Cartas de lectores
 
Año CXXXVII Nº 48413
La Ciudad
Política
Economía
Información Gral
Opinión
El Mundo
Escenario
La Región
Policiales
Cartas de lectores


suplementos
Ovación
Salud
Autos


suplementos
ediciones anteriores
Turismo 06/06
Mujer 06/06
Economía 06/06
Señales 06/06
Educación 05/06
Campo 05/06
Salud 02/06
Autos 02/06


contacto

servicios

Institucional

 miércoles, 09 de junio de 2004

No pude más que sorprenderme

Mientras leía la carta del señor Jaimes no pude más que sorprenderme. Generalmente, cuando uno toma determinaciones, éstas generan opiniones diversas, a favor y en contra. Y no fue la excepción. Que el rugby es un deporte donde el contacto físico es permanente, es de público conocimiento. Pero dentro del campo de juego. Me gustaría que el señor Jaimes supiera que las lesiones que menciona tanto en el fútbol como en el básquet se producen en el marco de la competencia y no fuera de la misma. Como también me encantaría que supiera que las lesiones que sufrí en carne propia no fueron dentro de la cancha, jugando por el campeonato del Litoral. Yo tampoco soy jugador de rugby y no creo que todos los jugadores de este deporte que apunta a la fraternidad, el compañerismo, el respeto hacia el otro, sean agresivos, pendencieros, quilomberos o como les guste llamarlos. Sí creo que hay una gran parte de estos deportistas que, alentados por la superioridad física evidente y el movimiento grupal fuera de la cancha, se creen invulnerables, intocables, impunes. No todos, sí muchos. Es indudable que, de no ser periodista, el hecho no hubiese tomado la magnitud que finalmente tomó. Sería de un necio no reconocer que al estar inserto en el medio, se me facilitó la llegada al "tribunal" al que acude la mayoría. También es cierto que en los juzgados correccionales no te preguntan la profesión para aceptar una denuncia. Si sos albañil, changarín, arquitecto o desocupado, podés denunciar cualquier delito. Por último, tuve la fortuna de poder contar frente a las cámaras la repudiable e incluso cobarde agresión que sufrí en carne propia. El destino quiso que ninguna de las cientos de patadas que recibí en la cabeza o en el cuerpo tuvieran el desenlace que hubiese querido el señor Jaimes: fractura de tabique nasal, conmoción cerebral, pérdida del conocimiento, internación en el Hospital de Emergencias. Quizás allí me hubiese visto con el derecho de denunciar un delito (lesiones leves también lo es) y no hacer el circo que algunos suponen. Seguramente ellos no pensaron lo peor cuando eran pateados con violencia en el suelo por cuatro "¿personas?". Yo sí. ¡Qué suerte la suya!

Mariano Faurlin, DNI 29.403.051



enviar nota por e-mail

contacto
buscador

  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados