| sábado, 05 de junio de 2004 | Universitarios de paro Los continuos paros docentes en las facultades de la UNR merecen ser analizados con cuidado en sus pros y sus contras: los reclamos por aumentos en sus salarios paupérrimos son totalmente justificables, pero la modalidad de paro perjudica a los estudiantes sin resolver el problema, que lleva docenas de años de rebosante salud. Hubo tiempos de bienestar económico en el país y no se resolvió la falencia. Hoy, con la miseria instalada, con millones de desocupados y otros tantos con niveles de recursos inferiores a la pobreza, con niños desnutridos mendigando en la calle y tantos otros problemas "urgentes o imprescindibles" de resolver, se hace difícil esperar algo más que míseros aumentos a los docentes, al igual que a los jubilados y otros sectores postergados. En consecuencia es necesario ver -en el caso "universitario"- qué se puede hacer para generar recursos que ayuden a enfrentar la situación. Al cobro de aranceles (algo normal en el 90% de los paises adelantados) aquí se lo rechaza totalmente. Es lógico que el Estado facilite la enseñanza gratuita, primaria y secundaria, pero la universitaria es muy costosa y en la Argentina actual resulta prácticamente imposible de solventar. Si no se admite el cobro de aranceles ($20 mensuales por alumno están al alcance del 95% de los bolsillos proletarios argentinos), se debe pensar en otras soluciones como limitar el número de ingresantes en cada facultad según la real capacidad de cada una. Hacer libres de aranceles a las facultades de ciencias y técnicas, tales como medicina, bioquímica, ciencias económicas, ingeniería, agronomía, etcétera, pero cobrarlos en aquellas que sirven al desarrollo intelectual del alumno, pero muy poco al desarrollo del país, tales como filosofía, letras, etcétera. En el caso de los alumnos extranjeros, tal como se hace en todo el mundo, debe ser obligatorio el pago de aranceles. Los egresados de facultades de ciencia y técnica (tal como se hace en Francia, donde la enseñanza es gratuita) deberán trabajar para el Estado dos años, en lugares o sectores que lo necesiten, con lo que el egresado además de asegurarse trabajo y remuneración, obtiene capacitación profesional. Por supuesto esto no puede ser obligatorio, pero aquel egresado que no quiera hacerlo deberá reponer al estado varios miles de pesos, equivalentes a lo que costó al erario público darle un título profesional (así lo hace Francia). Dichos recursos deben ser para la facultad de origen. También debe facilitarse la obtención de recursos en las distintas facultades, permitiéndoles asesorar, hacer estudios técnicos, elaborar sustancias o elementos, etcétera, para particulares, cobrando por tales servicios. Todos estos temas y muchos más, imposibles de enumerar aquí, son los que deben analizar los políticos, el gobierno y fundamentalmente los docentes universitarios, que entiendo ayudarán mucho más que los paros indiscriminados, que sólo agravan los problemas. Quisiera agregar una calurosa felicitación a los alumnos del viejo y querido Politécnico, que ante la falta de clases por los paros de sus profesores, han encarado tareas de limpieza y mantenimiento en su escuela, demostrando un sentido de seriedad y responsabilidad encomiable.
Ingeniero Martín J. Oroño
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