Jorge Del Bono. En el medio, Guillermo Farré parecía ser el único que hablaba el mismo idioma de Paredes. Arriba, Conocchiari metía y corría y Avila aparecía de a ratos.
Más allá de la intermitencia, los anfitriones conquistaron el tercer grito. Diego Avila se escapó por derecha y metió un zapatazo que terminó vulnerando a un sorprendido Lima.
Parecía que el marcador no se modificaría. Pero Italiano se animó, pisó el área rival y le hicieron un penal a Franco Romero. El goleador rosarino José Pelanda lo ejecutó con potencia y acortó la diferencia.
Muchos charrúas estarán hablando aún de la victoria. De los tres goles y de la buena actuación de Paredes. Y otros estarán pensando que no siempre la suerte estará del lado de Córdoba como sucedió ayer.
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