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 domingo, 07 de noviembre de 2004  
Invasores. Truchas, carpas y visones fueron introducidos con fines comerciales y ahora no se los puede controlar
Las especies exóticas provocan un impacto ambiental serio en el país
Preocupan a especialistas y funcionarios el desplazamiento y la destrucción de la fauna y flora autóctonas

La introducción de especies exóticas en el país, que provoca el desplazamiento y destrucción de fauna y flora autóctonas, además de riesgos sanitarios para los humanos, se ha tornado "preocupante" para las autoridades nacionales, que consideran que el fenómeno puede ocasionar "catástrofes".

Las truchas, carpas, ciervos colorados (que ahora se reproducen en criaderos) y visones en la Patagonia, y los castores en Tierra del Fuego son cinco de las 402 especies introducidas en el país con fines deportivos, comerciales o decorativos que ahora causan graves daños en el ecosistema de las zonas que habitan.

Según los informes de 2004, recopilados en la Base de datos sobre Información Biológica en la Argentina (Inbiar), 79 de las 402 especies invasoras impactaron en la biodiversidad.

Los enormes caracoles africanos que avanzan hacia la selva misionera, el pez esturión en el litoral, las algas asiáticas que podrían obstruir las tomas de agua de la ciudad de Buenos Aires y las aves como el estornino pinto amenazan no sólo los cultivos y otras especies, sino que también pueden ser peligrosos para la salud humana si no se los controla.

El jefe de Fiscalización de la Dirección de Fauna Silvestre (DFS), el biólogo Marcelo Silva Croome, señaló que la problemática de la introducción de especies exóticas "es preocupante" para el organismo que depende de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable nacional.

"Los animales invasores causan problemas directos" en el ecosistema, dijo el biólogo y aseguró que los especialistas están "atentos a la introducción de especies" exóticas, una problemática para la que ya se dictó "legislación específica".

El artículo 6 de la ley 22421, de conservación de la fauna, prohíbe la liberación de animales y hace pasible de sanciones a quienes infrinjan esta norma.

Además, el artículo 8 de la ley 24375, que adhiere al Convenio de Diversidad Biológica de Río de Janeiro de 1992, establece la necesidad de prevenir, erradicar o controlar las invasiones.


Desde el zorro gris a los esturiones
El jabalí y el ciervos axis y colorado, considerados a nivel mundial como invasores, ya están aclimatados totalmente en Argentina. En las islas Malvinas fueron introducidas en el pasado vacas, ovejas, chanchos y el zorro gris, para la alimentación de los isleños y también con motivos comerciales.

En Puerto Madryn, Chubut, llegaron accidentalmente algas como la gigantesca wakame del océano Pacífico y, en el río de la Plata, bivalvos asiáticos, cuyas expansiones son temibles y podrían taponar las tomas de agua de la ciudad de Buenos Aires.

Los conejos europeos fueron liberados en el siglo pasado en varias islas de Tierra del Fuego para que los náufragos pudieran disponer de carne, al igual que las cabras en la isla de los Estados y los renos en las Georgias del Sur, en 1991 por los balleneros noruegos.


Aves y peces
Los faisanes plateados en la isla Victoria del Parque Nacional Nahuel Huapi y las distintas especies de truchas del hemisferio norte, como la arco iris, la fontinalis y la marrón fueron introducidas en numerosos arroyos, lagos y ríos de gran parte del país, con fines comerciales y deportivos.

Los patos o ánades reales que habiéndose liberado en los lagos de Palermo ya frecuentan la Reserva Ecológica Costanera Sur, algo que también sucede con la madreselva, que está sometiendo a vestigios a la selva más austral del mundo, la reserva provincial Punta Lara de Buenos Aires.

La carpa asiática en ríos, arroyos, lagos y lagunas en Misiones, Buenos Aires, Córdoba y San Luis, prácticamente ha sustituido la diversidad de peces por su sola presencia.

El esturión siberiano habría ingresado por accidente, escapándose de un criadero de Uruguay hacia el río Paraná. Son capaces de alcanzar los tres metros de longitud, vivir cerca de 100 años y suelen tener un potencial reproductivo enorme, de hasta siete millones de huevos. (DyN)
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Ciervos colorados en un criadero patagónico.

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