| domingo, 13 de junio de 2004 | Mala nota. Lapidaria calificación de vecinalistas, funcionarios y amigos de espacios públicos Los rosarinos no pasan un examen de buena conducta como vecinos Tiran la basura fuera de hora, no limpian los excrementos de las mascotas y conducen sin respetar reglas básicas Laura Vilche y Eugenia Langone / La Capital "Muy buenos, buenos, regulares o malos". Estas fueron las opciones que ofreció La Capital a funcionarios, vecinalistas, amigos de espacios públicos, integrantes de ONG y gente común tras preguntarles "¿Cómo son los rosarinos como vecinos?". La contestación unánime fue: "De regulares para abajo". Y nadie se privó de dar ejemplos para argumentar su posición.
La actitud peor calificada gira en torno a cómo la gente se desprende de la basura domiciliaria. Dicen que están quienes aduciendo que el contenedor les queda lejos de sus casas le dejan la bolsa al vecino de al lado, y a veces hasta seis horas antes de que pase el camión recolector. Otros lo resuelven más fácil: directamente tiran la bolsita desde el balcón a la calle o arman un basural en la esquina de la cuadra.
El segundo mal ejemplo en materia de vecindad tiene que ver con la poca importancia que le dan los dueños de los perros a los excrementos con los que sus mascotas adornan las calles de la ciudad. Y terceras en el ranking de acciones impresentables están las de los automovilistas: dejan sus autos en doble fila o en la puerta de un garaje porque les lleva "sólo unos minutitos retirar a los chicos de la escuela", y ni siquiera respetan la senda peatonal.
Estos son sólo algunos ejemplos, pero hay más. Y si bien, como dice el refrán, no es justo medir a todos con la misma vara, son estas situaciones las que hicieron que los rosarinos se hayan ganado hace rato el mote de "malos vecinos".
Al momento de analizar las causas de estos comportamientos e interrogar sobre las posibles soluciones, la mayoría coincide en decir que todo tiene que ver con la falta de educación. Pero el debate se complejiza cuando desde la Dirección de Parques y Paseos de la Municipalidad aseguran que se han realizado campañas en escuelas y vecinales para que la gente deje de podar los árboles y cada otoño son cientos los vecinos que vuelven al ruedo contra las especies de la vereda. "La poda es innecesaria: enferma a la planta y le quita sombra al vecino. Pero se sigue haciendo", remarca el director de la repartición, Eduardo Fornarini.
Tampoco se entiende que el tema sea sólo educativo cuando la presidenta de la Vecinal 20 de Junio, del acomodado barrio Martin, dice que la zona es de las más afectadas de la ciudad por los excrementos de los perros. Y menos se explica, tal como asegura el presidente de la Asociación de Amigos del Parque Independencia, Adrián D'Alessandro, que se hayan plantado 1.500 rosales en ese predio y que sólo en una noche haya desaparecido el 30 por ciento. "Vieron a gente bajarse de sus autos con bolsitos para llevarse las flores. Estamos hablando de personas con poder adquisitivo y obviamente educación", se queja D'Alessandro.
Desde las organizaciones que trabajan por los derechos de los ciudadanos aportan otras variables en el análisis de la cuestión (ver página 4).
Cartas y llamados Muchos de los vecinos que se quejan de las actitudes de sus pares (y que en rigor, raras veces se reconocen como malos vecinos) dejan asentados sus reclamos, por ejemplo, en las cartas de lectores de La Capital. También acuden telefónicamente o en persona a las reparticiones de Atención al Vecino del municipio (4802222, en el centro -Aduana-; 4805860, Distrito Oeste; 4806222, Distrito Norte; y 4809890, Distrito Sur, siempre de 8 a 18).
Permanentemente llegan a este diario decenas de notas que hacen referencia al tema. Sólo en el último mes se publicaron doce. Algunos de los reclamos giran en torno a los ruidos molestos de boliches, gimnasios y salas teatrales en el centro. Un problema que, a pesar de lo que dicen muchos, parece no ser privativo de Rosario.
Es que hay quienes no se cansan de decir que en el Primer Mundo la gente tiene más conciencia ciudadana porque no tira papeles en la calle ni molesta al vecino. Pero sin ir más lejos, esta semana el alcalde republicano de Nueva York, Michael Bloomberg, decidió labrar multas de hasta 25 mil dólares para terminar con los ruidos molestos de la ciudad. La medida no sólo caerá sobre las empresas constructoras, boliches y automovilistas con coches con alarmas, sino también sobre los dueños de perros: los pichichos ahora podrán ladrar sólo hasta 5 minutos durante la noche o 10 durante el día.
Esta noticia lleva a interrogarse si es suficiente el poder de policía que ejerce el municipio de Rosario sobre las normas que reglan la convivencia cotidiana de los ciudadanos. La secretaria general de la Municipalidad, Mónica Bifarello, duda, pero finalmente reconoce que "no", aunque acota: "No se puede pensar que sólo el gobierno debe ordenar la ciudad, es responsabilidad de todos".
Otras misivas que llegaron en estos últimos días al diario son la de Susana Brack, que apuntó el mal estado de las bocas de tormenta, la de los habitantes de 27 de Febrero y Maipú que refirieron a la desidia de la plaza Primera Junta, la de Emilia Marcipar que se enojó porque nadie respeta la prohibición de fumar en espacios cerrados y la de Omar Parola titulada "Somos incorregibles": allí pide que el público deje de estacionar los autos arriba de las veredas de calle Illia y Wheelwrigt.
En las oficinas de Atención al Vecino aseguran que desde el 2 de enero pasado y hasta este 8 de junio ingresaron 3.562 reclamos. ¿Los motivos? La gran mayoría (sobre todo en los barrios) son denuncias de formación de basurales y quema de hojas secas. Los restantes son más bien quejas dirigidas al municipio y tienen relación con el pedido de limpieza de espacios verdes, el arreglo de aceras rotas y la presencia de árboles caídos.
El director de Higiene Urbana municipal, Miguel Siryi, también da cuenta de los malos hábitos de los vecinos de la ciudad al brindar los resultados de un relevamiento realizado por los inspectores del área en la zona donde se colocaron 2.230 contenedores de residuos (avenida Francia, 27 de Febrero y el río). Se trata de 95 cuadras de las 650 que tiene el centro.
"El 25 por ciento de estos receptáculos tienen basura durante todo el día, lo que indica que la gente tira los residuos en cualquier horario y no como está estipulado: de 7 a 9 en algunas zonas, y de 20 a 22 en otras", señala Siryi.
Además, en este seguimiento se evaluaron otros tres aspectos de la higiene de las calles por fuera del contenedor. Se observó qué cantidad de bolsas se abandonan en la vereda; en qué áreas se arrojan más nylon, botellas y latas, y cuáles son las zonas más sucias debido a las heces de las mascotas.
"Recorrimos pormenorizadamente las calles San Juan, Rioja, España, San Lorenzo, Zeballos, Montevideo y Balcarce. Las veredas más sucias de excrementos son sin dudas Montevideo, Zeballos y San Juan, sobre todo cerca del parque Urquiza", detalló el funcionario.
La titular de la vecinal de 20 de Junio de barrio Martin, Noemí Digiovani, no se asombra del resultado de ese relevamiento. "Con decir que hicimos colocar una reja en el arenero donde juegan los chicos de la plaza Florencio Sánchez (1º de Mayo y Mendoza), pero la gente abre la puerta y deja que sus mascotas hagan caca allí. También usan como baños a las veredas del Hospital Provincial y del Politécnico", protesta.
Desde otro punto de la ciudad, Jorge Estévez, el presidente de la Vecinal Maradona (que abarca la zona de Córdoba, Oroño, San Nicolás y el río), asegura que el mayor de los problemas es el uso que los vecinos hacen de los contenedores. "Tiran escombros y las ramas de la escamonda en los receptáculos, cuando todos sabemos que son sólo para residuos domiciliarios", se queja.
Sobre el tema, Siryi agrega un dato. "Los servicios de verde (resto de la escamonda) y de escombros -dice el funcionario- los deben retirar las empresas concesionadas". Para eso el vecino debe llamar al 4313380 de Cliba o al 4665470 de Lime.
En barrio Empalme Graneros el panorama no parece ser mucho más alentador. El responsable de la vecinal, Osvaldo Ortolani, señala que la zona está tapada de basurales. Pero para el vecinalista la culpa no es sólo de los habitantes de la zona, sino también del municipio que "no retira la basura y no limpia las zanjas lo suficiente".
Contra esa denuncia el director de Higiene Urbana da una respuesta: "En el 2000 sólo la empresa Lime limpiaba 20 basurales en su zona, hoy son 130. Es cierto que la gente vivió una crisis social que pauperizó los hábitos de higiene, pero también hay cuestiones culturales y de desidia en juego".
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