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 sábado, 11 de septiembre de 2004

Fue trasladado por la Prefectura y estuvo internado durante cuatro días
Una yarará atacó a un hombre en la isla del Charigüé, frente a Rosario
Advierten que por los incendios las víboras buscan sitios más poblados, como los cercanos a los balnearios

"Fue horrible, una de las peores cosas que me pasaron en la vida", dijo ayer Antonio Valotto, 30 años, casado y tres hijos. Es que el joven fue mordido el sábado pasado por una yarará en la isla del Charigüé, donde acampaba con varios amigos. Gracias a que recibió atención médica rápidamente es que hoy sólo tiene secuelas leves, ya que el veneno de estos reptiles puede ser mortal. Los especialistas en medio ambiente advierten que los incendios en las islas han provocado un cambio de hábitat de estos reptiles que huyen de las zonas quemadas y se acercan a los sitios más poblados.

Antonio y sus amigos pasan una vez al año un fin de semana en una casita de esa isla. Al caer la noche del sábado se decidió a buscar ramas para el fuego, y en eso estaba cuando fue mordido por la yarará e inmediatamente comenzó a sentirse mal, producto del efecto del veneno de la víbora. El animal dejó sus huellas a la altura del tobillo donde todavía se observan dos orificios abiertos.

La noche del sábado fue tormentosa y el río Paraná estaba embravecido, ninguna de las lanchas que estaban en el lugar se animaba a hacer el cruce teniendo en cuenta el crítico estado de Antonio. Fue así que sus compañeros de campamento llamaron a la Prefectura Naval para que lo fuera a buscar. La propia fuerza dio aviso al Sies para que lo esperara en tierra y le diera los primeros auxilios. El operativo funcionó a la perfección, aunque no fue sencillo por la tormenta y los vientos desatados. Una hora y media después de la picadura el joven estaba en el Hospital Provincial, donde se le suministró suero antiofídico. Luego se lo trasladó hasta un sanatorio privado donde estuvo internado hasta anteayer.

Fiebre, náuseas, intenso dolor de cabeza, ardor y puntadas en la pierna herida fueron algunos de los síntomas que Antonio tuvo hasta ayer.

"No sé qué pasó porque yo amo a los reptiles, tal vez en la oscuridad la pisé. Justo me viene a pasar a mí que disfruto desde siempre las islas y jamás maté una víbora", se lamentó.


Empujados por el fuego
Guillermo Pérez Gimeno es veterinario y responsable del medioambiente de La Granja de la Infancia. Junto a otros profesionales integra a su vez un grupo de ayuda a la Dirección de Fauna de la provincia, por lo que cada tanto se hacen cargo de distintos animales decomisados o encontrados, y se ocupan de liberarlos en sus hábitat. El grupo también hace trabajos de protección del medioambiente en la zona de las islas y han advertido ciertos cambios de costumbres de la fauna regional, en especial de los reptiles.

"Con el tema de los incendios estamos viendo en las zonas cercanas a los balnearios o pobladas no sólo yararás, que son muy comunes en las islas. También aparecen culebras peligrosas que se llaman ñacaniná, que era muy difícil de encontrar en lugares así", explicó el profesional.

Según Gimeno, estos reptiles no son agresivos con las personas, por el contrario rehúyen de ellas. "El problema es no atacarlas, pero lo que pasa muchas veces es que no las ves y las podés pisar o tocar entonces muerden", advirtió.

La yarará inyecta un veneno que puede ser mortal si no se trata y la ñacaniná tiene un veneno infeccioso que puede producir graves trastornos y dolencias. En ese marco recomendó no acercarse a los animales, no meter las manos bajo piedras, troncos o huecos. No transitar por áreas de pastos altos, sin botas y pantalones largos y valiéndose de una vara que vaya tocando el suelo que se va a pisar. En caso de acampar mantener la zona limpia porque atrae a los roedores, y estos a las víboras.

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La yarará inyecta un veneno que puede ser mortal.

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