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 sábado, 14 de mayo de 2005  
Editorial
Crímenes contra la humanidad

La Argentina debería seguir el ejemplo de la democracia alemana en su esfuerzo por mostrar al mundo la barbarie cometida en tiempos del nazismo. Han pasado 60 años del final de la Segunda Guerra Mundial pero sin embargo se acaba de inaugurar en Berlín un monumento a las víctimas del holocausto. La importancia de la memoria.

Todavía siguen muy frescos los actos e imágenes que esta semana recordaron en casi todo el mundo la caída de la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial. El conflicto involucró a más de un centenar de países y causó la muerte de unas 50 millones de personas entre 1939 y 1945. Una gran parte de ellas no murió en combate sino que fue víctima de la "industrialización" de la muerte implementada por mentes demenciales. En decenas de campos de concentración levantados en varios países, los nazis pretendieron aniquilar a todos los judíos europeos, a los gitanos, a los homosexuales y a los deficientes mentales, sin importarles su origen étnico o nacional. También a los opositores alemanes, principalmente socialistas y comunistas, y a toda persona que sin haber perdido la razón condenaba la locura desata por Hitler y sus secuaces.

Hoy, los alemanes tienen muy claro que la mejor manera de condenar y evocar aquel oscuro período de su historia es a través de la educación, el reconocimiento institucional de la masacre y la conservación de los edificios donde se cometió el genocidio. A 60 años de la rendición, en Berlín se inauguró un monumento a las víctimas del holocausto que se suma a todos los ya existentes en la ciudad y el país.

Alemania encontró la mejor manera de "desnazificar" a la población: mostrar la barbarie que ella misma cometió y preservar las pruebas, como si se tratara de un juicio histórico. Es así que todo está documentado y al alcance la gente. En la mansión de Wansee, muy cerca de Berlín, fue donde los jerarcas del nazismo planearon en enero de 1942 la "solución final" para unos once millones de judíos europeos (ingleses y rusos incluidos). Las actas originales de ese encuentro se han conservado y cualquiera las puede ver debajo del vidrio de la mesa original donde se desarrolló la reunión. Hoy, esa casona es un museo sobre el holocausto.

La Argentina también cometió crímenes durante la última dictadura, de cuyo final todavía no han transcurrido 25 años. Sin embargo, y pese al avance de los últimos tiempos, no se ha producido un proceso similar al alemán. Muchos sectores de la sociedad argentina aún no han hecho su reconocimiento sobre su complicidad con la masacre desatada por Videla. No todos los lugares utilizados por la represión están abiertos al público, ni el tratamiento escolar de esa temática parece el más adecuado en función del gran desconocimiento que los jóvenes tienen sobre ese amargo tramo de la historia nacional. El ejemplo de la democracia alemana debería servir a la Argentina. Todavía se está a tiempo.
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