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 sábado, 11 de septiembre de 2004

Jorge Drexler: "Me gusta más ser una promesa que pasar al museo de los consagrados"
El cantautor uruguayo aseguró que disfruta del reconocimiento masivo pero no de la fama y la histeria

Carolina Taffoni / La Capital

Jorge Drexler regresa a Rosario para presentar su nuevo disco, "Eco", hoy, a las 22, en el teatro El Círculo, Laprida y Mendoza. Antes de "Sea" (2001), su álbum anterior, el uruguayo era una especie de cantautor de culto, reservado para las minorías que disfrutan de las grandes revelaciones. Pero a partir de la difusión de "Sea", y en especial del contagioso "Me haces bien", que sonaba en una publicidad de sopas, el compositor llegó a otros públicos. ¿Todo cambió? Para nada. En charla con La Capital, Drexler aseguró que no le gusta la palabra "éxito", dudó del mito de la bondad uruguaya y dijo que la fama y la histeria no le interesan.

-¿Qué diferencias encontrás entre "Sea" y "Eco"?

-"Eco" es menos un disco de laboratorio, como fue "Sea", donde cada instrumentista grabó por separado. En "Eco" nos juntamos todos durante un mes en un estudio y determinamos el pulmón rítmico del disco. Es un álbum que tiene un punto de partida más humano.

-¿Creés que "Sea" hubiese sido igualmente un éxito si la canción "Me haces bien" no hubiera sido cortina de una publicidad?

-No, por lo menos en esos términos. La palabra éxito no me atrae, por algo en latín quiere decir "salida". Yo busco comunicarme con muchas personas, que no se me entienda como que quiero ser un artista maldito o algo así, pero lo que pasó con esa propaganda no fue lo más importante de mi carrera ni mucho menos. Ese fue un éxito momentáneo, y ahora las cosas volvieron a su dimensión.

-Parecés una persona ordenada y metódica, ¿sos disciplinado para componer?

-No, de repente escribo muchas canciones en muy poco tiempo. A veces en dos o tres semanas escribo todo un disco. Y después, como ahora, llevo un año sin escribir, salvo algún encargo puntual. Nunca pienso en qué voy a escribir. Me gusta mucho el trabajo sobre la hoja en blanco. Por lo general voy muy virgen a las canciones. Cada vez que escribo es como si empezara de nuevo.

-¿Cuál fue el cantautor uruguayo que más te marcó?

-En esta etapa creo que Fernando Cabrera. El otro es Jaime Roos. Cabrera me marcó en la manera de tocar la guitarra, en la manera que aborda los aspectos más claros y también más oscuros de la realidad, con mucho hincapié en la poesía y en la canción artística. Me atrae mucho su refinamiento, aunque somos muy diferentes.

-¿Te sentís heredero de la tradición cancionística uruguaya o te parece una responsabilidad muy grande?

-No, para nada, es como un sistema de postas que va desde Zitarrosa hasta Bajo Fondo Tango Club. Yo tengo una buena relación con la mayor parte de los músicos uruguayos. He trabajado con todos, con Jaime Roos, con Rubén Rada, con Fernando Cabrera, con Martín Buscaglia y mis hermanos Daniel y Diego. Me gusta mucho interactuar. Soy poco amigo de los sectarismos.

-¿Sentís que pasaste de ser una revelación, una promesa, a un artista consagrado o masivo?

-Me gusta más ser una promesa que pasar al museo de los consagrados. Lo de consagrado suena a proceso acabado. Yo cambio mucho mi manera de trabajar, me gusta emocionarme cada vez que hago un disco, soy como un niño que desarma los juguetes para ver lo que hay adentro. Yo veo la masividad como una alternativa para trabajar en mejores condiciones, nada más. Me gusta el reconocimiento, pero la fama no me interesa, y tampoco la histeria. Yo puedo ir tranquilo a un restaurante o a un cine y nadie me molesta. Yo tampoco lo busco.

-Pero en tus recitales hay mucho público femenino. Las mujeres te ven como una especie de novio o marido ideal...

-No sé si es bueno ser ideal (risas). A mí me gustan mucho las mujeres, es como que saben más cosas que nosotros. Odio la seducción barata, pero me gusta la seducción como herramienta artística. Todo el que sube a un escenario quiere seducir, cautivar la atención de la gente. Uno siente que baila con el público sin tocar a la otra persona.

-Algunos te describen como el prototipo del uruguayo humilde y progresista, ¿vos te ves así?

-El uruguayo no es de hacer aspaviento. Pero a veces es humildad, otras veces es soberbia y otras desconfianza. Los argentinos suelen ser muy generosos con nosotros, resaltan sólo los atributos. Una vez agarré a un grupo de argentinos amigos y les dije: «Por favor, díganme qué es lo no que no les gusta de los uruguayos». Después de hacer mucha fuerza me dijeron que somos un poco provincianos y grises, lo cual es cierto. Yo no creo en los pueblos elegidos. Uruguay es un país chico en medio de dos países superpoderosos como Argentina y Brasil, y eso genera muchos traumas. Nosotros los tenemos que asumir.

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Drexler aseguró que no le gusta la palabra "éxito".

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