 | | martes, 30 de noviembre de 2004 | |  | Charlas en elCafé del Bajo -Noemí Kossoy es una psicóloga y médica psiquiatra rosarina de reconocido conocimiento y añado de talento. Pero es por sobre todo un ser humano muy bueno. Nos ha escrito y nos halaga que lo haya hecho, a propósito de nuestra columna del miércoles pasado, en la que aludimos a la inocencia, culpabilidad y capacidad de amar del ser humano.
-Comenzamos y terminamos esa charla recordando al genio de Camus. El final fue este: "Sí, en efecto, todos somos culpables. Todos vivimos encogidos porque sin dudas somos culpables, como dice Camus. Me preguntará usted: ¿pero qué culpabilidad pesa sobre mí? ¿Qué daño ocasioné a la sociedad, a mi prójimo más cercano? Pues, sin ninguna duda, muchísimos y a veces lo ocasionó inadvertidamente. Claro que ciertamente no podría considerarse dolo pasible de culpa a aquel hecho que se comete sin tener conciencia del daño que provoca. Sin embargo, la gran culpa de todos es haber construido la mazmorra estrecha, Inocencio, la gran culpa de todos es no haber amado lo suficiente". Le recuerdo, Inocencio, que la mazmorra estrecha era una celda a la que alude Camus construida en la Edad Media y en la que los presos vivían encogidos. Ahora bien, Noemí Kossoy respondió a eso.
-¿Y qué cosa dijo la profesional?
-Lo siguiente, a partir de una tesis de Freud: "Hay un vínculo esencial entre el amor y la culpa. El amor en la medida en que tiene miramientos con el otro lleva a que la falta recaiga sobre uno mismo: la falta de lo que no funciona inevitablemente en todas las formas de amor. ¿Qué es lo que no funciona? Que el goce está en falta respecto al amor, el amor implica el sacrificio del goce. La culpa es el signo de la impotencia del amor para reducir las divergencias del goce. En ese sentido, es verdad que todos somos culpables, pero somos culpables en la medida que amamos (y no porque no amamos) por el goce que se busca en el amor. Y el goce contradice al amor de varias maneras: en principio porque el amor aspira a la fusión con el otro y el goce en cambio no es de fusión, es de soledad, uno goza solo. La mazmorra es estrecha porque el lenguaje, la palabra, lo simbólico, mortifica el goce, lo fragmenta, queda lejos de ser un goce pleno es un goce menguado, civilizado y al mismo tiempo impropio para formar vínculos, porque, vuelvo a decir, cada uno está solo con sus pequeños goces, es lo contrario del amor. Por eso la civilización intenta compatibilizar los goces, ordenarlos, en estos momentos a través de ofrecernos los mismos objetos de consumo (de goce) para todos. Nos ofrece que gocemos todos de la misma manera. Las ofertas a gozar del mercado nos impone a todos goces estandarizados, es el impulso a lo mismo en todos los terrenos".
-Es obvio que el concepto tiene ribetes profundos y científicos. ¿Qué dice usted Candi?
-¡Cuán poco espacio para decir tanto! Adelanto que no estoy en condiciones de contradecir una tesis científica y que no puedo poner en tela de juicio a Freud a partir de quien la psicóloga y médica traza su razonamiento. Pero como soy un atrevido diré que para mí algunas de tales expresiones son una hipótesis. Por ejemplo: no siempre para mí el goce contradice al amor. Creo que precisamente el gozo más elevado se siente al amar. Es cierto que esto lo reflexiono desde mi personalidad fuertemente influida por el concepto de ideal y de Dios. Y esta creencia mía no se circunscribe sólo al aspecto social, sino que abarca la relación de pareja. Un famoso libro editado hace muchos años, "El matrimonio perfecto", enseñaba que es un buen amante quien piensa y acciona procurando el goce del otro. En una sociedad ocurre lo mismo: cuando las virtudes de los hombres se disponen en gran medida para un goce sectorial entonces la sociedad ingresa a la mazmorra estrecha. Creo también que cuando el goce atrae un sentimiento de culpa es porque ciertamente en tal goce está ausente el amor. Desde luego que habrá seres humanos que buscan el goce y el placer apartando al amor y en ese caso es muy probable que se fecunde y crezca la culpa. Sí, porque no se puede amar a un ser humano, no se puede amar a la sociedad y aceptar que el goce al fin se circunscribe a uno mismo o a una elite. La culpa, la mazmorra estrecha desaparece cuando el goce es compartido a partir del amor. Bueno, es sólo mi opinión. Claro que debo confesarle y reconocerle a la doctora Kossoy que este pensamiento mío, Inocencio, fue causante de no pocas penas.
Candi II
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