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 domingo, 15 de mayo de 2005  
Opinión: La traición en los negocios del fútbol (II)

Luis Alberto Yorlano / Especial para La Capital

En la entrega del domingo pasado, contaba sintéticamente las vicisitudes vividas por Gustavo Mascardi, que motivaron su exilio al fútbol de la República Popular China. La causa era las constantes traiciones de sus asistentes, que hacían que después de haber asistido en todo aspecto a un jugador, por mandato de Mascardi, aquel terminaba finalmente en manos de su empleado. Pero como en todo hecho vecino a lo delictivo siempre existe la complicidad de otros para generar buenos resultados. En el fútbol y en el robo de representación de jugadores, siempre será el jugador el que define las cosas.

También existe la extorsión. Como en 1989, cuando Eduardo Bermúdez tuvo que resignar representaciones de jugadores de Newell's a Settimio Aloisio, caso contrario no se hacían las transferencias de estos al fútbol italiano. De esto fui testigo en la ciudad de Verona, Italia, en el año 1989, cuando se jugaba la copa que llevaba el nombre de la ciudad y participaban el club local, Genoa, River y los rojinegros. Además los jugadores, eran extorsionados por los dirigentes, que aprovechándose de lo que significaba para sus "empleados" jugar en Europa y cobrar en divisas con cotización superior al siempre alicaído peso argentino, debían dejar el 15 por ciento de la transferencia, derecho adquirido por el estatuto del futbolista, y generado por el recordado Pato Pastoriza en 1972.

Y lo más grave: firmaban que lo habían recibido. Y la pregunta del millón: ¿El dinero qué destino tenía?

Como se observa el fútbol, fue, es y será un caldo de cultivo para las traiciones y los arreglos muchas veces espurios. Ayer fueron las camarillas en los equipos, durante años los jugadores eran siempre los mismos, y cuando un pibe de las inferiores era promovido por lesión o suspensión del titular, los "compañeros" del ausente, para protegerlo, no le daban nunca la pelota al pibe, directamente lo "bombeaban". Y como los directores técnicos eran simples títeres, si no cumplían con estas premisas las víctimas era ellos.

Pero esto no solamente ocurría en los equipos, también en la selección nacional. Por eso se considera bisagra en cuanto a los procesos de selecciones nacionales la de l978, donde se marcaron cosas importantes que en definitiva produjeron los cambios hacia una selección de todos. No de los equipo grandes de la Capital Federal. Cuando se abrió el mercado de Europa y las ventas de jugadores eran un recurso genuino, como en otros momentos fueron las entradas a las canchas, las ventas de las figuras hizo que desaparecieran las camarillas y comenzaran la pelea para conseguir un puesto en los torneos donde jugar dos temporadas era la salvación económica. Entran en escena los familiares, representantes, dirigentes y los inversores. Estos, primero prestan dinero al club de sus amores, como hinchas, pero cuando el "mangazo" se hizo permanente, buscaron asegurar sus inversiones y entran sin querer en el entorno del fútbol.

Hoy las traiciones están metidas en los vestuarios y hay para todos los gustos. Desde cuestiones económicas hasta la decadencia moral, eso por no escuchar al dicho popular, que más que dicho es una máxima "que la guitarra y la mujer no se prestan".

Desaparecieron las camarillas. No hay amigos, sólo compañeros. Recuerdo cuando muchos de los que viajaban a otros países comentaban que el encuentro con los jugadores de su equipo era en el vestuario. No existían las invitaciones fuera de ese lugar.

Maradona que estuvo dando una vuelta por España, cuando le preguntaron si le servía reunirse con Ronaldo, Roberto Carlos, Solari, Burgos etc., respondió "claro que sí". Hoy se manejan otras cosas y la intimidad del camarín es muy distinta. Maradona, con muchos kilos menos y con mejor imagen, quiere volver al fútbol. Sabe que debe prepararse y mucho, para no volver a cometer errores anteriores. Es importante para los jugadores a dirigir, su presencia en los primeros días, cuando se acostumbran, las cosas disparan para cualquier lado. Si leemos entre líneas, al Bambino en San Lorenzo lo voltearon. No estaría lejos de esto lo ocurrido con Menotti en Independiente. Hoy el fútbol va por caminos distintos. La hinchada de San Lorenzo cree que los culpables son los jugadores y prueba de ello, cuando los expulsaron a Pereyra en la Copa, fue insultado por toda los plateístas.

No hay rubro, ni empresa que genere en tan poco tiempo montañas de dinero como en el fútbol. Y donde se manejan muchos intereses hay corrupción, mentiras y traiciones. Y como el fútbol estaría rozando esto, Si no ponemos la luz de alarma, será propiedad de mafiosos y no de la pasión y el sentimiento de la gente. l
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