| domingo, 05 de septiembre de 2004 | Nota de tapa. Santa Fe, año verde Cómo se depredan los bosques que la provincia no protege En la cuenca del río Salado se desmontaron casi dos millones de hectáreas en cinco años mientras avanzan los latifundios y se empobrecen los pequeños productores Rodolfo Montes / La Capital Avanza la topadora sobre el monte nativo santafesino. Con desprecio y brutalidad arranca todo a su paso. Deja la tierra desnuda. Avanza la topadora, extermina el hábitat de cincuenta especies leñosas, doscientas herbáceas y otras tantas animales. Avanza la topadora, empuja al hombre del monte hacia las ciudades. No habrá solución para su pobreza; ahora el hombre del monte sobrevive en los márgenes indignos de alguna gran ciudad. El hombre del monte, y su familia, se están secando, desprotegidos, sin la savia vital que siempre fluyó en su territorio, su propia cultura.
Detrás de la topadora llegó el modelo agro exportador pampeano, llegaron los monocultivos como la soja y sus rendimientos fabulosos para poquitas manos -con excepción de las retenciones que capta el Estado y redistribuye como ayuda social. En el Gran Chaco Argentino antes había monte, animales, familias, cultura, sonidos de los pájaros, aromas, leña, frutos, reparo y cerca de cuarenta actividades de subsistencia. Eso sí, sin "escalas" económicas visibles para la macro economía, pero absolutamente determinantes para la supervivencia de una familia.
Cuando había montes, además, había otro clima. Todo era más equilibrado, sin tanta lluvia furiosa que inunda y destruye -en el semestre húmedo-, y sin tanta sequía que deja los pozos "sin agua buena" para beber. Es casi obvio, pero cuando había monte no ocurrían catástrofes con cerca de treinta muertos, como la inundación del río Salado en la ciudad de Santa Fe.
Ahora, en los tres departamentos del norte santafesino, 9 de Julio, Vera y General Obligado, avanzan las grandes extensiones sembradas, y se pierden de 30 a 40 mil hectáreas de monte nativo por año. Y cada vez menos dueños de campos se hacen propietarios de extensiones mayores. Muchos de los nuevos dueños ya no son los heroicos colonos que llegaron en los años 60 para habitar aquellas "tierras lejanas e improductivas". Ahora, por ejemplo, el belga Johann Meter Kaspar, de la empresa Los Guasunchos, es dueño de 11 mil hectáreas en Villa Minetti, en el departamento 9 de Julio.
Aunque Kaspar tuvo que detener las topadoras y sacarlas de su propio monte nativo. Una denuncia del jefe comunal de Villa Minetti, Hugo Terré, y la posterior intervención de la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable de la provincia de Santa Fe, pararon la deforestación de 5.600 hectáreas en la estancia Los Guasunchos. Pero hay otros campos, y otras topadoras que continúan arrasando árboles. En el departamento 9 de Julio se perdieron 136 mil hectáreas de monte nativo en 20 años. Hoy sólo quedan 20 mil.
La tierra de la región del Gran Bosque Chaqueño no nació para vivir sin protección, a cielo abierto, como la tierra de la pampa húmeda. Se sabe, las tierras del monte chaqueño no tienen propiedades extraordinarias como en la región pampeana. Las tierras del norte santafesino, Chaco, Santiago del Estero, y zonas de Salta y Formosa, necesitan estar guarecidas por el monte, de lo contrario el sol calcinante, las sequías y las lluvias violentas la degradan en pocos años. Pero la topadora ya arrasó, en el norte santafesino, medio siglo de algarrobos y quebrachos. Es el tiempo que necesitan los árboles nobles para hacerse grandes, y recién entonces, ofrecer madera dura, hija privilegiada de la naturaleza.
Movidos por el instinto de autoconservación, y avalados por decenas de estudios, investigaciones y trabajo efectivo en la región, ONGs, dirigentes regionales, legisladores y organizaciones comunitarias, se empeñan en salvar el poco monte nativo que va quedando. Plantean un SOS de emergencia que pide "explotación sustentable del monte", "respetar la cultura del monte", y advierte a los gobiernos sobre la consecuencias negativas de implantar a rajatabla el "modelo pampa húmeda" en zonas lejanas.
Es la Mesa Agroforestal Santafesina, que funciona en la ciudad de Vera y agrupa una amplia gama de instituciones: el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria -Inta San Cristóbal y Tostado-, el Ministerio de Agricultura, Ganadería, Industria y Comercio de Santa Fe, el Programa Social Agropecuario, la Facultad de Ciencias Agrarias de Esperanza (Universidad Nacional del Litoral), la Red Agroforestal Chaco Argentina, el Instituto de Cultura Popular (Incupo) y la Fundación para el desarrollo en justicia y paz (Fundapaz).
Desde 2001 todas estas organizaciones se juntan regularmente para unificar criterios, compartir experiencias y coordinar actividades en la búsqueda de alternativas sustentables para la región. Así nació el programa Manejo de recursos naturales del norte santafesino, bosques para siempre.
"Nuestra ganadería es silvo-pastoril, nuestra agricultura agroforestal y los suelos deben permanecer cubiertos de montes como único recurso para no sufrir erosión violenta" le dijo Martín Simón, referente regional de la ONG Fundapaz, a Señales. La ONG nacida en 1973 tiene un campo de experimentación, a diez minutos de Vera, donde desde hace nueve años vienen aplicando técnicas de manejo de monte. Algo simple y de sentido común: retiran las especies más pequeñas, de menor valor, dejan los árboles grandes. Siembran pasturas, crían animales, agricultura diversificada, apicultura, etcétera. Pero la estructura general del monte sigue en pie, la fauna permanece, los suelos no se degradan.
LA OTRA LOGICA La deforestación irracional que busca ampliar la frontera de la soja involucra a capitales inescrupulosos -avalados en la mayoría de los casos por la inoperancia estatal, o bien por un interesado dejar hacer. No se trata, solamente, de la antesala a graves problemas ecológicos. Las consecuencias negativas impactan en el desarrollo humano. "En la ciudad de Santa Fe discuten por el problema de un terraplén, que no estaba terminado, y que por eso ocurrió el desastre de la inundación en 2003. ¿Cuántos millones cuesta reparar la inundación? No se puede calcular. Recién ahora nos escuchan con atención: nosotros venimos planteando que en la cuenca del río Salado se deforestaron 1 millón 700 mil hectáreas en los últimos cinco años", contó Martín Simón, en la casa de Fundapaz, en Vera.
Cuando las lluvias arrecian no es igual que esté el monte o que haya tierra arrasada. El 80 % del agua que cae del cielo es retenida por el monte por efecto intercepción o efecto esponja. En cambio, las superficies cultivadas, sólo retienen un 20 %, y ocurre lo peor: el agua corre buscando la depresión del terreno en caudales extraordinarios, desborda los cauces de los ríos y termina ahogando gente en las ciudades.
Por detener las topadoras, y el deterioro bioambiental, la Mesa Agroforestal Santafesina solicita una urgente moratoria que frene los desmontes y permita la elaboración de una plan de ordenamiento territorial. La moratoria ya fue declarada por la intervención provincial de Santiago del Estero. Curiosamente, tomando como base el plan Bosques para siempre, de la Mesa santafesina.
UNA TRADICIÓN NEFASTA Santa Fe tiene una tristemente célebre tradición en violaciones a sus recursos forestales. Por el norte no se olvida a La Forestal, la compañía extranjera que explotó hasta el agotamiento el quebracho colorado de la cuña boscosa, que penetra de norte a sur en los departamentos de General Obligado y Vera. Fueron casi 60 años de ignominiosa intervención sobre una de las especies más valiosas del planeta. Un gigantesco latifundio de casi 2 millones de hectáreas se convirtió, de hecho, en un Estado dentro del Estado. Hasta que el recurso se agotó, y la empresa se marchó en 1964. Sin dejar casi marcas de progreso humano en sus miles de trabajadores, más bien todo lo contrario.
"Creo que algunos no tienen conocimiento del daño que hacen. Yo les digo a los dueños de las estancias que nos están asesinando, nos están dejando sin leña, sin alimento. Nos vamos a morir de frío", contó a Señales Osvaldo Puqui Córdoba, un ex hachero del monte, que logró acceder junto a siete familias asociadas a una parcela de 100 hectáreas. Ayudado por la Asociación para el desarrollo rural (Ader), una ONG con sede en Villa Minetti, el Puqui desarrolla actividades de huerta, cría animales, y explota racionalmente el sector de monte que aún conserva en su campo. Todas actividades para autoconsumo.
Córdoba es un referente de los pequeños productores -pobres- de la zona. "Ellos (por los propietarios de grandes extensiones que voltean el monte para sembrar monocultivo) se van a Buenos Aires, se instalan cómodos en el séptimo piso, y nosotros seguimos acá, y en cualquier momento nos morimos ahogados", relata el hombre que lleva la historia de toda una vida en las capas callosas de sus manos.
Además, el ingeniero Martín Simón explicó otro de los legados negativos de La Forestal: "Ellos dejaron muy marcada la idea de «limpiar el monte». Mucha gente todavía tiene el concepto del monte como algo negativo, sucio, improductivo o peligroso por los animales. Esto, que parte de un prejuicio y del desconocimiento, sirve de sustento a la idea de crear grandes extensiones agrícolas, que es visualizado falsamente como progreso".
De todos modos, los pequeños productores originarios del norte santafesino saben que en las zonas donde el monte fue volteado ya no hay vuelta atrás. Se necesitarían muchas décadas para reestablecer los montes originarios. Por eso quieren plantear reglas de juego nuevas, de ahora en más. "No queremos pelearnos con nadie. Yo respeto al productor grande, al sojero. Tienen que pagar sus cuentas y también nos están dando una salida, porque de ahí surgen los planes Jefes y Jefas de hogar. Pero también nos tienen que respetar a nosotros, porque a ellos les falta el conocimiento del manejo del monte y una ley que los obligue a cuidarlo", analizó Córdoba.
A DOS PUNTAS A través de la Secretaría de Medio Ambiente, dependiente del Ministerio de Agricultura, Ganadería, Industria y Comercio, el Ejecutivo provincial tiene un lugar en la Mesa Agroforestal Santafesina, que está solicitando una interrupción absoluta de toda deforestación -moratoria- por dieciocho meses. Sin embargo, mientras el Ejecutivo provincial firma el pedido de moratoria junto a ocho entidades en la Mesa Agroforestal, hace la vista gorda con las topadoras que siguen actuando en la provincia. Salvo en casos puntuales, como la denuncia que efectuó Hugo Terré en Villa Minetti, el Estado provincial está, por lo menos, dejando hacer a la industria desmontadora. Si el cálculo es que la soja paga muchos mejores impuestos que las economías de subsistencia de los pequeños productores del lugar, en ese caso, el cálculo estaría mal hecho. Porque no valora el impacto laboral, cultural y humano a mediano y largo plazo. Es pan para hoy, y hambre para mañana.
La Mesa Agroforestal pide que el Ejecutivo asuma su rol, sin más vacilaciones y modifique la ley provincial 11.111 que sólo estimula la plantación de eucaliptus y pinos ( especies exóticas en la zona); que aplique la ley nacional 13.273 que regula el uso de los bosques nativos; que aplique la ley provincial 11.717 y su decreto 101/3 sobre medio ambiente que establece la obligatoriedad de realizar un previo estudio de impacto ambiental antes de provocar cualquier daño a la naturaleza. Y finalmente pide que se derogue un viejo decreto provincial 1.726/ 65 que indica que forestando el 5% de la totalidad de un predio, el resto puede ser deforestado. Sin dudas, un criterio antiguo que no se ajusta a los nuevos conocimientos y necesidades.
El llamado Chaco sudamericano abarca 110 millones de hectáreas entre el norte argentino, Bolivia, Paraguay y parte de Brasil. A nuestro país le pertenece el 58 % de esa superficie, lo que representa el 17 % del territorio nacional, unas 65 millones de hectáreas en 10 provincias argentinas. Es el único bosque seco subtropical del planeta. Después del Amazonas, la segunda área forestal del continente.
El programa Bosques para siempre, ideado pacientemente por una decena de instituciones en la ciudad de Vera, "pretende alcanzar a las explotaciones pequeñas, medianas y grandes de la región. Como así también a los trabajadores rurales temporarios sin tierra y las comunidades aborígenes, provocando un impacto social regional".
Según los impulsores de Bosques para siempre, "los pequeños propietarios encontrarán la posibilidad de ejecutar mejoras productivas y crear empleo para los distintos integrantes de la familia. El Programa busca reducir la desocupación e incrementar los ingresos de las familias rurales". Hay una conclusión que se impone: "Mirando la geografía, la historia y el proyección futura, no caben dudas de que la gente y la biodiversidad son las grandes riquezas del norte provincial". enviar nota por e-mail | | Fotos | | Tierra arrasada. Una topadora en acción en jurisdicción de Villa Minetti, una de las regiones más castigadas por la depredación. | | |