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 domingo, 19 de diciembre de 2004  
Editorial:
El ejemplo viene de abajo

La profunda crisis económica que aflige a la Argentina, consecuencia de la implementación de un modelo que ensanchó la brecha de las desigualdades, tuvo como efecto inmediato la ampliación de la base de la pirámide social. Sin embargo, las enormes diferencias que separan en el país a quienes tienen mucho de los que poseen poco o casi nada no logra diluir valores trascendentes, que en muchos casos se desarrollan sorprendentemente mejor en las viviendas de los más humildes.

El caso de Cristina Becker, una joven que trabaja en el Sanatorio de Niños de Rosario y encontró un sobre con veinte mil pesos en efectivo que no dudó en instante en devolver a su dueño, se erige como translúcido ejemplo de que el deterioro en la esfera material que padecen demasiados argentinos no ha conseguido minar sólidos fundamentos morales.

La historia de Cristina es como la de muchos otros: tiene dos hijos, gana un módico salario de seiscientos pesos y junto con su familia habita una humilde vivienda con techo de chapa que les cedió su suegra. Su sueño es poder acceder, alguna vez, a una casa propia.

Sin embargo, cuando en el interior de un placard de la habitación 42 del sanatorio su mano que aferraba un trapo rejilla se tropezó con un objeto extraño, que luego descubrió con estupor se trataba de dos fajos de cien billetes de cien pesos cada uno, la tentación inevitable no pudo doblegar su innata honestidad. En este caso, reforzada por la convicción religiosa: "No dudé un instante, Dios me estaba mirando", contó más tarde.

Su historia ya trascendió las fronteras de la ciudad y se justifica. Es que una nítida aptitud ejemplificadora la convierte en destacable. Sobre todo porque el tejido de la realidad no se construye exclusivamente con los hilos de las grandes decisiones: los pequeños actos de la vida cotidiana marcan mejor que ningún otro baremo el estado real de una sociedad.

Y en ese sentido los argentinos tienen aún numerosos aspectos que mejorar, si bien en los últimos tiempos -y de la mano del renacimiento de la solidaridad colectiva- parecen haber recuperado parte de la memoria.

Gestos como el de Cristina Becker contribuyen a mejorar la calidad de vida de todos.
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