| domingo, 19 de diciembre de 2004 | Rubén Coppo Miguel Pisano / La Capital "Mirá qué cara de chivo", le dijo Molina al Flecha el día en el que Rubén Coppo salió al barrio y fue hasta la esquina de San Lorenzo e Iriondo, a la vuelta de donde vivía el recordado insai canalla Luis Indaco, el inventor de la chilena. Y desde entonces en el cercano Echesortu lo conocen por el Chivo y lo desconocen por su apellido. "Tenía la cara finita y larga. Y desde entonces me quedó el Chivo. En aquella época pasaba un auto cada media hora y jugábamos en la calle, debajo del farol, con un arco en cada vereda. Lo jodido era cuando aparecía el milico en bicicleta. Jugábamos todo el día y también de noche, hasta que uno gritaba «¡La cana!», y dejábamos la pelota de trapo en el empedrado y salíamos todos rajando", historia Coppo.
El Chivo nació el 7 de junio del 30 en Santa Fe e Iriondo, donde su padre tenía el Café El León de Oro. Su padre, el viejo Dorino, era un piamontés que llegó con la primera inmigración, trabajó en la construcción del frigorífico Swift y después laburó de mozo en el viejo Rich de Saracco y Tejeda, cuando estaba en la calle San Martín, en el restorán de la vieja Federación Agraria de Mendoza y Sarmiento, tuvo el León de Oro que después se llamó El Cantábrico cuando estaba la Estación Francesa en vez de la Terminal, y finalmente casi 30 años el bar El Parque, en Pellegrini y Ovidio Lagos, hasta que Onganía cambió la ley de alquileres y el dueño del local les rescindió el contrato de un año para el otro.
"Yo empecé a jugar en el baby de Velocidad y Resistencia, que fue el pionero del baby en Rosario y que en el 38 hasta formó un combinado rosarino con el que recorrimos la provincia en representación del club", se ufana el Chivo, que también jugó en Los Rosarinos Estudiantil y en el viejo Club Plaza, que estaba en San Luis y Cafferata, que tenía cancha de básquet, donde a la noche había milonga, y tenía la camiseta de River, hasta mediados de los 40.
A los 11 años el Chivo comenzó a jugar de wing izquierdo en la sexta de Central, que practicaba en la cancha de San Pedro, como llamaban entonces a la del Club Arrillaga, en la manzana de Lavalle, Rioja, Alsina y San Luis: "También le decíamos la cancha del Ombú. Eran todos baldíos y allí jugaba Arrillaga".
Coppo jugó en sexta, quinta, cuarta, cuarta especial, segunda y tercera, y llegó a practicar en primera luego de un fugaz paso por Tigre: "Un representante me ofreció jugar en Tigre y yo acepté para tirarme una semanita en Buenos Aires. Me alojaron en una pensión de San Fernando, practiqué y me ofrecieron un contrato de 150 pesos. Les dije que volvía y les contestaba. Aquí hablé con Vila, un empleado administrativo de Central, y trataron el tema con el presidente, Federico Flynn, y el técnico, que era Babacho Ribas. Central había ascendido en el 48 y me dijeron que me necesitaban porque estaban armando el nuevo equipo, así que me llevaron el sábado a un amistoso que le ganamos a Unión 2 a 1, en Santa Fe. En el ala izquierda titular jugaron el Toro Aguirre y el Cartero Portaluppi, y en el segundo tiempo entramos Chiquito L'Epíscopo y yo".
Cuando el Chivo peleaba un lugar en la primera, en una práctica chocó contra el Colorado Fogel y se rompió los meniscos, en épocas en las que era una lesión más grave que ahora una rotura de ligamentos cruzados, al extremo que Coppo da cuenta de ella con sólo mostrar la cicatriz de más de diez centímetros de la operación, que aún guarda en la rodilla izquierda. "El Colorado era una niña para jugar, un tipo tan correcto que era incapaz de pegarle a alguien, y cuando me rompí la rodilla no sabía cómo disculparse, casi se pone a llorar", recuerda el Chivo, casi 60 años después, como con bronca y junando.
Y como en el tango, nunca faltan encontrones cuando el pobre se divierte: el Chivo volvió a jugar en la canchita de Racing, de Pellegrini e Iriondo, cuando pisó un pozo y se quebró el tobillo, solito, en el abrupto final de su carrera profesional: "Me estaban por hacer contrato para jugar en primera y me quería poner a tono. Un día me fui a jugar acá, a la canchita de Racing, y me hice una doble fractura de tobillo y tuve que abandonar todo en lo mejor de mi carrera".
De la cancha al mostrador del bar El Parque y al escritorio de Inspección General de la Municipalidad, cuando estaba en el viejo edificio de Maipú 835, en los que trabajó 30 años.
La última lesión lo marcó de por vida: "No jugué más. Si me quebraron todo. Me acuerdo siempre de un clásico en la cuarta, con la cancha llena, en un partido en el que me salieron todas. La agarraba cualquiera de Central y la gente decía que me la dieran. Y en una jugada la agarré de volea y la clavé en un ángulo, en un golazo, cuando ganamos 2 a 0. Y un día estaba mirando un partido en la platea con Vila, cuando jugaba Intini de wing izquierdo, y el tipo me dijo: «Mirá, pelotudo, vos deberías estar jugando»". l enviar nota por e-mail | | Fotos | | Coppo llegó a Central a los 11 años y pasó por todas las categoría del club. | | |