En el descuento, Córdoba logró un triunfo clave

Mauricio Bártoli / La Capital

El partido se moría con gusto amargo. No sólo para los espectadores, que no habían visto goles. El empate dejaba aún más disconformes tanto a Flandria como a Central Córdoba, porque con diferentes circunstancias ambos estaban presionados para ganar. Pero en tiempo de descuento Pablo Robisso metió la cabeza y el charrúa se quedó con un triunfo clave. Entonces, agónicamente, los de Tablada resaborearon la victoria y se acercaron otra vez al lote de la punta. Tras tres partidos sin ganar, el equipo de Isabella salió a buscar el partido y ya en los minutos iniciales tomó el control del mediocampo, con buena ubicación y despliegue de Farré, y los dos Marcos, Del Bono y Santos.

Desde ahí empezó a hilvanar juego Petrovelli. Sin embargo, eso fue un ratito, no más. Porque los canarios se adelantaron y asustaron dos veces: a los 22' un tiro libre de Maldonado pasó cerca del ángulo izquierdo de Ozafrán, y a los 23' Melli calculó mal el rechazo, Katip quedó sólo y perdonó por primera vez. No fue su mayor regalo.

A los 27', el árbitro le anuló un gol a Conocchiari, que reconoció inmediatamente haber empujado a un defensor. Y desde ahí hasta el pitazo final sólo hubo algunas intenciones del charrúa, pero usando como arma el pelotazo, por lo cual nunca lastimó.

El segundo tiempo fue más movido. En el arranque Córdoba aprovechó la dificultad que Flandria viene padeciendo en este campeonato con las jugadas de pelota parada, pero tras varios segundos de peligro, Armani y compañía no lograron meterla.

Luego, Melli, Santos y Petrovelli tuvieron oportunidades. Y al desaprovecharlas dejaron en evidencia la falta de contundencia, un mal de esta temporada que a los 20' tuvo su máxima expresión: Armani la paró en el área con la estampa de goleador de siempre, pero después se resbaló. A los 35' el ingresado Trinidad quedó sólo tras un par de distracciones en la defensa charrúa y fusiló a Ozafrán, que voló en forma espectacular y sacó la pelota del partido. Del córner siguiente vino un cabezazo que encontró bien parado al arquero, pero dio rebote. Entonces, Katip completó su obra de beneficencia: de manera increíble la tiró por arriba del travesaño.

En pleno epílogo sucedió lo ya conocido. Quizás no fue lo más justo, porque Flandria tuvo las situaciones más claras para convertir. Pero el charrúa siguió buscando, ordenado y con maniobras más aceitadas que su rival. Premio o suerte, la cuestión es que volvió a quedarse con los tres puntos. Y vaya si valen.

Central Córdoba volvió a la victoria después de tres partidos.