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 domingo, 19 de diciembre de 2004  
A una semana de la muerte de Damián Mulvihill en aguas del río Paraná
"Para nosotros esto sólo fue un accidente"
Los padres del pibe de 16 años coinciden con la policía. "Se tropezó, cayó al agua y no sabía nadar", dicen

Los padres de Damián Mulvihill, el chico de 16 años que el jueves pasado apareció muerto debajo de un muelle del club Rosario Rowing, están convencidos de que el deceso del chico es una consecuencia de la fatalidad. Están angustiados, pero no quieren responsabilizar por la pérdida de su hijo a ninguno de los amigos que lo acompañaron en la trágica madrugada del domingo pasado en una fiesta que compartieron en la entidad de la costanera norte. "No tenemos derecho a maltratar a nadie por lo que nos pasó", dijo el padre del adolescente, en la puerta de su vivienda de Arroyo Seco.

La historia de los Mulvihill estuvo signada desde siempre por la adversidad. Ernesto y Miriam Martinelli son los padres de Damián. Ella nació en Arroyo Seco, donde aún vive, y el, desde su niñez, recorrió todo el país mientras su padre construía caminos trabajando para Vialidad Nacional. Siendo ya adulto decidió afincarse en esa ciudad. Allí se conocieron y comenzaron su vida de pareja.

En 1975, Miriam y Ernesto se mudaron a Buenos Aires en búsqueda de un horizonte mejor. Allí nacieron sus tres hijos, Damián, Hernán, de 19 años, y Agustina, de 5. El trabajó en el Mercado de Abasto hasta que perdió su empleo y entonces decidieron regresar a su terruño. Cinco años atrás alquilaron una casa en José Costantini 76 con el anhelo de iniciar una nueva vida.

Ernesto consiguió trabajo en un supermercado y Damián continuó sus estudios en la Escuela Técnica Nº6 de Arroyo Seco. El año pasado, cuando ya había cursado el segundo año del polimodal, decidió abandonar la carrera porque, según contó Ernesto, "no pudo aprobar las cuatro materias que se había llevado".

Ese pibe, "lleno de bondad" y que transitaba su adolescencia con gestos solidarios a cada paso, creyó que lo más conveniente para él y su familia era buscarse un trabajo. El dueño de una agencia de fletes lo incorporó como uno de sus empleados.

El sábado pasado se subió con nueve compañeros a una Trafic que habían alquilado para viajar a Rosario. Iban a participar de una fiesta de despedida del año en el Rowing Club. La celebración la había organizado el propietario de una conocida perfumería rosarina. Esa noche se juntaron unas cien personas en el festejo y el alcohol, al parecer, corrió por doquier.


Distintos relatos
Cerca de las 4.30, a Damián lo vieron por última vez. A partir de ese momento, los relatos de los amigos del chico se bifurcan y entran en un sendero poco claro. Algunos dicen que Damián se quedó sentado en un banco porque estaba "descompuesto". Y otros indicaron que salieron del club y fueron hasta un boliche cercano. "Ellos creyeron que el pibe (por Damián) también había ido a la discoteca acompañado por un amigo. Cuando lo fueron a buscar para volver a Arroyo Seco, ya no estaba, pero pensaron que se había ido a caminar con una chica", explicó un vocero de la investigación policial.

Los padres manejan otra hipótesis. Dicen que, antes de que desapareciera, Damián fue a llevar "comida" hasta un yate amarrado en el muelle. La embarcación es propiedad del dueño de la perfumería.

Miriam está atravesada por la congoja. A duras penas puede reconstruir el suceso. A las 10 del domingo pasado saltó de su cama y se dio cuenta de que su hijo no había regresado a la casa. Pensó lo peor y casi corrió a la comisaría 27ª para radicar una denuncia por averiguación de paradero.

Ernesto intentó tranquilizarla. Le dijo que tal vez se había quedado con un amigo en Rosario. Cuando el mediodía ya había pasado, la pareja vino a la ciudad. Fueron a la comisaría 10ª y comenzaron la búsqueda de Damián. Recorrieron palmo a palmo el Rowing y averiguaron en hospitales y comisarías ante la posibilidad de que estuviese herido o detenido, pero el pibe no aparecía. La preocupación truncó en desesperación. Ernesto se resistía a aceptar que su hijo hubiese caído a las aguas y entonces no se animó a pedir que la Prefectura Naval que rastrillara el Paraná. Todavía alentaba la esperanza de que el adolescente estuviese con vida.

"El comisario Divita (jefe de la comisaría 10ª) y la gente de Seguridad Personal se portaron muy bien y se ocuparon en todo momento de la búsqueda", reconoce Ernesto, a pesar del dolor que lo invade.

El jueves a la tarde, algunos amigos pegaron algunos afiches con la foto de Damián en la peatonal rosarina. Casi a la misma hora, un empleado del Rowing que estaba limpiando los camalotes aferrados a una pasarela para que pudieran bajar las embarcaciones divisó el cuerpo del muchacho. Estaba carcomido por los peces. Lo retiraron efectivos de Prefectura en el kilómetro 428 y después los padres lo reconocieron en el Instituto Médico Legal.

El mediodía de ayer, Ernesto y Miriam tenían una certeza. Estaban convencidos de que la muerte de Damián "fue un desgraciado accidente". "Para mí, tocó una piedra, resbaló y se cayó al agua. Y se ahogó porque no sabía nadar", indicó el hombre con resignación.

La misma hipótesis maneja la policía. "Caminó sobre el muelle, pisó mal, perdió el equilibrio y se cayó al río", sostuvo la fuente consultada. El vocero señaló que "se encontraron restos de cabellos" en las manos del adolescente. Lo que hace presumir a los pesquisas que intentó en vano salvar su vida. Sin embargo, hasta anoche el resultado de la autopsia sólo era conocido por el juez que instruye el caso.
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Miriam y Ernesto Mulvihill no pueden superar el dolor por la pérdida de su hijo.

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