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sábado,
14 de
mayo de
2005 |
Extraño incidente con un vecino de Ludueña
Ramón Vega encabezó un reclamo que terminó con ocho policías condenados. Ahora dice que un agente lo agredió
"Vos sos el de la denuncia. Con lo que hiciste dejaste afuera a mucha gente". Con esa frase a flor de labios, un efectivo del Comando Radioeléctrico habría agredido el jueves por la noche a un comerciante de barrio Ludueña que encabezó una serie de denuncias por extorsión que terminó con ocho efectivos de la seccional 12ª condenados. Ramón Ataliva Vega, quien ya fue víctima de otras amenazas, dejó constancia del incidente ante el juzgado de Instrucción 8ª con copia en la Defensoría del Pueblo.
Con la voz entrecortada, Ramón Vega contaba ayer lo que le sucedió el jueves pasadas las 22 en la puerta de su casa. "Llamé al Comando porque tuve una discusión con mi hijo y cuando llegaron, uno de los efectivos cuando me reconoció (por las denuncias), me agredió". Según contó el comerciante, que desde el año 2000 realizó una serie de denuncias contra efectivos de la seccional 12ª, llegó hasta su domicilio en Ludueña el móvil 2721. Al verlo llegar el hombre no desconfió.
Pero a los pocos minutos, según cuenta, todo se degeneró. "Uno de los efectivos ingresó a mi casa sin autorización y sin una orden de allanamiento. Después llegaron dos móviles más, pero no se metieron para nada. El que me atacó era un muchacho joven, fue él quien me cortó la oreja de un culatazo", explicó Vega. El hombre, quien según dice está "curado de espanto" por las amenazas, dejó que todo transcurriera y por la mañana hizo la denuncia en Tribunales. "La denuncia está radicada en el juzgado de instrucción 8ª, inclusive dejé una copia en la Defensoría del Pueblo. El médico me revisó y comprobó la herida", contó Vega.
"Desde que arranqué con las denuncias me están amenazando. Ahora me dijeron que cuando ande en la ruta con el camión me van a matar", dijo el comerciante.
Las denuncias que encabezó Vega terminaron en diciembre de 2004 con ocho policías que revistaban en la 12ª condenados a penas de hasta ocho años de prisión por extorsionar de modo regular a comerciantes y vecinos de Ludueña. Los uniformados les exigían de cien a dos mil pesos a cambio de desactivar sumarios policiales, concederles la libertad o no llevarlos presos por causas mínimas. En la mayoría de los casos, los delitos aludidos eran inventados o reflotados por los mismos policías que, de acuerdo a la sentencia, incurrían en una práctica sistemática de recaudación.
Esa práctica reconocía varias modalidades. Desde proveerse de mercaderías de los comercios hasta detener en forma ilegítima a sus víctimas. También se acreditó que inventaban causas, adulteraban sumarios y hasta fichaban a sus víctimas con fines extorsivos. En reiterados casos, se valían de denuncias previas contra las personas a las que perseguían. Generalmente dirigían el mecanismo de recaudación contra sujetos con antecedentes o que incurrían en pequeñas transgresiones, como el incumplimiento de reglamentaciones municipales.
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