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 sábado, 12 de junio de 2004

Foro de la tierra. El economista analizó los datos del censo 2002
Andrés Lazzarini: "Los arrendatarios de ahora no son los del 30"
El especialista dijo que en los últimos años el campo "se complejizó" con nuevos actores y relaciones

El campo se complejizó en la última década, el arrendatario de hoy en la región pampeana no es el mismo que el de los años 30 ó 40". Andrés Lazzarini, economista del Inta y docente de la UBA, trabajó con los primeros datos del Censo Nacional Agropecuario 2002 para analizar las transformaciones respecto del censo de 1988. Señaló que, a primera vista, lo que se ve es una fuerte caída en el número de explotaciones agropecuarias y un aumento de la superficie promedio, fenómeno que se profundizó en la región pampeana, de la mano de la agriculturización. Esto habla, a su juicio, de una concentración de la producción y el capital. ""Metodológicamente el censo no nos permite ver si hubo concentración de la propiedad", aclaró.

-¿Cuáles son las transformaciones que se observan a partir de los primeros datos definitivos del censo agropecuario 2002?

-Lo que se observa a primera vista es que el número de explotaciones disminuyó en todo el país, con excepciones como Jujuy, Misiones y Tierra del Fuego. En general fue una disminución del orden de las 87 mil explotaciones, mientras que la superficie agropecuaria prácticamente se mantuvo en la escala registrada en el censo del 88, incluso un poco menor. Lo que nos da como resultante un incremento en la superficie promedio, que pasó de 420 hectáreas a 530 hectáreas. Estos son rasgos muy generales, que tienen sus particularidades regionales. En la región pampeana estos rasgos de concentración y aumento de escala son más profundos que el promedio nacional. Esto tiene que ver con los cambios que se dieron en el período, lo que podemos llamar la agriculturización de la zona pampeana y central del país, fundamentalmente con la expansión del cultivo de soja.

-¿Por qué se producen estos cambios?

-Nuestra hipótesis es que la política de apertura y desregulación económica permitió la incorporación de paquetes tecnológicos en dólares, que permitieron la reducción de los costos y el aumento de los rindes por quintal por hectárea de estos cultivos. A la luz de las primeras señales de los precios internacionales, que daban una expectativa positiva de la rentabilidad en los ingresos futuros, muchos productores se endeudaron y, cuando vino el desplome allá por el año 97, para muchos significó la ruina. Así fue como muchos terminaron rematados, vendiendo sus campos o transformados en pequeños rentistas que ceden su tierra en arriendo al no poder hacer frente a los costos de producción. Indirectamente quedan afuera de la producción. Las tierras quedaron en poder de los que pudieron soportar. En ese marco, los más grandes ampliaron su escala, y por lo tanto sus rentas. Es que si el nuevo paquete tecnológico bajó los costos de hacer soja, esos costos son aún más bajos cuanto más escalas se trabajen. Esto lleva a una concentración y centralización de la producción, del capital y también de la tierra.

-¿La situación no cambió después de 2002?

-Desde el 2002 la situación no es la misma. Se devaluó la moneda y se produjo cierta mejoría en el campo. Para algunos significó ganancias extraordinarias y, para otros, la posibilidad de quedarse en el campo. Como el censo, que estaba previsto para el año 2002, se terminó cerrando en julio de 2002, no se logra observar del todo la caída de las explotaciones, un fenómeno que hubiera aparecido con mayor magnitud si hacía en 2000, debido a que en ese momento había una salida plena de la familia agropecuaria del sector. Después se produjo cierto alivio para los que producen commodities, que no fue igual para todos. La riqueza que llueve de la devaluación, algunos la agarran con un balde y otros con una cucharita. Ganan más los que tienen más cantidad de tierras. Otros pudieron sobrevivir, licuar sus deudas.

-Del aumento de la superficie promedio se puede inferir una concentración, ¿de la propiedad o de la producción?

-Con la información del censo lo que uno obtiene es el aumento en la superficie media de las explotaciones agrarias, un aumento de la concentración de la producción y del capital. En algunos casos no se han centralizado los medios de producción (maquinarias y equipos) sino que se contratan, en algunos casos, a productores que se dedican a ser contratistas. ¿Qué pasa con la propiedad? Lo que nos da el censo es que a nivel nacional un 75% de toda la superficie implantada con granos se hace bajo distintas formas de arrendamiento. El resto bajo propiedad. Pero el censo está basado en la unidad de explotación, independientemente de los dueños. No sabemos si la explotación que está aquí o en el otro departamento es del mismo dueño, que es el que cobra el arriendo o la renta. El censo no nos brinda esa información, que sí lo brinda el catastro. Lo único que uno puede tratar de inferir es que dada la concentración de la producción y de los medios de producción de capital es probable que en el período previo a la devaluación, y en el principio de la devaluación, cuando se produjo una disminución en dólares en el valor de la tierra, se puede haber producido un proceso de concentración de la propiedad inmediatamente, en ese momento. Fijate que ahora el precio de la tierra superó en algunas regiones de la pampa húmeda el promedio de los mejores años del 90. Metodológicamente no podemos aseverar que haya habido concentración de la propiedad porque el censo no lo analiza. Lo que se observa es una concentración de la producción y del capital, independientemente de que haya habido una suavizada o profundizada concentración de la tierra.

-En base a este 75% de hectáreas cultivadas con los principales granos bajo arrendamiento, ¿son los mismos arrendatarios del grito de Alcorta?

-Ese es otro fenómeno que hay que destacar. Algo vamos a poder captar, porque simultáneamente con el CNA se realizó en Buenos Aires un censo de contratistas. Estos arrendatarios por supuesto no son el pequeño mediano arrendatario que peleó contra el terrateniente por el precio del arriendo. Estamos hablando de grandes empresas capitalistas, que arriendan tierras, en muchos casos, en mejores condiciones de negociación. Porque toman la tierra del pequeño o mediano que no puede aguantar esos costos. Estos grupos se llevan ganancias extraordinarias porque multiplican la escala en la que están produciendo. No es el mismo arrendamiento de la década del 30 ó 40.

-¿Es una nueva versión del viejo terrateniente?

-Sí pero no por esto hay que descartar que existen grandes terratenientes capitalizados que llevan adelante la producción, contratando servicios a terceros y arrendando. Pero también son dueños de la tierra. A lo mejor tienen 20 mil hectáreas y arriendan otras 50 mil.

-¿De los datos del censo surge que hay otra movilidad en el sector?

-El campo es hoy mucho más complejo. Hay productores salidos de la producción que se transformaron en prestadores de servicios y arrendatarios con otro poder de negociación. Pero la verdad es que todavía no hay investigaciones muy profundas sobre cómo se dan estas relaciones. Se ha complejizado el análisis sociológico del sector. Pero a grandes rasgos podemos decir que tenemos un campo rico, con altas rentas, que exporta e incorpora tecnología y hay otro que queda afuera de esto. Ahí entra la síntesis. El cambio de los arrendatarios es significativo, la composición es diferente, y queda mucho por analizar en este tema.

-¿Estos cambios se traducen en el tipo jurídico predominante en las explotaciones?

-Hasta lo que se puede observar a grandes rasgos, porque aún no está estratificado, es un avance de las sociedades anónimas u otro tipo de sociedades en desmedro de la persona física. Pero esto está también en relación a la necesidad de esquivar la subdivisión dela tierra por herencia. De todos modos, la persona física como figura jurídica del campo sigue siendo predominante, lo que alienta la hipótesis de la concentración.

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