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 domingo, 19 de diciembre de 2004  
Letra chica
Un nuevo drama de Ingmar Bergman
A los 86 años, el cineasta sueco publicó un libro en el que relata la muerte de su quinta mujer

Thomas Borchert

Ingmar Bergman tiene 86 años y continúa desnudándose en películas y libros. Con el título "Tres diarios" el director sueco y su hija Maria von Rosen han publicado en Estocolmo un libro en el que relatan el cáncer y la muerte de Ingrid, su quinta mujer y la madre de la autora.

Para esas personas que gustan de mirar por el ojo de la cerradura de las celebridades y de las míseras historias familiares, la historia del libro debe ser lo mejor, ya que por primera vez Bergman asume la paternidad de María, de 45 años.

Esta hija, hasta ahora una guionista a tiempo parcial de manuscritos para televisión, señala en el libro que ella, a la edad de 22 años, supo del realizador sueco de manera muy superficial y se enteró de quien era su verdadero padre.

Ingrid von Rosen tuvo en los años 50 una primera relación con el realizador que con las mujeres era extremadamente posesivo, temperamental e inestable. De aquella relación nació en 1959 Maria e Ingrid se casó con Jan Carl von Rosen.

Tanto von Rosen como su esposa dejaron creer a la pequeña que él era el padre, algo que mantuvo la sueca, que nunca compareció en público, cuando en 1970 se separó y se fue a vivir con Bergman, quien le exigió que dejase en casa a la niña (entonces de 11 años) y sus otros tres hijos. Como el marido abandonado también se marchó del domicilio conyugal, los cuatro niños se quedaron al cuidado de la empleada.

En 1995 murió Ingrid von Rosen por cáncer de intestino. Su viudo y su hija publican ahora los seis meses de la enfermedad en base al diario que escribió la enferma terminal y a sus propios diarios.

El propio Bergman realiza anotaciones acerca de sus dudas sobre su egocentrismo "como un niño de 86 años" y la incapacidad de ayudar a los enfermos "como un viejo y enorme tarro lleno hasta el borde de manifestar autocompasión".


Un proceso de duelo
Las anotaciones de Ingrid von Rosen hasta dos semanas antes de su muerte tienen casi exclusivamente una orientación práctica y muestran sin explosiones de sentimientos su lucha contra los dolores, la pérdida de peso, el insomnio, las radiaciones, operaciones y la pérdida de cabello.

Su hija Maria, que en esta fase de la enfermedad fue el principal sostén de la madre, refleja en su diario su constante mala relación con Bergman, que a menudo aparece como prepotente.

Ninguno de los autores se ha pronunciado sobre si Ingrid von Rosen estaría de acuerdo con la publicación de sus diarios sobre su muerte. Bergman, sin embargo, saludó la publicación alegando que la "aspereza" del texto "no pulido" forma "parte del proceso de duelo".

Esa es la razón por la que se han tomado pasajes plenos de "monotonía plástica" sin ser alterados. Con ello se refieren a los recurrentes escritos sobre los síntomas de la enfermedad, pero también a cómo pasaban las veladas con Ingrid, ya enferma, frente al televisor.

Es aquí donde el lector conoce que el realizador, elegido en 1997 por sus colegas en Cannes como el mejor director de todos los tiempos, veía series policiales en la pequeña pantalla.
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