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 domingo, 29 de agosto de 2004

Comercio. El mercado asiático demanda cada vez más productos primarios
Mercado chino: cuando la oportunidad es tan gigantesca como los riesgos
El desafío de Argentina pasa por exportar valor agregado, pero hay que usar estrategias para evitar la imitación

Sandra Cicare / La Capital

Misiones comerciales a China, charlas sobre cómo venderle al gigante asiático, información sobre las potencialidades de ese nuevo horizonte para las exportaciones, están cada día más presentes en la agenda económica de los empresarios argentinos. Parece como si, de pronto, todos descubrieron la gran oportunidad de un mercado nada menos que de 1.300 millones de habitantes que hace muy poco abrió su economía al mundo capitalista, aunque conserva el régimen político comunista, y decidieron atacarlo.

Aunque como todo destino exportador -y esto lo saben bien las empresas que se internacionalizaron- hay que conocerlo antes de seducirlo, el mercado de China es tan ambicioso como peligroso.

Sucede que el gran país oriental comenzó en los últimos años un creciente y progresivo proceso de industrialización, con lo cual acentuó la compra de commodities al mundo, en especial a la Argentina a través del complejo sojero, pero desaceleró la importación de productos industrializados.

"Teniendo en cuenta los primeros diez meses de 2003 en comparación con igual período de 2002, se observa que todas las regiones que comercian con el país asiático lograron aumentar el monto de sus ventas, pero, sólo dos de ellas pudieron incrementar su participación en este mercado: Asean (en un punto porcentual) y América Latina (en 0,9 puntos)", revela un informe del Centro de Estudios Bonaerenses (CEB).

Explica además que "la porción de mercado ganada por estas regiones fue en detrimento de Norteamérica y Europa, lo cual puede estar explicado en la característica de las necesidades de China, básicamente de alimentos y productos primarios".

De esta realidad también dio cuenta el ministro de la Producción de Santa Fe, Roberto Ceretto, quien estuvo en contacto con las empresas que viajaron junto al presidente Néstor Kirchner y el gobernador Jorge Obeid a China y también pilotea la próxima misión comercial de la provincia a ese destino, manifestó que "los chinos demandan know how, conocimiento y tecnología".

De hecho, algunos empresarios que fueron parte de la comitiva oficial y prefirieron reservar su nombre, manifestaron su decepción después del viaje. "Pensábamos que podíamos vender productos elaborados, con valor agregado, pero ellos quieren productos primarios", dijeron a La Capital y en algunos casos, "nuestra tecnología de proceso o industrialización".

Sucede que si las empresas argentinas venden ese conocimiento y no logran superarlo, en poco tiempo China imita el proceso productivo y -con abundante y barata mano de obra- invade el mercado a precios mucho más competitivos.

Este fue el fenómeno que se dio en la economía italiana, según el economista de la Universidad de Bologna, Stefano Zamagni, quien explicó cómo los chinos "imitaron el made in Italy" y pusieron en graves problemas a muchas industrias de la península ibérica (ver entrevista en página 6).


Una estrategia acertada
Pero no se trata de caer en el escepticismo y considerar que no hay nada por hacer ante el gigante asiático. "La oportunidad es tan grande como el riesgo", dijo el economista Eduardo Remolins, "no hay que ser pesimistas".

A su juicio, una estrategia exitosa que permita evitar la imitación y la consiguiente invasión de productos a menor precio, pasaría por "venderle productos muy sofisticados, que ellos no puedan imitar y al mismo tiempo, estar siempre adelante a nivel tecnológico".

Aunque aclaró: "Para eso hay que ser una empresa seria".

Por otra parte, no descartó seguir incursionando en ese mercado a través de algunos commodities "como alimentos y energía, donde somos superavitarios", agregó Remolins.

Para el analista de comercio exterior, Bruno Cignacco, otra fórmula viable sería la "reciprocidad". Esto es, "cuando uno vende conocimiento o know how no puede poner restricciones, tal vez pueda incluir una cláusula contractual que establezca no invadir el mercado de origen, pero de todas formas este tipo de trabas no son bien vistas", dijo.

De ese modo, "cuando se habla de transferencia de tecnología de la Argentina a China, sugeriría alianzas recíprocas para que ambas partes se beneficien", agregó el analista. De lo contrario, "cualquier tecnología que se le venda a China por su propio esquema de productividad -mano de obra abundante y barata- va a transformarse en poco tiempo en un producto simple, barato y competidor".


El perfil de la balanza
Según datos del CEB, Brasil y Argentina son los países de América latina que más espacio lograron en el mercado chino. El primero vendió durante 2003 por 4.533 millones de dólares, mientras que el segundo por 2.670 millones de dólares.

Pero la diferencia radica, según el informe, en que Brasil incorporó en su oferta productos industriales, como motores y autopartes, mientras que la Argentina centra sus ventas sólo en la soja y sus derivados, que comprendieron el 84,8% del total exportado el año pasado.

Además del complejo sojero, los bienes que continúan en el ranking de exportaciones argentinas a China son: cueros, productos de hierro o acero, productos de lana, aceite de girasol y tubos sin costura.

"Ninguno de estos bienes superó el 2% de los envíos a China, con lo cual queda en evidencia la fuerte dependencia por un sólo producto, el que, además de ser un commoditie, por lo cual su precio es fijado internacionalmente, está sujeto a fuertes regulaciones por parte del gobierno chino en su intento de proteger a sus consumidores y a su propia producción", explica el CEB.

Con lo cual el desafío pasa por "la diversificación y la incorporación de valor agregado en las exportaciones argentinas", agrega el CEB, mucho más si se tiene en cuenta que "las proyecciones sobre la economía china advierten que la misma crecerá en 2004 un 8,4%, incrementando sus necesidades de productos importados hasta valores cercanos a los 442 mil millones de dólares.

Estas estimaciones plantean las excelentes perspectivas que quedan abiertas para aquellos países que sean capaces de satisfacer esta demanda.

Algunos visionarios ya empezaron a aprovechar la situación. Por caso, un grupo de empresarios argentinos y brasileños inauguró la semana que pasó una oficina y un depósito de autopartes en la ciudad china de Guangzhou, una ciudad donde operan la mayoría de las terminales automotrices radicadas en el país asiático, para fomentar las ventas de esos productos en el mercado de ese país.

(Continúa en página 6)

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